Las leyes de la ciudad
Juan Claudio de Ramón

Las leyes de la ciudad

No recuerdo si Sófocles registraba la estación del año en que se desarrollaba la acción de Antígona. Se me antoja pensar que era verano, porque en verano las plazas parecen más duras y las leyes más duras y el mundo un lugar menos propicio al acuerdo y no en balde decimos que es el sol quien hace justicia. Empecé la semana conmovido por el caso de Charlie Gard, que ya no está. Tenía once meses, era ciego, era sordo, y vivía entubado porque sus células se negaban a crecer y no quise seguir leyendo porque se me rompía el corazón. Hace unos días sus padres dieron por perdida la batalla legal emprendida contra el hospital pediátrico de Londres que les denegaba el permiso para trasladar a Estados Unidos a su hijo, donde quizá –sólo quizá- un tratamiento experimental podía hacer que Charlie salvara la vida, tuviera una. Una campaña en redes, merecedora de la atención de Donald Trump y el papa Francisco, había recaudado más de un millón de libras para pagar viaje y tratamiento. Pero los médicos estaban convencidos de que prolongar la vida del hijo era prolongar su sufrimiento. El juez dio la razón al hospital y autorizó que Charlie regresara al lugar del que tal vez nunca había salido del todo.

Lo posible
Lea Vélez

Lo posible

En mi obsesión por dar con el mejor método, la teoría, el lugar mágico en el que se les enseñe a los niños arte, historia, matemática y humanidades, ciencia y geografía sin machacar o aburrir o adocenar o anestesiar, descubrí que la solución al problema pasa por tener menos alumnos por clase, para poder sacar a los niños de su actitud pasiva, con profesores más preparados, y, sobre todo, mucho mejor pagados. Enseñar es una vocación que debe merecer la pena. Todos, hijos y padres, profesores y alumnos, deseamos lo imposible, que la educación, realmente, merezca la pena. Pero ocurre una cosa: como esto de reducir la ratio y dar más, mucha más calidad, parece imposible, al menos a largo plazo, nos rendimos.

Juana Rivas: Las opiniones son sagradas, los hechos son libres
Teodoro León Gross

Juana Rivas: Las opiniones son sagradas, los hechos son libres

Con el previsible ‘Yo soy Juana Rivas’ en las redes, como quien proclama #YoSoyCharlieHebdo, sus partidarios tardaron poco en aparecer y alcanzar hasta las más altas magistraturas del Estado. Incluso el presidente. Después le siguió el fuenteovejuniano ‘Juana Rivas está en mi casa’. Es lógico: su historia tenía todo para conmover a una sociedad cada vez más sensible a la violencia machista, con el componente de la madre coraje protegiendo a sus cachorros amenazados. Eso conecta con instintos profundos de la condición humana.

El tempranero Marsé
Jordi Bernal

El tempranero Marsé

Hace unos días el periodista Juan Cruz llamó a unos conocidos artistas catalanes y les preguntó por la cosa esa del Procés. Todos estaban en contra con sus matices a cuestas en un reportaje que publicó El País. Curiosamente, salieron analistas criticando que los que hablaban lo hacían tarde e incluso mal. Coincidían, cosas del oasis, el maestro Arcadi Espada y el director de la edición local de El Mundo, Àlex Salmon.

Punto y final al aborto
Cristian Campos

Punto y final al aborto

Dice Enrique García-Máiquez que siendo conservador uno acaba acostumbrándose a las derrotas. Le voy a dar una victoria. Un equipo de investigadores del Hospital de Niños de Filadelfia ha logrado que ocho corderos sobrevivan durante su último mes de gestación en un útero artificial similar a una bolsa de plástico con cierre de cremallera. El experimento abre la puerta al incremento de la esperanza de supervivencia de bebés muy prematuros, unos treinta mil cada año sólo en los EEUU.

Amar y odiar los gimnasios
Joaquín Jesús Sánchez

Amar y odiar los gimnasios

En una sala enorme, varias hileras de hombres y mujeres sudan y bufan. Corren, pero no avanzan, empujan y nada se mueve. Una música aberrante (un ritmo industrial) marca el compás del ejercicio. El lugar no tiene ventanas sino unos grandes conductos de ventilación. No hay relojes.

El linchamiento
Jaime G. Mora

El linchamiento

Aquella historia armó un buen revuelo en la revista. Nunca habían llegado a la redacción tantas llamadas y cartas por una obra de ficción como aquel verano. De las cerca de trescientas cartas que enviaron a la autora, en solo trece se dirigían a ella con respeto. La mayoría eran de amigos.

Rutina: la intimidad permitida
Andrea Mármol

Rutina: la intimidad permitida

En la playa de Benalmádena este final de julio todo parece pensado para ser visto y expuesto a los demás. Desde la pequeña terraza de la habitación del hotel puedo ver la hilera de rocas a unos veinte metros de la orilla a la que no dejan de acudir bañistas para subirse a ellas casi en un acto de proclama y, una vez allí, quién sabe, puede que algún familiar desde la sombrilla les tome alguna fotografía.