The Objective
Pablo de Lora

Cortocircuitos de la razón teórica y práctica

«Sobre el proceder de este Gobierno y de sus palmeros sucede ya lo del ‘dictum’ de Hegel: si mis ideas o juicios no coinciden con los hechos, tanto peor para los hechos»

Opinión
Cortocircuitos de la razón teórica y práctica

Ilustración de Alejandra Svriz.

Antes del apagón del pasado 28 de abril la vida institucional española transitaba con paso firme en su senda de degradación. En flagrante incumplimiento del artículo 134 de la Constitución española (“El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior”) el Gobierno sigue sin presentar Presupuestos Generales del Estado (los últimos fueron aprobados en diciembre de 2022); ello no impide que, sin concurso alguno del Parlamento, este Gobierno secuestrado por una microscópica minoría se proponga aprobar un aumento significativo del gasto en Defensa, y, a la vez, incumplir un contrato millonario de compra de balas a Israel que provocará que tengamos que pagar una fuerte indemnización a ese Estado considerado como genocida y quedarnos sin los recursos que nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado precisan para la defensa de todos.

Otros muchos contratos de seguridad y defensa con Israel sí se honran porque “no implican armamento” (chalecos antibalas, escáneres de explosivos, inhibidores de frecuencia antibombas…). Aten esa mosca por el rabo. Creo que en la INSEAD Business School ya lo han incluido como test-case para el curso que viene.

Creo que en ese punto estábamos cuando se fue la luz aunque es difícil precisarlo dada la velocidad a la que circula el mix de los despropósitos, rectificaciones ad hoc y cortinas de humo.

Reanudado el suministro la vida sigue igual y hemos asistido a lo que no sin exageración puede calificarse de chusco festival de falacias y contradicciones en el esfuerzo del Gobierno y de sus sincrónicos y asincrónicos defensores por salvar los muebles. Me quiero fijar exactamente en dos estrategias que, bien analizadas, provocan que salten los plomos de la razón.

En 2022, y ante lo que se calificaba como “bulo», uno más de la “máquina del fango», el presidente del Gobierno aseguraba que no se iba a producir en España ningún apagón. Lo negó tres veces haciendo honor a su nombre. A ello añádase que, en noviembre de 2021, en una entrevista con Susanna Griso, Beatriz Corredor, la presidenta de Red Eléctrica Española, se permitió decir que el sistema eléctrico español era “el mejor del mundo”, de los más seguros y evolucionados, que disponía de tecnologías diversificadas, y que, frente a otros países, el riesgo de un gran apagón no existía. Tras “irnos a cero”, la presidenta de Redesa se reafirmaba en su evaluación del sistema eléctrico español como el mejor del mundo. ¿La razón? Se ha recuperado con gran rapidez. Olé. 

“¿A qué tanto plazo para dar con una explicación, algunas hipótesis plausibles al menos?”

Corredor – y el presidente del Gobierno- juegan con ventaja, por supuesto: ni antes ni ahora teníamos ni precedente ni métrica para comparar, con lo cual esas valoraciones y juicios son perfectamente gratuitos. Ahora que la televisión pública ha iniciado su etapa de excelencia visual y gramatical en sus contenidos, digamos que se trata de una extraordinaria expresión del chuminero argumentativo que ni el más entusiasta de los nadadores sincronizados en los medios de comunicación afines es capaz de emular.

Más allá de la primera estupefacción que ese conjunto de afirmaciones provoca, me parece interesante constatar el siguiente dilema. O bien las consideraciones “pre-apagón” eran frívolas – lo cual no parece que sea nunca aconsejable para un gobernante o responsable- o efectivamente estaban basadas en un conocimiento experto, exhaustivo, profundo, y, además, comparado de los sistemas eléctricos de, al menos, los países de nuestro entorno. Pero entonces, si esto segundo, ¿cómo es posible tanta incertidumbre a propósito de las causas de este inaudito fracaso sistémico? ¿A qué tanto plazo para dar con una explicación, algunas hipótesis plausibles al menos? ¿Será que no se conoce tan bien o que sí se conoce, pero que, por razones del peor tacticismo político, se prefiere mantener a la ciudadanía en las tinieblas explicativas por temor a que se revele como muy arriesgada la apuesta de transición energética?

Un parecido problema de congruencia se suscita cuando pensamos en esa estrategia jabonosa que el presidente ha aplicado sobre la sociedad española, ese chovinismo consistente en considerar que pocas sociedades habrían reaccionado como la nuestra, que somos un país extraordinario porque hemos podido cruzar calles sin peligro, volver a casa andando kilómetros, aguantar el calor en los trenes y salir de cañas. De la fortuna que, para esa paz civil y el bienestar individual, ha supuesto el horario en que se produjo el apagón y el momento del año no merece la pena abundar.

Sí les quiero recordar que la reacción cívica, de solidaridad inmediata, en la primera ayuda a los afectados por la dana no fue igualmente celebrada, pues quienes protagonizaban esas espontáneas cadenas de distribución de alimentos, aquellos que privadamente acudieron con sus botas y palas a las zonas devastadas, contribuían a la minusvaloración del papel del Estado y de los servicios públicos en la gestión de las emergencias.

“En realidad, toda realidad en España es ya según convenga”

Pero, más allá de esta, nueva contorsión: ¿cómo conjugar esas expresiones untuosas, hiperbólicas sobre esos ciudadanos españoles que, anteayer y nuevamente cuando toque, son tenidos como militantes, votantes y simpatizantes de las derechas, de las fuerzas reaccionarias globales, del mal al fin, y por eso temidos y vilipendiados? Déjenme que les recuerde rápidamente los números.

Veamos. Españoles que componen una sociedad extraordinaria, plenamente cívica, etc., y que al tiempo votan extramuros del “progreso», son herederos del franquismo, etc.: 11.217.837 (PP+Vox en las elecciones generales del 23-J). Españoles que componen una sociedad extraordinaria, plenamente cívica, etc. y que apuestan por el bien y el progreso (no niegan el cambio climático ni la violencia de género, etc.): 10.866.714 (PSOE+Sumar en las elecciones generales del 23-J). Dejo fuera a las formaciones Schröedinger (PNV y Junts fundamentalmente) que son de progreso o de reacción a la vez y según convenga.

En realidad, toda realidad en España es ya según convenga. Sobre el proceder de este Gobierno y de sus palmeros sucede ya lo del dictum de Hegel: si mis ideas, valoraciones o juicios no coinciden con los hechos, tanto peor para los hechos. Y no importa que, de paso, haya que arrasar también con la lógica de primer orden.

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