
Una pisada en la arena
Para que la vida no se pareciera a ese aullido interminable del poeta, los viejos babilonios inventaron el calendario. Fue el primer acto de desobediencia frente al cosmos: el tiempo humano, dotado de una peculiar orografía, ya no sería nunca más el tiempo de la física, una hilera sin fin de instantes iguales y homogéneos.







