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La frágil brújula genovesa

La frágil brújula genovesa

El Partido Popular ha vivido una de sus semanas más agitadas. No ha sido la más alegre, ni mucho menos. Viene de cosechar unos muy malos resultados en Cataluña. El amplísimo sorpasso de Vox, la puntilla a un toro ya moribundo desde hace tiempo por esas tierras. No era mala opción Alejandro Fernández, pero el candidato popular catalán ha arrastrado las responsabilidades nacionales de su partido y le han pasado al final factura.

Ante ese panorama postelectoral, y con cierto ruido de fondo, Pablo Casado convocó al Comité Ejecutivo Nacional. La autocrítica no fue profunda, apenas un pequeño análisis de diagnóstico. El bombazo fue cuando anunció que iban a abandonar la icónica sede nacional de la calle Génova, en Madrid.

Los fantasmas del pasado continúan pernoctando en una sede maldita, como una losa terriblemente pesada. Y el actual PP, el que Casado quiere desencadenar de esas sombras, sigue sufriendo sus consecuencias. Aunque no tenga nada que ver. Sí, es cierto que allí se han vivido momentos de jolgorio y fanfarria. Episodios como las victorias electorales de José María Aznar en 1996, poniendo fin a la hegemonía socialista del felipismo, o la mayoría absoluta de Mariano Rajoy en 2011. O la figura de Manuel Fraga, vestigio fundacional de Alianza Popular. Pero todo eso queda ahora apartado en un rincón oscuro.

¿Qué es el PP ahora mismo? La frágil brújula genovesa está en la mitad de un camino confuso, no sabe muy bien hacia dónde orientarse. No hace honor a la estatua de un ilustre genovés —que sí supo navegar en la bruma— al que pronto perderán de vista a unas pocas manzanas de su cuartel general. 

Los populares se encuentran en un momento de cambio, de transformación. El viaje al centro político continúa encerrado dentro de una probeta, a la espera de ver su efecto real. Una pequeña muestra ha sido el resultado en las catalanas. La ruptura sonada con Vox después de la moción de censura de los de Santiago Abascal no parece haber dado sus frutos. Escenario idóneo para que el PSOE se haga aún más fuerte y que a la derecha de los populares le sigan ganando terreno. A pesar de que desde Génova se diga que esos resultados no se pueden extrapolar a toda España.

La reconstrucción pasa también por dejar atrás esa sede histórica. Una decisión que ha supuesto un punto y aparte. A priori, ha contado con el consenso espiritual de sus líderes regionales más destacados, pero no de todos. Uno de los más críticos con el cambio de la sede nacional ha sido el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. El barón popular —gerifalte del ala moderada del partido— señaló este viernes en ‘Herrera en COPE’ que “del pasado no se reniega, sino que del pasado se aprende”.

Ahora, el PP acerca posturas con el PSOE para renovar el Poder Judicial, entre otros órganos estatales. Un movimiento más de estrategia hacia el centro, según el argumentario de los populares. De consenso. ¿Lo aceptará su electorado? El sabio paso del tiempo dirá, pero la situación política está lejos de ser moderada.

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