Por qué queremos a Quino
«Queremos a Quino porque nos trató de tú a tú en un momento de nuestra vida en que lo habitual era que nos tratasen con condescendencia»
La semana pasada murió Quino, el dibujante, creador de Mafalda. Tenía noventa años y murió en Buenos Aires. El dibujante Liniers, creador de Enriqueta, un poco hija de Mafalda, decía que él era hijo de Quino en tanto que Justin Bieber lo era de los Beatles. Me puse la entrevista que le hizo Joaquín Soler Serrano en A fondo, dos Joaquines juntos. Volví a leer la columna de David Gistau contando que se cruzaba a Quino en el ascensor. Las redes sociales se llenaron de sus dibujos, de sus tiras de Mafalda y fue portada de casi todos los periódicos. Casi había olvidado los ratos que pasé de niña mirando a esa otra niña sabihonda, que siempre tenía una salida inesperada y que dejaba a los adultos y a sus amigos con la boca abierta. A mí también. Y solo ahora he entendido algunas de las viñetas que leí entonces. La gracia era tratar de anticiparse a ella: sabía que haría un quiebro, pero por dónde. Si alguna vez estuve cerca de acertar, seguro que fue entonces más que ahora.
La escritora Mercedes Cebrián ha escrito un homenaje emocionante en Letras Libres; recuerda la tira en la que Mafalda espera durante cuatro viñetas a que la tortuga Burocracia llegue a comer su lechuguita. Por supuesto que cuando leíamos eso de niñas no entendíamos el chiste como ahora, pero entendíamos otras cosas, como explica en el texto Cebrián: “esa historieta era para mí un enigma y a la vez un gran aprendizaje estético, pues darme cuenta de que se podían ‘gastar’ cuatro viñetas de un total de seis en tener a Mafalda esperando sentada y aburrida la llegada de la tortuga me parecía de lo más revolucionario, lo mismo que ese dirigirse de usted a la mascota”. Los personajes de Quino nos hablan a todos y las lecciones que los niños extraen de esa lectura son tan sorprendentes como las respuestas de Mafalda. No es como las películas de Pixar, son para niños pero tienen algún chiste para los padres. Queremos a Quino porque nos trató de tú a tú en un momento de nuestra vida en que lo habitual era que nos tratasen con condescendencia.
Hay una cosa que señala Mercedes Cebrián en su texto y que me ha hecho pensar: “Existen pocas experiencias más gratas que no terminar de entender algo que te fascina y a la vez intuir que el placer que te espera si sigues intentándolo merece la pena con creces”; y creo que nunca lo había visto tan claro. Es lo que explica que nos esforcemos en ver algunas películas menos complacientes que otras, que elijamos unos libros menos fáciles que otros, nos esforzamos porque esperamos una recompensa, pero a veces esa recompensa es también haberlo intentado y haber llegado hasta el final.