Agrupémonos todos cada día
José María Albert de Paco

Agrupémonos todos cada día

Llevo observándolos durante años y he llegado a creer que la reivindicación de la independencia es un pretexto para revolcarse en el barro de la historia, para suspender, siquiera por un minuto, la enojosa realidad y entregarse al melodrama con frenesí de derviche.

Teodoro León Gross

El 1-O no es para Griffith, sino para Chesterton

Para medir la fascinación y la mística de una causa, nada como ver quienes son sus apóstoles sobrevenidos. La estrategia nacionalista en Cataluña ha invertido energía y dinero en dotarse de una proyección que traspasara fronteras, pero a estas alturas sus figuras internacionales más conspicuas son Assange, Varoufakis y Yoko Ono. No son muchos –más o menos  los mismos que en defensa del silbo gomero– pero es difícil encontrar un grupo más peculiar: el ciberactivista formado en los hackers Subversivos Internacionales que ha pasado cinco años en una embajada de Ecuador huyendo de dos delitos de violación y acoso, el ministro pijipop de Grecia elevado a icono antisistema al que en su país acusan de alta traición, y una artista de arte casi desconocido que se cargó a los Beatles. Enorme panda.

Que nos dé la vida
Lea Vélez

Que nos dé la vida

16:30. Mucho calor. Madres y padres nos apiñamos en cuatro metros cuadrados de sombra de un colegio británico, mientras esperamos a que salgan los niños de sus clases. Observo que hay un hombre por cada cinco mujeres. Ellos, trajeados con corbata, los dejan por las mañanas y ellas suelen ser las encargadas de recogerlos por la tarde, porque no hay hombre que salga de la oficina a las cuatro.

Haréis de mí un extranjero
Juan Claudio de Ramón

Haréis de mí un extranjero

Tengo –tenemos– dificultades para hacer entender a mucha gente la gravedad de lo que sucede en Cataluña. La dificultad es considerable con el español del resto del Estado que no sospecha que hay en marcha un golpe para sustraerle una amplia porción del ámbito geográfico donde se despliegan sus derechos de ciudadanía. La dificultad, en cambio, es máxima cuando se intenta hacer ver a los militantes en el independentismo el verdadero sentido de la empresa que apoyan.

Fin de ciclo
Marina Porras

Fin de ciclo

No hay ser más temerario que una persona habitualmente discreta y moderada que se da cuenta que sus principios y preceptos morales le exigen que haga algo que, si solo fuese por su propia satisfacción y curiosidad, no hubiera tenido nunca el atrevimiento de hacer. 

La Cataluña vacía
Josu de Miguel

La Cataluña vacía

Después de seis Diadas, apenas ya nada nuevo se puede decir sobre las mismas. Se consolida en Cataluña un movimiento de masas con gran poder de convocatoria, que ejerce una capacidad de persuasión política sin parangón ni en Europa ni en el mundo. Probablemente, solo ideologías de carácter religioso pueden convencer de manera tan rotunda a los ciudadanos de que alcanzar un objetivo no requiere considerar los daños colaterales. La relación entre nacionalismo y religión ha sido muchas veces puesta de manifiesto. Y, desde luego, no soy la única persona que mientras leía Sumisión de Houellebecq, veía importantes paralelismos con las sucesivas conversiones al independentismo entre amigos y compañeros de trabajo. En fin, hay que reconocer que la libertad de reunión y manifestación es un pilar de la democracia constitucional, pero cuando se transforma en performances industrializadas convierten a la política en una lucha en torno a los metros cuadrados ocupados en la calle.

La revolución de las impresoras
Cristian Campos

La revolución de las impresoras

Doug Martsch es el cantante de la banda americana Built to Spill y uno de los mejores letristas de su generación. En Car, una canción de 1994 que habla (entiendo yo) de la distancia entre nuestras fantasías y la realidad, Martsch se burla de alguien que no cree que esa distancia exista: “Quiero estar ahí cuando descubras de qué están hechos los cometas, las estrellas y las lunas, quiero las especificidades de la idea general”.

Les pierde la estética
Jordi Bernal

Les pierde la estética

Sí, he recordado al adusto (y un tanto pelmazo) Unamuno y su célebre “a los catalanes les pierde la estética”. He estado a punto de gritarlo en plena Rambla de Cataluña cuando el azar me ha confundido con una masa uniforme de trapos y veraneantes al sol. Por un momento he temido encontrarme en pleno centro de alguno de esos villorrios costeros de pesadilla ante tanta alpargata fernández, sandalias con calcetines, sombreros de paja, pantalones cortos y riñoneras. Suerte que los guturales acentos del catalán interiorísimo me han devuelto a la realidad pues me ha parecido por un instante estar rodeado de sajones de camping y balconing.