
Un misionero laico. Carta a mi hermano Jaime
«Con tu habitual «aquí estoy, ¿en qué te puedo ayudar?» te pulías cada día. Siempre leal a tu corazón, te transformaste en un misionero laico»

«Con tu habitual «aquí estoy, ¿en qué te puedo ayudar?» te pulías cada día. Siempre leal a tu corazón, te transformaste en un misionero laico»

«Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que una mujer libre pase por el tubo del feminismo viciado y averiado de Podemos»

«En mi memoria se recortan ahora sobre un fondo de fracaso, porque ninguno de los tres propósitos que me hice (no diré cuáles) los he cumplido. Pero el placer que destilan es quizá, por ello, superior»

«Creía que siempre había caminos por los que transitar juntos o puentes nuevos que tender»

«A mí, comer me gusta más que comer con las manos, pero soy muy adaptable y en general valoro más la prosa poética que los cantares de ingesta o la lírica sutil

«Manejamos una certeza incontestable: la renovación no puede aplazarse ni un día más por una cuestión de limpieza institucional»

«Es una época de transición: hay una sensación de final de algo, pero lo que está por venir aún no ha llegado»

«El poder no va a desaprovechar esta crisis, pero nosotros no deberíamos entregar nuestra libertad»

«Lo primero que me viene a las mientes es ese rostro del abuelo galdosiano que ya nunca más sería galdosiano en exclusiva. Y eso que Fernando nunca amó a Galdós, aunque precisamente para odiarlo hay que hacer algo no muy habitual en el mundo que vivimos: conocerlo»