Qué une a Plácido Domingo, la listeriosis, el Amazonas
Las tres guardan un sesgo que los une: son temas de índole política, sensibles temas de índole política
Tanto las acusaciones de acoso a Plácido Domingo como el brote de listeriosis y los incendios en el Amazonas guardan un sesgo que los une: son temas de índole política, sensibles temas de índole política. En el caso del tenor, la impunidad de grandes referentes de la historia reciente, de quienes ahora se destapan abusos que han sido silenciados, por miedo y por interés, durante años, todo esto dentro del contexto del movimiento Me Too. En cuanto a la listeriosis, la mala gestión de las autoridades públicas; es decir, políticas. De los incendios en el Amazonas, la pérdida de la flora y de la fauna, con el evidente telón del ecologismo.
La connotación política, ideológica, de estos hechos suele complicar el análisis sosegado. El activismo militante de las redes sociales, casi siempre más preocupado en defender una idea que en estudiar esa idea, tampoco ayuda. En apenas horas después de que salten las informaciones, es habitual leer grupos de opinión sobre estos temas. Bandos que responden a una posición ideológica, y que emiten el juicio que de ellos se suele esperar. Así, por ejemplo, cuestionar el anonimato y la falta de pruebas en los acosos sexuales será catalogado, por un bando, como cómplice del machismo y de los acosadores. Proponer debates sobre la prescripción de este tipo de delitos será etiquetado, por otros, como una idea partidaria de la turba feminazi. Encontrar personas que tan sólo busquen la razón de los hechos y que traten de aportar soluciones meditadas, no eslóganes prefabricados para complacer a los suyos, un hallazgo.
Con los incendios en el Amazonas ha ocurrido algo parecido. Al margen de fotos virales de Instagram en las que deseamos mostrar lo buenos que somos -en lugar de aportar una solución útil, que por otra parte no depende de nosotros-, también se han publicado análisis en los que se despachaban animadversiones ideológicas. Sus enfoques buscaban, más bien, la crítica política (la hipocresía social, el silencio mediático, el consumo de carne), y no la calmada disección de unos tristes acontecimientos. En resumen: la pretensión no era tanto contar qué estaba sucediendo como buscar responsables políticos que me resulten antipáticos.
El brote de listeriosis, aunque en otro registro distinto, también ha sido una especie de caballo de Troya con el que hacer política. Como esos políticos locales en la oposición que señalan en Twitter aceras en mal estado o suciedad en las calles para denunciar la mala gestión del gobierno municipal. Ni que decir tiene que a ninguno de ellos, de la oposición, se les ocurriría una idea similar en el supuesto de que estuvieran gobernando. Aunque hubiese aceras en mal estado y mismos dos contenedores llenos de basura. El caso es que si se trata de entorpecer la labor del adversario, qué importan las soluciones a problemas graves. Estas pueden llegar, pero sin olvidarse de que hay que desgastar al contrario.
El trasfondo político es inherente a estos temas. Y de ahí que con frecuencia los veamos desde las gafas de la ideología. Unas gafas que distorsionan realidades y que nos apartan de una verdad material, impidiendo el debate racional y constructivo. Como ese tuit en el que un doctor en Comunicación (un doctor en Comunicación) criticaba el servilismo de los medios de comunicación españoles respecto de la Casa Real. Cuando sólo eran periodistas que se agachaban para facilitar el trabajo a los compañeros que, detrás, grababan las declaraciones del rey. Aunque, claro, fuese otro el que se coronara.