Olvídese de nosotros, señor Feijóo
«El líder del PP debe escapar del marco estratégico del sanchismo y asentar un perfil propio, consciente de que a su derecha hay más votos que a su izquierda»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Creo pertenecer a un grupo de votantes plenamente convencidos de la perversidad del sanchismo, pero a los que repugna también la demagogia frentista de Vox y que no se resignan a que lo último sustituya inevitablemente a lo primero. Es el mismo grupo que contempla la posibilidad de votar por Alberto Núñez Feijóo, pero que no se decidirá hasta el último minuto y que podría acabar por no hacerlo.
Moderado por naturaleza y confiado en que ese segmento de población llegue a ser lo suficientemente nutrido como para compensar lo que pueda perder a su derecha, Feijóo se ha dedicado hasta ahora a cortejarlo con la esperanza de que su rechazo a Sánchez se convirtiera un día en un voto para él. Siempre he aplaudido esa actitud porque coincide además con la voluntad de entendimiento que necesita este país para emprender las reformas urgentes que nuestra democracia está reclamando.
A estas alturas y a la vista de la utilización que el sanchismo ha hecho de esa estrategia y del impacto que consigue en las encuestas, tengo la impresión de que se trata de una estrategia equivocada. Desgraciadamente vivimos en un mundo muy polarizado y, aunque el origen de esa polarización sea bastante artificial, sus efectos son reales y tienen consecuencias inmediatas. Nuestro país no está para medias tintas. Como comprobamos con cada nuevo escándalo, los que defienden a Sánchez lo van a hacer hasta el último día y sin detenerse por escrúpulos de ningún tipo. Nadie como él ha hecho buena la máxima trumpista de que puede disparar a alguien en medio de la Gran Vía y los suyos le seguirán votando.
Feijóo está obligado, por tanto, a crear un proyecto de semejante cohesión en el lado contrario. Para ello se requiere claridad de ideas, liderazgo creíble y una buena dosis de atrevimiento. Hay que dar pasos sin miedo a equivocarse y, en ocasiones, sin el consenso que desearía. Felipe González no solicitó el respaldo previo de nadie para presentar la moción de censura de 1980. La perdió, pero su autoridad salió reforzada. Feijóo tiene que generar ilusión entre un número elevado de votantes que lo vean no solo como el hombre capaz de desalojar a Sánchez del poder, sino de construir una alternativa que borre su huella y siembre la semilla de una sociedad diferente. No hablo tanto de medidas de Gobierno —aunque también—, sino de emociones, porque —insisto, desgraciadamente— vivimos un momento dominado por ellas.
Para eso, Feijóo tiene que olvidarse de votantes como yo, que lo arrastran por el camino de la duda y la indefinición, y dedicar todo su esfuerzo a los que están deseando encontrar motivos para votarle. Los votantes como yo nos llevamos las manos a la cabeza cuando otros dirigentes del PP repiten los métodos que nos resultan odiosos en Sánchez y lo vamos a seguir haciendo porque la mayoría de los votantes como yo somos ya mayores para cambiar las convicciones que nos encadenan. Pero hay algunos métodos de Sánchez que será inevitable copiar si se le quiere derrotar.
«No es momento de pensar en elecciones. Entre otras cosas porque es algo que no depende de Feijóo»
El más obvio es el de las líneas rojas. Como por arte de magia, Sánchez, que tantos muros ha levantado entre los españoles, ha hecho desaparecer el que históricamente ha separado a los socialistas de los independentistas en general y mucho más de lo que en su día fue el soporte político de ETA y hoy es el ejecutor de la política en nombre de la cual ETA asesinaba. Si Sánchez ha conseguido que ahora se vean los pactos con Bildu como una opción más dentro de las posibilidades que ofrece un sistema parlamentario, ¿por qué va a tener que esconder Feijóo sus acuerdos con un partido de derechas que nos desagrada mucho a los que no sabemos si acabaremos votando por Feijóo, pero contra el que no tienen nada la mayoría de los que están seguros de hacerlo?
Feijóo debe buscar mayorías y, sin duda, a su derecha hay más votos que a su izquierda. Es así de simple. Sin esas mayorías, la vida será muy dura para él. La manifestación de ayer no sobra, pero no basta. Hay que hacer más, ser más atrevido. Quedarse esperando a que las sentencias judiciales, una tras otra, minen el apoyo electoral a Sánchez y lo acaben asaetando hasta la muerte o implorar por elecciones anticipadas como el que ruega por la lluvia en temporada de sequía es la receta para la frustración y tal vez hacia la derrota.
No es momento de pensar en elecciones. Entre otras cosas porque es algo que no depende de Feijóo y sólo sirve para crear una ansiedad innecesaria y dejar patente su debilidad. Es momento de convencer a los votantes de que él es la alternativa, con firmeza, con convicción. Y olvídese de nosotros. Olvídese incluso cuando le critiquemos por hacer lo que seguramente tiene que hacer.