The Objective
Miguel Ángel Benedicto

Bruselas ya no aplaude a Sánchez

«Lo que comenzó como un idilio político con la Unión Europea se ha ido erosionando a medida que aumentan las dudas sobre la deriva iliberal de su Gobierno»

Opinión
Bruselas ya no aplaude a Sánchez

Ilustración de Alejandra Svriz.

La relación entre la Unión Europea y Pedro Sánchez ha pasado del entusiasmo inicial al recelo. Lo que comenzó como un idilio político, con Ursula von der Leyen mostrando simpatía por el presidente español, se ha ido erosionando a medida que aumentan las dudas sobre la deriva iliberal de su Gobierno.

Las tensiones en torno a la ley de amnistía, la percepción de corrupción que salpica al entorno del presidente, las presiones al Poder Judicial y a la Guardia Civil desde la fontanería del PSOE, y el control creciente sobre los medios públicos, conforman un escenario preocupante que será evaluado en el próximo Informe sobre el Estado de Derecho de la Comisión Europea.

Esas acusaciones presentadas por eurodiputados del Partido Popular Europeo, remiten a escenarios ya conocidos en Europa Central y aunque no haya por ahora expediente formal como los abiertos a Hungría y Polonia, el paralelismo de España con el régimen de Orbán y el del partido Ley y Justicia de Kaczynski es cada vez mayor.

No solo se trata de la instrumentalización del Consejo General del Poder Judicial o del Ministerio Fiscal, cuyo fiscal general no dimite pese a ser procesado. Se trata de una tendencia preocupante a erosionar el pluralismo: control de medios, presión a jueces, y discursos que transforman el desacuerdo político en enfrentamiento moral. Como en los regímenes autoritarios, se prefiere la lealtad a la competencia, y la propaganda a la deliberación. Se consolida una lógica según la cual las instituciones solo pueden ser justas si están al servicio del partido. Las palabras del comisario de Justicia, Michael McGrath, alertando sobre el sistema anticorrupción español apuntan a un deterioro percibido en la calidad democrática del Estado

En esta deriva, Sánchez parece encarnar el espíritu que tanto dice detestar: un cierto neofranquismo emocional que divide a la sociedad, alimenta la polarización y desacredita al adversario como enemigo. En ese escenario tóxico, se desdibuja la línea entre el debate y el insulto, entre la crítica y el señalamiento personal.

“La polémica sobre la sostenibilidad del sistema público de pensiones es un punto de fricción con Bruselas”

En Europa ya se han dado cuenta de cómo se tensa la cara de Sánchez ante el cúmulo de episodios que le llueven desde Bruselas. Desde el rechazo al inviable plan de pensiones, pasando por la incredulidad ante la opacidad del Gobierno durante el apagón, la intervención gubernamental en la OPA del BBVA sobre el Banco Sabadell, el retraso injustificable en la ejecución real de los fondos Next Generation, una política de vivienda que deja fuera de juego a jóvenes y vulnerables hasta la renuencia del gobierno a aumentar el gasto en defensa.

La polémica sobre la sostenibilidad del sistema público de pensiones es un punto de fricción con Bruselas. El Consejo Europeo critica a España por no abordar las reformas necesarias para garantizar la viabilidad del sistema, y que una parte sustancial del gasto en pensiones se financie ya con deuda pública.

El apagón energético que afectó a millones de personas en abril ha revelado la falta de preparación y transparencia en la gestión de crisis. La Comisión Europea ha anunciado una evaluación de la actuación del Gobierno, que deberá rendir cuentas no solo por la respuesta técnica, sino por su silencio informativo. Esta opacidad, unida al desprecio institucional hacia los medios y la ciudadanía crítica, proyecta una imagen de España como país poco fiable y reacio al escrutinio público.

El obstáculo gubernamental a la OPA entre BBVA y Sabadell añade una tensión innecesaria. El Gobierno hizo oídos sordos a los informes favorables del Banco Central Europeo y de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y puso en marcha una consulta pública organizada por el ministerio de Economía para bloquear la operación, rozando el populismo económico y lejos de los principios de libre mercado que la UE defiende.

“La ejecución de los fondos Next Generation es otro símbolo del desencuentro con Europa”

La ejecución de los fondos Next Generation es otro símbolo del desencuentro con Europa. España ha recibido más de 140.000 millones de euros, pero según el Tribunal de Cuentas europeo, solo se ha ejecutado una parte menor, y con escasa transparencia. Los auditores comunitarios alertan de retrasos, opacidad en la identificación de beneficiarios y falta de vinculación entre hitos cumplidos y fondos desembolsados. La Comisión teme que España no logre completar sus compromisos antes de agosto de 2026, lo que dañaría no solo la imagen del país, sino la credibilidad del mecanismo europeo de recuperación.

En el informe de la Comisión sobre el Semestre Europeo 2025 se advierte que 4,5 millones de personas en España están en situación de exclusión en materia de vivienda con un déficit de 600.000 casas y escasez de mano de obra en la construcción.

Por último, la negativa del Gobierno a incrementar el gasto en defensa al 2%, cuando a finales de mes la OTAN pedirá un aumento del 5%, sin presupuestos presentados y con socios parlamentarios que no solo son reacios, sino hostiles a la propia existencia de la Alianza Atlántica, genera inquietud en Europa. Sánchez ya no figura en la primera línea de líderes que han visitado Kiev para mostrar su respaldo a Zelenski. Alemania, Francia, Polonia y Reino Unido sí lo han hecho. España se ha quedado atrás, sin explicaciones oficiales convincentes, en un momento en que la UE necesita compromisos sólidos.

“Sánchez corre el riesgo de convertirse en un ejemplo más de la degradación institucional que amenaza hoy a la UE desde dentro”

La capacidad de influencia de Sánchez ha decaído. Carece del peso político de Macron, Tusk o Starmer, y su soledad ideológica es cada vez más visible en una Europa que gira hacia la derecha. Sus posibles aliados naturales escasean salvo el laborismo moderado de Reino Unido. Esta orfandad ideológica le impide tejer alianzas estratégicas, algo imprescindible en tiempos de incertidumbre geopolítica.

Sánchez ha dejado de ser el referente socialdemócrata que fue. Y si no reacciona, si no se alinea con claridad en la defensa de los valores democráticos y del orden liberal europeo, corre el riesgo de convertirse en un ejemplo más de la degradación institucional que amenaza hoy a la UE desde dentro.

Europa necesita líderes que no solo hablen bien inglés y sonrían en las fotos, sino que encarnen con hechos el compromiso con la transparencia, el pluralismo y el Estado de derecho. España no puede permitirse prometer regeneración en Europa cuando a nivel interno se dirige a la degeneración.

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