The Objective
Victoria Carvajal

Europa no escarmienta

«Lo más probable es que esta nueva advertencia y potencial futura injerencia en la política interna por parte de EEUU no sirva tampoco para que Europa escarmiente»

Opinión
Europa no escarmienta

El presidente de EEUU, Donald Trump.

Comparten la visión depredadora del mundo. Los países fuertes han de someter a los débiles y repartirse el poder por zonas de influencia. En este nuevo orden, valores como la democracia, la libertad, los derechos humanos y el derecho internacional son un estorbo. Y Europa tiene todas las de perder. A su incapacidad para frenar su declive económico y su ineptitud para lograr a tiempo una suficiente autonomía militar que garantice su seguridad, se suma ahora al deseo de Washington de debilitarla desde dentro, tal y como recoge la estrategia de seguridad nacional publicada hace pocos días por la Administración estadounidense. Para conseguirlo, Trump coincide con Putin en que hay que apoyar a los partidos de extrema derecha europeos. Cuanto más iliberales, populistas, nacionalistas y anti-Bruselas sean, mejor. Si los países europeos no recuperan su soberanía para asegurarse una Europa blanca y cristiana, dejarán de considerarse unos socios fiables.

Es una estrategia que se ha demostrado eficaz, por ejemplo, en el caso de Argentina. Su actual presidente, el populista anarcocapitalista Javier Milei, consiguió hace poco más de un mes que Trump ofreciera un paquete de rescate de 20.000 millones de dólares para frenar la depreciación del peso y el aumento de la deuda. Un trato de favor se enmarca en la estrategia del presidente estadounidense de hacerse con el control geopolítico del continente americano y que le sirvió a Milei su reelección a principios del pasado diciembre. No se trata de salir al rescate económico de ninguno de los países miembros de la UE, pero contar con el favor del presidente de la primera economía mundial es un buen reclamo electoral para las opciones políticas de extrema derecha afines a Trump. ¿A qué fuerzas políticas europeas podría darles alas un hipotético apoyo de Trump? 

A Nigel Farage y su formación de extrema derecha, Reform UK, en el Reino Unido; a la pronazi Alternativa para Alemania, la segunda fuerza más votada en las últimas elecciones en Alemania; a la Agrupación Nacional, heredera del Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia; a la presidenta de Italia y dirigente de Fratelli d’Italia, Giorgia Meloni; Fidesz Unión Cívica del presidente Viktor Orbán en Hungría; el ultraconservador Partido de la Libertad en Austria, o la extrema derecha de Ley y Justicia en Polonia. Países como el Reino Unido, Alemania o Francia atraviesan además severos problemas económicos. Un bajo crecimiento, alta inflación, deuda pública elevada, como es el caso del Reino Unido. O un déficit y deuda públicos desbocados y también un crecimiento débil, como le ocurre a Francia. O una grave crisis de desindustrialización y unas fuertes tensiones comerciales que lastran también su crecimiento, como le pasa a Alemania. 

Pero lo más probable es que esta nueva advertencia y potencial futura injerencia en la política interna europea por parte de Estados Unidos no sirva tampoco para que Europa escarmiente. Las autoridades europeas siguen instaladas en la complacencia de todo lo conseguido por la Unión. No importa si hace tres décadas representábamos el 25% del PIB mundial y ahora el 14%, somos el mejor continente para vivir. Es cierto, ¿pero por cuánto tiempo? Los 27 Estados miembros han recibido varias llamadas de atención en los últimos años, pero apenas se han puesto las pilas. 

Quince meses después de la publicación del Informe Draghi para recuperar de manera urgente la competitividad, sólo se ha ejecutado un 11% del mismo. Algo similar sucede con el informe de Enrico Letta para reducir las barreras y el exceso de regulación del mercado intracomunitario. Según el FMI, su supresión permitiría a Europa alcanzar a EEUU en renta per cápita. La productividad de la UE aumentará un 20% si se aceleraran las reformas para armonizar legislaciones o abrir sectores protegidos. Tampoco la invasión rusa de Ucrania en 2022 ha servido para impulsar la necesaria autonomía militar de Europa, ni tampoco la integración de las políticas de Defensa. Pese a la amenaza de Rusia en nuestras fronteras, los 27 han tardado casi cuatro años en acordar un plan de Rearme para reforzar su capacidad militar. Ambicioso en el importe, moviliza 800.000 millones de euros, tardará aún tres o cuatro años en garantizar esa deseada independencia militar. Mientras, la nueva estrategia de Seguridad Nacional de Trump nos ha estallado en la cara. Y Ucrania, a la que Europa le ha prestado la ayuda militar justa para defenderse, pero no para ganar la guerra, se va a convertir en la primera víctima de nuestro irresponsable ensimismamiento.

Hasta ahora Europa ha considerado que Trump es impredecible e inconsistente pero manejable. Ha practicado una política de cesiones como vía para apaciguarle. Desde el humillante acuerdo comercial firmado en julio en el que la UE aceptaba un 15% de arancel fijo para la mayoría de sus importaciones a EEUU sin tomar represalias a cambio, o sus compromisos a no sancionar a las grandes multinacionales tecnológicas o el acuerdo de la OTAN para subir al 5% del PIB el gasto militar… Cesiones que nos decían eran tácticas para mantener el apoyo de Trump en la defensa de Europa frente a una agresiva Rusia. De poco ha servido. 

¿Escarmentará por fin Europa? Lamentablemente, nada de lo vivido en los últimos años de múltiples crisis permite confiar en que esta vez sí lo hará. 

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