Alemania: ¿declive o resurrección?
«Con una economía debilitada, una sociedad desconfiada y una oposición en ascenso, el proyecto político de Merz se enfrenta a enormes retos»

El presidente de la CDU alemán, Friedrich Merz. | Eduardo Manzana (Europa Press)
Ayer jueves, la OCDE publicó su Informe Económico sobre Alemania, en el que se nota un moderado optimismo. La organización estima que el PIB alemán crecerá un 0,4 % en 2025 y un 1,2 % en 2026, tras una recesión prolongada. La supuesta mejoría vendría impulsada por: la recuperación del consumo privado, menores presiones inflacionistas, un entorno político más estable y el repunte de la inversión privada, apoyada por altos niveles de ahorro y menores tipos de interés. ¡Quién lo diría! Después de tres años de estancamiento, la OCDE ha logrado encontrar un rayo de luz en la economía teutona.
Los informes de la OCDE son estudios periódicos que se realizan sobre la situación macroeconómica y las perspectivas estructurales de los países miembros. Su principal objetivo es evaluar el estado de la economía, identificar los principales desafíos y ofrecer recomendaciones de política económica.
Optimismo de la OCDE
El informe sobre Alemania destaca el papel clave que jugará la inversión pública, especialmente en infraestructura y defensa, posibilitada por la posibilidad de aumentar el déficit público. Un fondo de hasta 500.000 millones de euros podría activarse en los próximos años, con aumentos en la demanda interna y la modernización de la economía. Sin embargo, la OCDE advierte también de riesgos: la debilidad del comercio internacional y, por tanto, la caída de las exportaciones, la presión al alza en los salarios, la escasez de mano de obra cualificada y una productividad estancada.
Las recomendaciones incluyen reducir trabas burocráticas, digitalizar la administración, flexibilizar el mercado laboral y fomentar la competencia. En este sentido, la OCDE coincide con algunas de las propuestas más liberales del canciller Merz.
Coyuntura industrial adversa
El panorama optimista descrito por la OCDE contrasta con los últimos datos del Índice de Gestión de Compras (PMI) del sector manufacturero alemán. En el mes de mayo, marcó un 48,3, es decir, por debajo de 50, el umbral que separa el crecimiento de la recesión. Esta cifra indica que el sector industrial mantiene una fuerte contracción en los tres últimos años. En otras palabras, mayo fue el trigésimo quinto mes consecutivo en el que el PMI manufacturero se mantuvo en territorio negativo, por debajo de 50, lo que refleja una crisis prolongada.
Por otro lado, el Instituto Ifo ha señalado un descenso del 0,2 % del PIB en el primer trimestre de 2025, confirmando que Alemania continúa atrapada entre un estancamiento prolongado y una recesión incipiente. La construcción se ha desplomado, arrastrada por el encarecimiento de la financiación, la subida de los salarios y el aumento de los costes de los materiales.
Alemania cerró sus plantas nucleares y se desvinculó del gas ruso tras la invasión de Ucrania en 2022. Esto ha supuesto que la República Federal tenga que pagar precios energéticos superiores a los de sus rivales comerciales, lo que mina la competitividad de su industria exportadora.
Este deterioro de la competitividad de Alemania se debe principalmente al aumento de los costes laborales (superando incluso los altos precios de la energía). A ello se une una productividad estancada. Desgraciadamente, este estancamiento afecta especialmente al sector manufacturero, en declive desde 2018, sin beneficiarse de la recuperación de la demanda tras la pandemia. La creciente competencia global, los riesgos comerciales y la pérdida de competitividad complican la recuperación del sector.
¿Hay luz al final del túnel?
Más de un cuarto de siglo después de que The Economist apodara por primera vez a Alemania como el enfermo de Europa, la etiqueta vuelve a ser aplicable. Por eso Katherina Reiche, nueva ministra de Economía alemana, ha advertido que la supervivencia de la industria es crucial para mantener la soberanía alemana. Para afrontar este desafío, Reiche está impulsando un ambicioso plan de subsidios energéticos e insiste en la necesidad de diversificar las fuentes de energía, rechazando volver al gas ruso. Además, propone avanzar en tecnologías como la fusión nuclear en colaboración con Francia.
Merz ha impulsado una diplomacia más activa, visitando a Trump, reforzando vínculos europeos y apoyando firmemente a Ucrania. Incluso con un megaproyecto de inversión en defensa. Este giro ha generado tensiones internas tanto en su partido, la CDU (Democracia Cristiana), como en el SPD (Partido Socialdemócrata), pues crece el temor a una escalada con Rusia.
La coalición entre la CDU y el SPD parece cada vez más frágil, y la falta de respaldo popular complica su continuidad. El malestar social, el envejecimiento demográfico y la incertidumbre económica alimentan el escepticismo generalizado.
Pese a los desafíos estructurales y la inestabilidad política, aún existe margen para el avance. Merz ha propuesto frenar la inmigración ilegal, flexibilizar el mercado laboral, reducir la carga fiscal y reconsiderar el uso de la energía nuclear. Sin embargo, estas medidas aún no se han concretado. Y su aplicación dependerá del equilibrio de fuerzas en el Bundestag y de la cohesión interna del gobierno de coalición.
Alemania se encuentra en una encrucijada. Con una economía debilitada, una sociedad desconfiada y una oposición en ascenso, el proyecto político de Merz se enfrenta a enormes retos. Si no logra estabilizar su gobierno ni recuperar la confianza del electorado, Alternativa por Alemania podría consolidarse como la principal fuerza política en las próximas elecciones federales.
En este mandato, Merz ha intentado marcar un nuevo rumbo. Pretende que su país tenga más presencia en el escenario global, tras los años de débil liderazgo del excanciller Scholz, para lo que ha reforzado alianzas estratégicas con Francia, Reino Unido e Italia.
Merz quiere que Alemania resucite y se convierta en un actor ambicioso, que busca solución a los problemas mundiales. El tiempo dirá si sus políticas económicas revitalizarán el país.