Indígenas colombianos han derribado con cuerdas una estatua de Sebastián de Belalcázar, un conquistador español del siglo XVI, en repudio a la violencia que históricamente han enfrentado, según han justificado sus portavoces.
En contexto: la estatua de Belalcázar, quien fundó las ciudades colombianas de Cali y Popayán y también sentó las bases de las ciudades de Quito y Guayaquil, en Ecuador, fue levantada en 1937 en un cerro aledaño a Popayán. Los indígenas consideran que Belalcázar fue «uno de los líderes que formó la esclavitud, exterminó a los pueblos indígenas y masacró a los pueblos afros en la región».
Videos divulgados en redes sociales muestran a decenas de indígenas del suroeste del país usando sogas para derribar el monumento del conquistador a caballo, en presencia de tres policías.
Entre gritos, los manifestantes celebraron el momento en que la efigie del fundador de las ciudades de Cali y Popayán golpeaba el suelo tras caer de su pedestal de varios metros de altura. «Con la fuerza de la gente se logró derribar como acto simbólico de rechazo a tanto exterminio de los pueblos», dijo a la AFP Diana Jembuel, del pueblo indígena Misak.
Según Jembuel, el hecho se produjo en el marco de «una movilización» convocada por los pueblos indígenas Misak, Nasa y Pijao para protestar «por el exterminio físico y cultural de los pueblos indígenas del Cauca y los diferentes líderes sociales del país».
La protesta revivió las recientes imágenes de estatuas de esclavistas y colonizadores derribadas en Estados Unidos, Bélgica, Reino Unido y Martinica, en el marco de las manifestaciones desencadenadas tras la muerte del afroestadounidense George Floyd a manos de un policía blanco a finales de mayo.
El alcalde de Popayán, Juan Carlos López, rechazó la acción de los indígenas por considerarla «un acto violento contra un símbolo de (…) una ciudad que es multicultural». En una declaración a los medios, aseguró que el monumento será restaurado y agregó que «la discusión cultural e histórica (…) se puede dar pero no con violencia».
Los indígenas libran en esta región de Colombia una disputa histórica por la tierra. Los pueblos originarios enfrentan, además, la violencia de los grupos financiados por el narcotráfico tras el acuerdo de paz que desarmó a la otrora poderosa guerrilla marxista de las FARC.