THE OBJECTIVE
Leopoldo Abadia

Revolución

Revolución en Arabia Saudí. Dentro de unos años, será un país de inversores. Recordarán que hace tiempo solo tenían petróleo y de eso vivían, cerrando un poco el grifo para que subieran los precios o abriéndolo, si se daban cuenta de que se habían pasado un poco.

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Revolución

Revolución en Arabia Saudí. Dentro de unos años, será un país de inversores. Recordarán que hace tiempo solo tenían petróleo y de eso vivían, cerrando un poco el grifo para que subieran los precios o abriéndolo, si se daban cuenta de que se habían pasado un poco.

Les explicarán que, entre el fracking, que era más caro y esto hacía que, para defenderse, no podían subir los precios; Irán, que de repente se volvió bueno y empezó a echar barriles al mercado; y alguna otra minucia similar, sus planes se tambalearon, y los de Rusia y los de Venezuela, que tenían los presupuestos hechos con los precios altos y se encontraron con que no podían vivir con los nuevos precios. Y las petroleras lo pasaron mal. Y los bancos que habían prestado dinero a las petroleras, también. Y los bancos que habían prestado dinero a los bancos que habían prestado dinero a las petroleras, también.

Algún príncipe saudí tuvo una idea: larguémonos de este tinglado, vendamos el petróleo al precio que podamos y juguemos con ese dinero. Y hala, a pasar de productores y vendedores de crudo a inversores del dinero que nos paguen y del que consigamos por nuestros aciertos de inversión.

Suena bien, pero hay que saber hacerlo. Y eso exige gente preparada. (Eso y cualquier cosa que se quiera hacer en la vida). De ahí, la necesidad de una reforma educativa y la necesidad de cambiar de chip. Ya no vendemos petróleo solamente. Ahora jugamos con ese dinero.

Me gustará ver cómo lo hacen y los resultados que vayan consiguiendo. Pero suena bien. Y suena todavía mejor cuando veo que hay un plan por parte del gobierno, que exigirá que se explique bien a los ciudadanos y hará que las sesiones de control del gobierno por parte del Parlamento sean ordenadas, porque cuando los objetivos están muy claros y la manera de medir el avance en su consecución también lo está, la cosa se simplifica mucho.

Hay revoluciones y revoluciones. Esta es de las buenas. Sin gritos, sin tirar piedras, calladitos. Si sale bien, fenomenal. Si no sale, a por otra cosa.

Nadie podrá decir a los gobernantes saudíes que se distrajeron mirando el paisaje.

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