Fuego y furia
Jordi Amat

Fuego y furia

Bannon es una de las principales fuentes de este libro tan polémico y alarmante. En su arranque, con la eficiencia de un buen reportero, el autor describe una cena entre amigos en Greenwich Village. Hace sólo un año.

Las brasas del Edén
Daniel Capó

Las brasas del Edén

Cuando cada año llegan los Reyes por estas fechas, suelo recordar unas palabras de Chesterton: «En los cuentos de hadas, el universo se vuelve loco, pero el héroe no».

El pozo de Diana Quer
Valentí Puig

El pozo de Diana Quer

El asesinato a modo de juego experimental o como acceso a la fama supera no pocas formas tradicionales del crimen, con la truculencia pavorosa que añade la desintegración social y moral que denotan los culpables. En otros casos, como en el asesinato de Diana Quer, todo puede ocurrir en cualquier otro lugar de cuyo nombre habrá que acordarse. Su asesino confeso, un sujeto como El Chicle, representa un vértigo de cambios sociales ajenos a la ley y que justificarían sobradamente el principio de tolerancia cero.

Adiós al mito Soraya y otras lecciones catalanas
Elvira Grandet

Adiós al mito Soraya y otras lecciones catalanas

La eficiencia de Soraya ha sido uno de los mitos que han sostenido a este Gobierno: según la leyenda, mientras Rajoy encadenaba vegueros, ella era una superdotada de la multitarea. Lo era hasta el exceso: en un chat Oriol Junqueras, en el otro Sanz Roldán. Por supuesto, si Soraya dio pie al mito, fue la prensa –bien nutrida por ella- quien lo construyó: ni un editorial, ni un periódico, se ha atrevido a tocarla, mientras desde vicepresidencia se redirigían todos los dardos a su jefe.

Inmaculada y el lacito
Jesús Nieto

Inmaculada y el lacito

El pensamiento de Colau es como el Olentzero, como las meigas en las forestas gallegas, como San Nicolás montado en un reno y todo junto, a la vez, y en ‘primetime’ en La Sexta y TV3; así que ya ven ustedes lo plurinacional que se pone uno por estas fechas entrañables.

El ‘síndrome de Arbogast’
Antonio García Maldonado

El ‘síndrome de Arbogast’

La llegada de personajes públicos ambiciosos y resolutivos con aura de gestores con aplomo (sean políticos o empresarios) me traen a la mente al inefable Arbogast, el detective privado de Psicosis. Tras su impetuosa entrada en escena, sobrado y jactancioso, el que creemos que resolverá el difícil caso de la desaparición de Marion y el dinero tarda un cuarto de hora en morir asesinado sin misericordia. De nada le ha servido su media sonrisa sarcástica de hombre duro, experimentado, conocedor de una realidad demasiado dura para los demás y de la que parece querer ponernos a salvo.

Miguel Ángel Quintana Paz

Los nuevos sacristanes

on todo y con eso, esa proposición de Ciudadanos incluye un apartado que me ha llamado especialmente la atención: quieren que el Gobierno dé lecciones a tuiteros, youtubers, instagramers, etcétera para que expandan las ideas correctas