Mi madre en la manifestación de Societat Civil Catalana
Laura Fàbregas

Mi madre en la manifestación de Societat Civil Catalana

Uno de los ‘éxitos’ más significativos del procés independentista ha sido ver a gente como mi madre en la manifestación de Societat Civil Catalana. A mi madre nunca la verán con un trapo, ni catalán ni español, ni tampoco de cocina. Para ella las banderas siempre han sido “trapos sucios de sangre”, me decía cuando, como cualquier joven con inquietudes políticas, flirtee con el independentismo en mi etapa universitaria.

Cataluña: lo que queda por delante
Pilar Cernuda

Cataluña: lo que queda por delante

Aplicación implacable del 155 y primer aniversario de Rajoy como presidente de gobierno en su segunda legislatura. La puesta en marcha del 155 ha sido un rotundo golpe de fuerza de un hombre, Rajoy, que se había labrado fama de político débil, pusilánime, indeciso y que se aferraba al transcurrir del tiempo para ver si se pudrían los problemas por si solos. Es evidente que a Rajoy le conocían pocos, aunque esos pocos se han hartado de decir que su imagen no se correspondía con la realidad.

Podemos y la gestión de los animales muertos
Miguel Ángel Rodríguez

Podemos y la gestión de los animales muertos

Los ecologistas de ciudad sueñan con tener un día una cabaña de ganado, en mitad de un prado cercano a un río. Ellos creen que eso sería una vida maravillosa. En tal caso, piensan en la dureza de levantarse pronto a ordeñar, pero lo compensan con imaginar el frescor del viento al amanecer en su rostro, y se sonríen. También aventuran que será duro andar limpiando la porquería de los animales, pero se les pasa al entender que eso será oler a Naturaleza pura: a la Madre Tierra.

Quién (no) fue Martín Lutero
Miguel Ángel Quintana Paz

Quién (no) fue Martín Lutero

Un día de octubre como hoy, pero hace justo quinientos años, un monje alemán estaba a punto de desatar uno de los acontecimientos más importantes vividos por los europeos en todos estos siglos. No obstante, si pudiéramos observarlo por una rendija a través del tiempo, nada parecería presagiar tanta enjundia. Observaríamos solo a un profesor de Teología de treinta y tres años, ya casi treinta y cuatro, vestido con austero hábito agustino, que se afanaba por resumir sobre un papel todo lo que le parecía más urgente debatir en su iglesia, la católica. No nos parecería algo particularmente estrambótico: si algo se supone que deben hacer los doctores de una universidad como la suya, en Wittenberg, es justo discutir este tipo de cosas. Martín, que así se llamaba nuestro monje, era además ducho en ello: a sus alumnos les apasionaba su voz “a la vez suave y dura”, decían, jamás vacilante, capaz de expresarse con la claridad del cristal.

Moltes gràcies
Enrique García-Máiquez

Moltes gràcies

La idea de este artículo no es original. Incluso me copio a mí mismo, que ya es el colmo, pues ya hice dos acciones de gracias al nacionalismo catalán, una por su tozudez, y otra, aquí mismo, por la maravillosa pax catalana que reina en los chats familiares del resto de España. Muchos otros colegas han escrito artículos de gratitud al independentismo por esto o por aquello. Yo no vengo aquí, pues, a ser rompedor, sino sistemático y meticuloso. A poner mis agradecimientos en fila y numerados ahora que se avecina un cambio de tercio. También a cumplir religiosamente con una españolísima ley, que recordaba en otro artículo de gratitud el filósofo Ruiz Zamora: “Es de bien nacidos el ser agradecidos”.