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Pedro Sánchez se distancia de Yolanda Díaz tras sus revelaciones sobre el 8-M

Del «Yolanda es una garantía» al «nosotros a lo nuestro». Moncloa se distancia de Díaz: «Era la apuesta hasta que se atrevió a morder al PSOE»

Pedro Sánchez se distancia de Yolanda Díaz tras sus revelaciones sobre el 8-M

La vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

El escenario ha cambiado. Del mantra de hace unos meses «Yolanda no es un problema para nosotros sino una garantía» para sumar un gobierno de izquierdas, al momento presente se ha producido un salto cualitativo en Moncloa y Ferraz. Pero un salto que proyecta a Yolanda Díaz hacia abajo, no hacia arriba. La vicepresidenta segunda genera recelos desde hace semanas por la utilización del Gobierno para una campaña de promoción electoral en el que cometió el error de abrir fuego contra el Ejecutivo por el 8-M. «Era la apuesta hasta que empieza a morderle al PSOE», explican fuentes gubernamentales a THE OBJECTIVE, y ahora todo son cautelas y distanciamiento. 

Según adelantó este diario, esto coincidió con una bajada en las encuestas internas socialistas que ahora parece confirmarse en otros sondeos. Según avanzan algunas fuentes, el CIS recogerá también este lunes en su barómetro de diciembre, una leve bajada de la proyección electoral que había registrado la vicepresidenta segunda en el instituto público, cuyo anterior barómetro la situó como la más valorada, con especiales registros entre los votantes socialistas. 

Desde Moncloa y Ferraz creen que «se está empezando a pinchar la burbuja mediática de Díaz» que la propia Díaz ha generado con la ayuda hasta ahora del PSOE y con aliados improvisados como el ex gurú de Pedro Sánchez, Iván Redondo. El entorno de Díaz desliza que este último apoyo no les ha beneficiado precisamente y que es él quien intenta aprovecharse de que «alguna vez le haya cogido el teléfono». Y a ese supuesto pinchazo de la burbuja de Díaz se le suma su pérdida del espacio de influencia. 

La «metedura de pata» del Falcon 

Yolanda Díaz y Pedro Sánchez ya no mantienen reuniones de coordinación como ocurría con Pablo Iglesias para engrasar la acción del Ejecutivo en base a los intereses de los dos socios de la coalición. Y en Moncloa empieza a ser habitual el mensaje de que la vicepresidenta actúa por su cuenta y, en ocasiones, no cuenta con el respaldo del Gobierno. Esto ocurrió con su reciente visita al papa Francisco en el Vaticano que fuentes gubernamentales califican de «metedura de pata, ella sabrá»

En Moncloa dejan claro que la visita de Díaz no fue la visita oficial de una vicepresidenta como hizo Carmen Calvo para encauzar las relaciones entre el Gobierno y la Santa Sede sino que fue un viaje personal. ¿Por qué fue en Falcon? Según las fuentes consultadas porque lo pidió: «Si una  vicepresidenta pide el Falcon, se lo ponen. Pero no fue en nombre del Gobierno». La versión de Moncloa es antagónica a la de Díaz: «Iba como vicepresidenta y ministra de Trabajo. Por eso puede usar el Falcon».

La batalla de la reforma laboral

La claridad en la contraposición de versiones es novedosa porque hace pocas semanas el Ejecutivo enmudecía con la tensión generada por Yolanda Díaz en la negociación de la reforma laboral. Ni siquiera la acusación de Díaz de la «injerencia» de Nadia Calviño tentó al núcleo del presidente para arremeter contra su vicepresidenta segunda. En su lugar, se cerraron reuniones de coordinación para garantizar la cuota de poder de Díaz, que se cerró en una reunión privada entre ambos en Moncloa que adelantó THE OBJECTIVE y publicaron días después otros medios de comunicación. 

Desde entonces, no solo ha cambiado el discurso de Díaz desterrando la palabra «derogación» sino también el del núcleo duro de Pedro Sánchez, que ha pasado de asegurar que «habrá un acuerdo equilibrado para todas las partes» a vanagloriarse de que «al final ganamos los de siempre. Gana Calviño» en los tres aspectos fundamentales que se plasmarán en el Consejo de Ministros el martes 28 de diciembre: temporalidad, ultractividad de los trabajadores y prevalencia de los convenios de empresa sobre los de sector». 

El día de los inocentes, será Díaz quien tendrá que presentar ese decreto de la reforma laboral en la rueda de prensa del Consejo de Ministros. «No puede ocurrir de otra manera», explican desde el Gobierno por tratarse de la ministra de Trabajo, aunque son conscientes de que será un regalo envenenado por tener que vender una reforma contraria a la derogación total prometida. Lo hará en la víspera en que el presidente echará el cierre en su balance de año el 29 de diciembre, para dejar claro que «quien manda es el presidente y no acepta pulsos de nadie». 

La entrada de Subirats 

Ahí es donde parece haberse pasado de frenada Yolanda Díaz cuya sustitución a Pablo Iglesias se acogió con gran satisfacción por la «relación de lealtad y confianza» que introdujo en la coalición, pero a quien la presión de las verdaderas ‘sucesoras’ de Iglesias, Ione Belarra e Irene Montero, le han «forzado a buscar tensión». Fuentes socialistas explican que aún queda mucho tiempo para comprobar si Díaz se consolida o no en el espacio electoral de la izquierda pero su handicap es que «ni Montero ni Belarra la apoyan y no tiene la fuerza del partido»

Su ultima esperanza blanca ha sido la entrada de Joan Subirats en el Consejo de Ministros en sustitución de Manuel Castells. Algunas fuentes creen que Subirats refuerza a Díaz por tratarse del mentor político de su gran aliada, Ada Colau. Y, por ello, su irrupción ha sido bien acogida por Díaz, a quien disgustaba el perfil bajo de Castells y su falta de implicación política en el Gobierno. Sin embargo, será difícil que Subirats sirva para cerrar la brecha de confianza que ha obrado el cambio en Moncloa de pensar coordinadamente en la estrategia de utilizar a Díaz para movilizar al espacio a la izquierda del PSOE para garantizar la suma en 2023, a proclamar la nueva línea estratégica: «Nosotros a lo nuestro». Y cada uno que busque su sitio bajo el sol. 

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