The Objective
Victoria Carvajal

Una Europa impotente

«Nada apunta a que esto vaya a cambiar. ¿Está Europa condenada a fracasar en el nuevo orden mundial multipolar y económicamente fragmentado que se abre paso?»

Opinión
Una Europa impotente

Ilustración de Alejandra Svriz.

Hace un año que Mario Draghi presentó su plan para salvar a Europa de sí misma. Una hoja de ruta para recuperar su competitividad y frenar el declive de su peso económico y geopolítico en el mundo. Aplaudido por la Comisión Europea, que fue la que le encargó el plan al italiano, y celebrado por la mayoría de los 27 Estados miembros, apenas se ha cumplido nada de lo propuesto en el mismo. Y eso que la victoria de Donald Trump dos meses después pareció ser el estímulo que precisamente Europa necesitaba para ponerse manos a la obra. No fue así. Y los peligros que desafían la supervivencia de su modelo económico y social, lejos de haber desaparecido, se han agudizado. Ni Bruselas ni los Gobiernos de los 27 han sido capaces de estar a la altura. Y nada apunta a que esto vaya a cambiar. ¿Está Europa condenada a fracasar en el nuevo orden mundial multipolar y económicamente fragmentado que se abre paso?

La inestabilidad política de alguno de los pesos pesados de la Unión, como Francia, incapaz de avanzar en las reformas que necesita la economía para frenar el desequilibrio de sus cuentas públicas, no invita al optimismo. En sus dos mandatos como presidente de Francia, Emmanuel Macron se ha visto obligado a nombrar a siete primeros ministros. Los últimos cuatro de ellos en menos de dos años. Una situación sin precedentes en la historia de la V República, un régimen establecido en 1958 que parece dar síntomas de agotamiento. El país vecino necesita con urgencia reducir su déficit público, que cerró 2024 en el 5,8% del PIB, casi el doble del 3% que exige el pacto de Estabilidad de la Unión Europea. Y con un Parlamento fragmentado, no hay Gobierno que sobreviva a la presentación de cualquier plan de ajuste. La desconfianza de los inversores internacionales crece y hoy Francia financia su deuda al tipo de interés más elevado de la zona euro, por encima de Grecia e Italia.

Francia es un síntoma del declive europeo. La inacción de sus gobernantes, la impotencia para atajar sus problemas es un síndrome que comparten Bruselas y muchos de los 27. «Ha pasado un año y Europa se encuentra en un lugar peor. Nuestro modelo de crecimiento se desvanece. Las vulnerabilidades se acumulan… y se nos ha recordado de forma dolorosa que la inacción amenaza no sólo nuestra competitividad sino también nuestra propia soberanía». Fueron las duras palabras que dirigió Draghi esta semana al hacer balance del cumplimiento de los objetivos incluidos en el plan que lleva su nombre.

El que fuera el presidente del Banco Central Europeo (BCE) que evitó la ruptura de la moneda común en lo peor de la crisis financiera de 2008-2013, fue más allá: «A menudo, se dan excusas para justificar esta lentitud. Decimos que se trata simplemente de cómo está construida la Unión Europea. A veces la inercia se quiere presentar como el respeto al Estado de derecho. Pero eso es complacencia». 

Y el entorno económico y geopolítico sólo se ha complicado. La guerra arancelaria declarada por Trump a la Unión se ha saldado con un acuerdo decepcionante para los intereses europeos. Europa está además permanentemente sometida al chantaje del presidente estadounidense. Cualquier acción legal defensiva contra las grandes empresas tecnológicas que operan en el viejo continente amenaza con ser respondida por la adopción de nuevos y arbitrarios aranceles. ¿Y a cambio de qué? Pues de poco. Como se ha visto en el ataque con drones lanzados por Rusia contra Polonia. Ha sido la constatación de la fragmentación y de la debilidad de la alianza atlántica. Si Putin quería ponerlas a prueba, ya tiene la respuesta. Si en el frente de la defensa, la Unión está hoy más sola y vulnerable que hace un año. 

«Basta con echar un vistazo a la evolución del superávit comercial de China con Europa: ha aumentado un 20% desde diciembre de 2024»

En lo que se refiere a lo comercial, está más sometida y débil. No sólo por el decepcionante pacto arancelario con Washington. O por su incapacidad para eliminar las barreras internas que podrían impulsar el funcionamiento del mercado común. También por su pérdida de competitividad en el sector de las manufacturas, como demuestra la caída de las exportaciones en sectores tan importantes como el automóvil. Basta con echar un vistazo a la evolución del superávit comercial (la diferencia entre exportaciones e importaciones) de China con Europa: ha aumentado un 20% desde diciembre de 2024. Así que no es sólo la batalla tecnológica la que está perdiendo. Por no hablar de las aún no resueltas dependencias estratégicas en materia de energía, tecnología y equipamiento militar. 

Por eso no deja de sorprender la falta de urgencia de los dirigentes a la hora de tomar medidas. El orden mundial está en una caótica transición y la complacencia que demuestra Europa puede convertirse en su peor enemigo.

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