Rezar es constitucional
«Desde el punto de vista jurídico es obvio que rezar es constitucional mientras que abortar no tanto, mucho menos un derecho»
El Parlamento aprobó, con los votos en contra de populares, VOX, miembros del grupo mixto y un socialista valiente, la Ley Orgánica 4/2022, que regula como acoso el rezo en las inmediaciones de las clínicas abortivas, castigándolo hasta con un año de prisión. La norma suscita problemas de diversa índole.
Desde el punto de vista jurídico es obvio que rezar es constitucional mientras que abortar no tanto, mucho menos un derecho. Al menos no existe ninguna Constitución en el mundo que lo reconozca.
La ley es un dechado de confusión y de inseguridad. Por un lado, el Preámbulo arguye que la OMS promueve la práctica de abortos seguros pero no dice en qué consisten. Alega que varias mujeres se han sentido acosadas y amenazadas al ir a abortar, como si las emociones y sentimientos fueran materia legislable. En una interpretación extensiva de la prohibición de acercamiento habitual en casos de violencia de género, permite que se prohíba al condenado acudir a determinados lugares, pero no dice a cuáles. ¿Al Santiago Bernabéu, a una carnicería, a la plaza del pueblo o a calles con números impares? Ítem más: la indefinición es calculada porque así cobija una interpretación y la contraria. Incluso llega a hablar de acoso a los centros: ¿se puede acosar a un bien inmueble?
Eso del acoso quizá se refiera al que sometieron a políticos escrachados a la puerta del domicilio con sus hijos de la mano. A lo peor, al que imponen desde tiempos inmemoriales a constitucionalistas vascos y ahora a constitucionalistas catalanes. O al de la turbamulta que irrumpe en un oficio católico -nunca contra otras confesiones, por supuesto- gritando consignas abortistas, desplegando pancartas y lanzando pasquines. ¿De qué acoso hablarán?
Es harto difícil aceptar que el rezo suponga amenaza para alguien pero quienes legislan así traducen su escandalera hiperventilada en munición penal y a desalentar que son dos días, destruyendo los presupuestos básicos del Estado de Derecho, gracias al populismo punitivo que desprecia los principios elementales del Derecho penal democrático (taxatividad, intervención mínima y última ratio).
La ley atenta contra la libertad religiosa, contra la libertad de pensamiento y de creencias, contra la libertad de reunión, contra la libertad deambulatoria y contra la libertad de expresión. La Constitución garantiza indemnidad por las propias ideas, el culto y la celebración libre de ceremonias. No se quiebra el orden público por rezar en la calle. Los rezos no causan daños, ni leves ni graves, en personas o cosas. No se puede decir lo mismo de la beligerancia del Estado respecto al fenómeno religioso. Debiendo ser neutral, el Estado aprueba una norma penal para castigar… ¡una manifestación de tal hecho religioso! Puro efecto desaliento que avisa a navegantes.
La contradicción es palpable y el resultado histérico. Aquellos que defendieron derogar la Ley Mordaza y que despenalizaron los piquetes informativos ahora prohíben los rezos. ¿El motivo? Que ideológicamente están en contra, en un alarde de sectarismo y dogmatismo rampante, teñido de superioridad moral, con ciertas dosis de puritanismo censor (¡vivir para ver!). Colocarnos la mercancía averiada de que rezar en público es una agresión intolerable sólo puede hacerse desde los peores resabios autoritarios.
Desde el punto de vista religioso, la Ley es inasumible por ignorancia supina. Rezar es hablar con Dios, pidiendo por el alma de madre e hijo y abriendo al bebé las puertas del cielo. Los que rezan lo hacen por la madre y el fruto de sus entrañas, independientemente de que esta decida seguir adelante con su deseo de abortar, conscientes de que es probable que todos los que la animaron a dar ese paso ya no estén en el momento en el que, a buen seguro, más apoyo necesite. El rezo ayuda, consuela, ofrece luz y abrigo, incluso a quienes descreemos. Como dijo Foster Wallace, en las trincheras de la vida cotidiana no hay nada parecido a un ateo pues todo el mundo cree en algo, y más nos vale que sea algo de tipo espiritual.
Nadie pretende mandar en el cuerpo de nadie. No se quiere humillar, zaherir ni traumatizar. Se intenta salvar lo único que otorga sentido a todo lo demás: la vida humana. El rezo ofrece una posible salida, digna y honrosa. Sabedoras de que es un trance durísimo, a veces jóvenes embarazadas, muertas de miedo, de pena y de angustia, deciden seguir adelante y tener un precioso bebé. ¿Qué bebé no lo es? Un caso ya son miles porque un bebé encierra la belleza, la riqueza y la complejidad de la Humanidad. Si quiere recuperar la fe en el ser humano observe a un adulto interactuar con uno.
Es probable que quienes defienden abortar con alegre ligereza, quizá impostada, nunca hayan abortado, y quienes lo hicieron no presuman de ello. Normas como esta pretenden disuadirnos de reflexionar sobre lo verdaderamente importante, un proceso duro y traumático, límite y doloroso, tan brutal y desgarrador que la madre no quiere añadir más sufrimiento, algo de todo punto lógico y comprensible. Entonces, ¿no será que las dejamos desamparadas? ¿No será rezar un esqueje de buena sororidad? Quizá la madre que acude a la clínica sabe que el aborto va contra su propia naturaleza y ya se reprocha moralmente lo que está a punto de hacer.
Por cierto, los defensores a ultranza del intervencionismo en cualquier orden vital se olvidan de promover una red pública robusta y solidaria que ayude a que el bebé llegue a término, sea para la madre, sea para darlo en adopción ¿Alguien ha oído hablar a nuestras mentes pensantes, siquiera por equivocación o despiste, de la Fundación Red Madre? Si, los mismos a los que algunos querían retirar ayudas en el Ayuntamiento de Madrid, como si, en un sorprendente giro del razonamiento, ayudar a la madre que quiere seguir adelante con su embarazo fuera una actitud peligrosa.
La base de la defensa del aborto es la propiedad del cuerpo por parte de la mujer pero quienes defienden eso a ultranza y hasta la irracionalidad no tienen problema en defender a la vez que la mujer no puede hacer lo que quiera con su cuerpo (prostituirse, por ejemplo). Sería más coherente permitir la prostitución o prohibir los abortos lucrativos realizados en la sanidad privada (hoy la inmensa mayoría), pero no se oye nada en ese sentido.
Los amigos del aborto necesitan hacer proselitismo constantemente quizá porque ni ellos mismos acaban de estar convencidos: «Como la mujer engendra la vida el aborto es un derecho de la mujer. El derecho al aborto tiene que ver con su íntima sexualidad, por lo que el aborto es un derecho sexual y reproductivo de la mujer». Gracias a este marco mental la Corte Constitucional colombiana ha despenalizado por completo el aborto hasta la semana 24. O lo que es lo mismo, permite abortar sin consecuencias penales hasta el sexto mes de embarazo inclusive.
El rezo no provoca ningún desorden público pero sí dislocaciones en nuestro fuero interno. Nos pone un espejo delante cuya imagen de vuelta apela a lo más profundo de nuestro ser, recordándolas al entrar en la clínica con un abatimiento que, desgraciadamente, permanecerá en su seno bastante más tiempo del que nadie les dirá.
Rotas por dentro.
Rotos todos.