El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), cuyo jefe, Rafael Grossi, se encuentra en Teherán, ha alcanzado este domingo un acuerdo con Irán sobre el material de vigilancia del programa nuclear, días después de haber denunciado una falta de cooperación por parte de los iraníes. Así lo ha anunciado la entidad.
Los detalles: «Los inspectores del OIEA están autorizados a intervenir para mantener el equipo y reemplazar los discos duros», ha informado la agencia de la ONU en un comunicado. Todavía no tendrá acceso a los datos de las cámaras, pero en febrero Teherán se comprometió a proporcionárselo más tarde, si las negociaciones para salvar el acuerdo de 2015 tienen éxito.
Rafael Grossi está en Teherán para intentar apaciguar la tensión entre Occidente e Irán, acusado de falta de cooperación en la vigilancia de su programa nuclear.
La «luz verde de Irán» a la visita de Grossi «podría» considerarse como la señal de que el consejo de gobernadores del OIEA «no publicará una resolución contra Irán» en su reunión del lunes en Viena, prevé el diario ultraconservador iraní Javan.
Es el segundo viaje de Grossi a Irán este año. Hablará con el vicepresidente de la República Islámica y jefe de la Organización de Energía Atómica iraní, Mohamad Eslami, «del arreglo temporal entre (Irán) y el OIEA sobre la supervisión de los inspectores del OIEA y el contenido de las cámaras de vigilancia del Organismo instaladas en los centros nucleares iraníes», asegura este domingo el periódico Irán (gubernamental).
En virtud de una ley aprobada en diciembre por el Parlamento, Irán restringió el acceso de los inspectores del OIEA a algunas de sus instalaciones nucleares en febrero, pese a ser una condición para salvar el acuerdo internacional sobre el programa nuclear iraní de 2015.
El asunto de las cámaras de vigilancia del OIEA se inscribe dentro de unas negociaciones más amplias para tratar de salvar este acuerdo concluido en Viena y que saltó por los aires en 2018 cuando el expresidente estadounidense Donald Trump se salió de él y restableció las sanciones de Washington. En respuesta, Irán renunció a aplicar la mayoría de sus compromisos.
El acuerdo ofrece a Teherán un aligeramiento de las sanciones occidentales y de la ONU a cambio de que se comprometa a no dotarse nunca de armas atómicas y que reduzca drásticamente su programa nuclear, bajo estricto control de Naciones Unidas.