El barranco del Poyo y la Guardia Civil
«El informe de 220 páginas deja en muy mal lugar la actuación de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) aquel fatídico 29 de octubre»

Barranco del Poyo. | Europa Press
El viernes 25 de julio, cuatro días antes de que se cumplan nueve meses de la catástrofe de la dana, la Guardia Civil entregó a Nuria Ruiz Tobarra, la juez instructora que investiga la tragedia, un informe de 220 páginas que deja en muy mal lugar la actuación de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) aquel fatídico 29 de octubre en el Barranco del Poyo.
Las citas textuales extraídas por los medios sobre ese informe relatan así la actuación de la CHJ, presidida por Miguel Polo:
- «Destaca sobremanera la inexistencia de avisos como consecuencia del ascenso exponencial [del cauce], desde las 16.15 horas, momento en que se rebasa el umbral-1, las 17.00 horas, en que se rebasa el umbral-2, y las 17.25 horas, en que se rebasa el umbral-3».
- «Hasta las 18.43 horas no se realiza comunicación alguna del ascenso de caudal, con un dato, sin duda extraordinario, como fueron los 1.686,8 m³/s (metros cúbicos por segundo) de caudal circulante». (Por hacernos una idea: el caudal circulante del Ebro a su paso por Zaragoza fluctúa entre los 200 y los 300 m³/s. En la crecida de marzo de 2024, cuando el Ebro llegó a ascender hasta 4,5 metros a su paso por Zaragoza, ese caudal alcanzó un máximo de 1.633 m³/s).
- Aún más: la caja negra que registra todas las comunicaciones y decisiones operativas ante la catástrofe, indica que el aviso de tan letal caudal se registró, por parte de un operador, a las 19.13 horas, es decir, casi media hora después de que llegara el correo electrónico de la CHJ con el aviso de los 1.686,8 m³/s de caudal circulante.
- Y un poco más: la medición del caudal del barranco llegó hasta los 2.282,9 m³/s a las 18.55 horas, «tras lo cual no constan más registros por avería del dispositivo de medición».
La Guardia Civil apunta que uno de los problemas es que esos avisos de la CHJ no son automáticos:
- «Los avisos que deben llevarse a cabo sobre las superaciones o descenso de caudal no son automáticos, sino que requieren una validación manual por parte de los técnicos de sala como acción previa a su envío».
- «Llegados a este punto, cabría preguntar en este caso a los responsables de la CHJ cuál fue el motivo por el que no se llevaron a cabo los avisos de superación de los umbrales preceptivos por parte de las personas que tenían encomendadas esas funciones».
- Estos datos denotan «una aparente ausencia del control sobre el dispositivo de registro de la rambla del Poyo, justo en el peor de los momentos».
Miguel Polo, presidente de la CHJ, que no estuvo físicamente en la célebre reunión del Cecopi, podrá aclarar estos extremos a la juez cuando declare como testigo: está citado, pero aun sin fecha para prestar declaración.
El informe de la Guardia Civil no sólo apunta a esa (posiblemente negligente) actuación del organismo dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, entonces encabezado por Teresa Ribera, que estaba en Bruselas preparándose para ser comisaria europea. También relata los avisos que los ciudadanos trasladaron al 112, que depende de la Comunidad Autónoma, y que alertaron, también en tiempo real, de la magnitud de la tragedia:
- En Requena, la primera llamada sobre el desbordamiento se recibió a las 12.30 horas; en Utiel, a las 14.10 horas; en Turís, a las 16.30 horas; en Algemesí, a las 18.22 horas; en Ribarroja, a las 18.31 horas; en Chiva, a las 18.49 horas…
¿Y en Paiporta, zona cero de la tragedia? Ahí fue peor. De Paiporta se registraron 162 llamadas, 130 de ellas fueron solicitudes de rescate y la primera que avisó del desbordamiento del Poyo en esa localidad quedó registrada a las 18.32 horas.
Pero no saltaron las necesarias alarmas, ni por los avisos automáticos de la CHJ, que nadie de la Confederación trasladó a tiempo, ni por las insistentes llamadas de los vecinos al 112.
No en vano, el informe de la Guardia Civil recuerda lo obvio: las obras de canalización del barranco del Poyo, previstas desde 2011, siguen sin tener -siquiera- fecha tentativa de inicio.
Pero la habilidad publicitaria del Gobierno de Pedro Sánchez ha logrado que se instale en la opinión pública que el único error destacable de esa infausta jornada es que el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, estaba de larguísima sobremesa en el restaurante El Ventorro y que, por eso, no acudió a tiempo al Cecopi. Nada se dice que tampoco acudió el presidente de la CHJ, Miguel Polo, ni desde dónde siguió la tragedia el secretario de Estado, Hugo Morán. Y menos aún se cuenta que, quienes sí estaban, tenían otra preocupación en esas fatídicas horas. El informe de la Benemérita sí recoge ese extremo: lo que agobiaba a los reunidos en el Cecopi era el elevado riesgo -alertado por la CHJ- de inminente rotura de la presa de Forata.
A las cinco en punto de la tarde, la CHJ envió un aviso de emergencia indicando que procedía al desembalse de la presa de Forata, y que el vertido podría alcanzar caudales de 1.000 m³/s. Menos de una hora después, lanzó otra alerta: el vertido no estaba siendo suficiente para reducir el riesgo de rotura, lo que elevó la alerta a «Escenario 1 del Plan de Emergencia de la presa de Forata». No habían pasado ni diez minutos y, a las 18.06 horas, se recibió una tercera alerta «declarando Escenario 2 del Plan de Emergencia de la presa de Forata». Por resumir: el Escenario 3 significa rotura y, como sabemos, esa desgracia no llegó a ocurrir.
¿Justifica la lógica preocupación por la presa de Forata que nadie mirara lo que estaba pasando en el barranco del Poyo? Evidentemente no. Bien lo saben los familiares de las víctimas: de las 232 vidas que se llevó por delante esa DANA, 192 fallecieron a causa del desbordamiento del barranco del Poyo.
Y lo que menos justificación tiene es que tuvieran que pasar demasiados días (incluso semanas) hasta que empezó a llegar la ayuda del Gobierno a los damnificados. Eso no tiene perdón y no hay Ventorro que lo tape.
Los primeros días, la furia de los valencianos y el pasmo de los españoles al ver el insoportable abandono al que se sometió a los damnificados dirigió su desesperación contra el presidente del Gobierno. Lógico, el máximo poder lo ostenta el Gobierno de la nación… ese mismo Gobierno que no movió un dedo para paliar los daños. El rechazo ciudadano por tanto abandono lo experimentó en carne propia Pedro Sánchez el domingo 3 de noviembre en Paiporta: su huida, dejando al Rey solo, queda como uno de los imborrables hitos de su inefable mandato.
Aquel domingo de noviembre aún no se habían cumplido cinco días de la catástrofe y el enfado apuntaba, principalmente, a Sánchez. Inmediatamente se puso en marcha la maniobra política para el empate, con una primera manifestación en Valencia contra Carlos Mazón; sólo contra Mazón. Con sincronizada habilidad, conseguido el empate, había que pasar al desempate y en estos meses se ha logrado instalar en la opinión pública que Mazón es el único malo de la película. Pero ni la DANA es una película ni las responsabilidades por aquella tragedia, las sentencia la opinión sincronizada.
Mañana se cumplen nueve meses de aquella tragedia y este fin de semana hemos sabido que la Guardia Civil, también aquí, está haciendo bien su trabajo. Reconforta comprobar que la Guardia Civil y la Justicia siguen funcionando en España.