The Objective
Antonio Caño

El verdadero relato del sanchismo

«La Guardia Civil ha venido a escribir el auténtico y definitivo relato del sanchismo: carencia de escrúpulos, ambición incontrolada y amoralidad»

Opinión
El verdadero relato del sanchismo

Alejandra Svriz

Después de más de una década de sucesión de diversos relatos, con frecuencia contradictorios, siempre oportunistas y la mayor parte de las veces falsos, el último y verdadero relato del sanchismo lo ha acabado escribiendo la Guardia Civil. Si se piensa bien, es lógico, puesto que solo un grupo de investigadores profesionales ajenos a la tensión política a la que Pedro Sánchez ha sometido al país este tiempo puede ser capaz de imponer la contundencia de los hechos allí donde el sujeto había sembrado odio, división y mentiras.

El auténtico relato del sanchismo es, como todos han podido comprobar, abyecto: una mezcla de ambición incontrolada, bajos fondos, farsa e inmoralidad. Es un relato que, en el lenguaje de la Guardia Civil, se corresponde con episodios documentados de corrupción política e ignominioso desprecio a la más elemental coherencia humana y política. Tal vez lo que más haya escandalizado a algunos socialistas haya sido ese bochornoso reparto de mujeres descritas como carne para el consumo masculino que se hacían altos dirigentes de un partido y un Gobierno que presumía en público de los más altos estándares feministas.

Pero, más allá de eso, el relato de la Guardia Civil es el que mejor encaja con el comportamiento político de Sánchez desde que se asomó a la política. En realidad, es el único que describe con propiedad lo que hemos visto en este país en los últimos años. Todos los demás relatos que el sanchismo ha contado eran falsos.

Era falso aquel primer relato del candidato liberal y afín al cuerpo tradicional del partido con el que Sánchez irrumpió -con ayuda de otros y otras, hay que recordarlo- en 2014 para derrotar al independiente y díscolo Eduardo Madina. Al relato de la Guardia Civil me remito de nuevo para mencionar las irregularidades detectadas en aquellas primarias, y que no se limitan a los dos votos de los que habla Santos Cerdán. Falsa era su convicción en un pacto con Ciudadanos, tan falsa como su apuesta por la moderación y el centrismo. Lo que no quita que también fuera falso después el giro a la izquierda para llegar a un acuerdo con Podemos. Y falsas eran -eso ya todo el mundo lo sabe- sus promesas respecto a las líneas rojas con Bildu y los independentistas catalanes. Falso es su europeísmo con acento chino y chavista. Falsa es toda su política exterior, movida por intereses que no se nos permite conocer a los ciudadanos.

«Está rodeado en su palacio por un ejército de constructores de relatos imaginativos, penetrantes, oportunos, pero todos ellos falsos»

Falsa era su tesis doctoral, su Manual de Resistencia escrito por otros, falsas eran sus amistades, a las que ha ido abandonando en la medida en la que lo exigía el guion de su vanidad y su soberbia. No quiero incluir en esta lista sus relaciones familiares, pero salta a la vista el comportamiento de sus más allegados. Hasta su aspecto físico, del que tanto presume y tanto éxito le ha reportado, es con frecuencia falso, retocado constantemente por múltiples maquilladores de su rostro y su cerebro para hacer que el público compre en cada ocasión el producto en venta.

Está rodeado en su palacio por un ejército de constructores de relatos imaginativos, penetrantes, oportunos, pero todos ellos falsos. Ha acabado siendo la Guardia Civil quien escriba el de verdad. El grupo de resistentes era en realidad una pandilla de aprovechados. Su jefe era, como decíamos en su día, un insensato sin escrúpulos para el que mentir y robar encajan en una escala de valores en la que únicamente se persigue el éxito personal y el disfrute de las mieles del poder.

No existe mayor corrupción que la transgresión de las normas constitucionales como pago por los siete votos que Sánchez necesitaba para conservar el Gobierno. Cualquier delito de los conocidos estos días palidece ante la gravedad de los que hemos conocido en los últimos años: el reparto del Estado para comprar apoyos a su persona.

Ese es, en el fondo, el comportamiento que se describe en el informe de la Guardia Civil trasladado a sus colaboradores más cercanos: abusos, mentiras, desatinos, una concepción del poder y del Estado como patrimonio privado del que se puede hacer uso sin límites, sin escrúpulos ni atisbo de sensatez. Ese es el verdadero relato del sanchismo: el Estado es mío. Me voy a retirar unos días a mi finca de Quintos de Mora para pensar con qué relato salgo ahora de este apuro.  

Publicidad