The Objective
Esperanza Aguirre

«Los antifascistas son los auténticos fascistas»

«El sanchismo, fraternalmente aliado con los bilduetarras, no parece dispuesto a renunciar a la violencia cuando se aplica a los que no están con ellos»

Opinión
«Los antifascistas son los auténticos fascistas»

Disturbios en Pamplona por el acto de Vito Quiles. | EFE

En la mañana del pasado 30 de octubre el periodista y activista político Vito Quiles anunció la cancelación del acto que tenía previsto celebrar esa tarde en la Universidad de Navarra (privada y del Opus Dei) porque no contaba con autorización del centro. Lo anunció con un mensaje en X: «Suspendido el acto que tenía previsto para hoy en Pamplona. La Jefatura de la Policía Nacional me alerta de que no puede garantizar la seguridad del acto ante la amenaza de proetarras y abertzales desplazados del País Vasco a Navarra».

Esos proetarras y abertzales, que se autodenominan antifascistas, habían convocado protestas contra el acto de Quiles y la Policía Nacional había preparado un dispositivo de seguridad. También la propia Universidad había cancelado las clases y toda la actividad en su campus por seguridad, ya que en otros eventos de este activista se habían producido disturbios.

Estos grupos que se consideran antifas eran la organización comunista GKS (Gazte Koordinadora Sozialista, en español Coordinadora Juvenil Socialista), Ernai (organización juvenil de Sortu) y Jardun (coordinadora socialista e independentista).

Los convocantes, que no hay más que verlos para saber el nulo respeto que tienen al Estado de derecho y su identificación con las ideologías más totalitarias y criminales que en el mundo han sido, lograron reunir a unos 300 radicales, que se enfrentaron a la Policía Nacional y atacaron a un periodista de El Español, José Ismael Martínez, que estaba allí para cubrir la información y al que mandaron al hospital a que le dieran puntos en la cara que le habían partido a golpes. También resultaron heridos cuatro agentes.

Las imágenes del periodista herido y de la extrema violencia de los manifestantes me han sacudido profundamente, como creo que a cualquier persona de bien.

«Presumir, como hacen los socialistas navarros, de convivencia, cuando es con los herederos de ETA, es un sarcasmo»

Pero aún me han sacudido más las reacciones de los partidos políticos que hoy forman parte del entramado Frankenstein del cada vez más autócrata Sánchez.

El Partido Socialista de Navarra (PSN) contestó al mensaje de Quiles a través de la red social X: «Por suerte, no vas a romper la convivencia que hemos logrado en nuestra tierra». Y la vicepresidenta del Parlamento navarro, Ainhoa Unzu (PSN), añadió: «Gana la convivencia frente al odio. En Navarra no queremos enfrentamientos estériles que rompan el clima de entendimiento entre diferentes».

Impedir por la violencia un acto en el que alguien exponga sus ideas y sus proyectos políticos, te gusten o no, siempre será un ataque a la libertad de expresión. Y presumir, como hacen los socialistas navarros, de convivencia, cuando esa convivencia es con los herederos de los asesinos de ETA, es un sarcasmo repugnante. Y no digo nada si, apoyado en esa convivencia, se acusa de fomentar el odio al que no aplaude esa unión de filoterroristas y socialcomunistas.

Como pasa tantas veces con los fieles adeptos al sanchismo, cuando acusan de algo malo a alguien, casi siempre están describiendo lo que ellos mismos están haciendo: los que han cultivado el odio en este caso son los que fueron a impedir por la fuerza que un ciudadano expusiera sus ideas y los que, después, aplauden a los violentos.

«Para ellos fascismo es todo lo que no sea sanchismo»

Pero mucho más radicales y esclarecedoras han sido las reacciones que ese suceso ha provocado en el ámbito de Podemos. Y no se olvide que Podemos, no sólo fue el principal apoyo de Sánchez para ser investido en 2019, sino que, con el tiempo, se ha convertido en el auténtico think tank, del que toma su ideología.

Y es que tanto Irene Montero (eurodiputada y exministra con Sánchez del Reino de España) como Pablo Iglesias (exvicepresidente del Gobierno con Sánchez, también del Reino de España) han aprovechado la ocasión para hacer un canto a la violencia contra el fascismo. Para ellos fascismo es todo lo que no sea sanchismo.

Ellos se creen así muy originales. Pero no saben que lo que están haciendo es seguir la estrategia que, desde el Pacto del Tinell en 2003, ideó José Luis Rodríguez Zapatero: la unión de todos los que no sean de derechas para cultivar el odio contra ellos.

No olvidemos que ZP tenía claro que «nos conviene la tensión», es decir, el enfrentamiento radical con el adversario. Y que, cuando fue presidente del Gobierno, le faltó tiempo para aprobar la nefasta Ley de Memoria Democrática, que sólo tenía un objetivo: resucitar la Guerra Civil, terminada 65 años antes, para acabar con la reconciliación que había inspirado la Constitución del 78.

«Sánchez, hijo predilecto de Zapatero, ha seguido fiel a esa voluntad de dividir a los españoles»

Su hijo predilecto, Sánchez, ha seguido fiel a esa voluntad de dividir a los españoles e incluso le ha dado una vuelta de tuerca con sus actuaciones para levantar un muro que nos separe y enfrente. Además, con la ayuda de sus socios comunistas bolivarianos, filoterroristas, golpistas y racistas, pretende que esa división sea entre demócratas, que son ellos, y fascistas, que somos todos los demás.

De ahí la contundencia de Irene Montero cuando declara que «la democracia se construye desde el antifascismo», con lo que deja meridianamente claro su intento de identificar el totalitarismo comunista de Podemos con la democracia y de repudiar por fascistas a los que siempre vamos a luchar contra los totalitarios.

Y claro, contra los fascistas, los demócratas no tienen más remedio que recurrir a la violencia, como han hecho esos demócratas en Pamplona pisoteando a un periodista. Algo que los socios de Sánchez aplauden sin complejos y los sanchistas comprenden.

Así vuelven a adquirir actualidad aquellas declaraciones de Pablo Iglesias en las que alababa a unos manifestantes que apaleaban a un policía. Porque, no nos engañemos, el sanchismo, fraternalmente aliado con los bilduetarras, no parece dispuesto a renunciar a la violencia cuando se aplica a los que no están con ellos.

Al contemplar lo que ha pasado en Pamplona y las reacciones que ha provocado no está de más recordar, coincidiendo con el 50 aniversario de su asesinato, la magistral frase de Pier Paolo Pasolini: «Los antifascistas son los auténticos fascistas».

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