El Govern destituye a Trapero para controlar la unidad anticorrupción de los Mossos
La «autonomía» que había adquirido la unidad incomodaba. Desde el cuerpo temen que se frene otra investigación en marcha que afecta a miembros del Govern
El jefe de los Mossos d'Esquadra cesado, Josep Lluís Trapero. | EP
La Consellería de Interior de la Generalitat de Cataluña tomó la decisión de cesar al mayor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, y relevarlo por Josep Maria Estela, que era jefe de la región policial del Camp de Tarragona, hace tres semanas. Su destitución, en cualquier caso, no pilló por sorpresa entonces a quien estuviera al frente del cuerpo entre 2013 y 2017, y desde noviembre de 2020, una vez que fue absuelto por la Audiencia Nacional por su papel en el 1-O y restituido por el Gobierno catalán.
Fuentes policiales consultadas por THE OBJECTIVE aseguran que para Trapero su cese ha sido la confirmación de una noticia que esperaba desde hace meses, puede incluso que años, habida cuenta del malestar que existía en el seno del Govern por su falta de intervención en determinados casos de la unidad anticorrupción de la Comisaría General de Investigación Criminal (CGIC) de los Mossos d’Esquadra.
La «autonomía» que había adquirido este departamento policial despertaba ampollas entre el poder político catalán, sostienen las mismas fuentes. De hecho, aseguran que estaba en marcha otra gran operación que afectaba a miembros del Govern y esto podría haber acelerado una destitución que, en cualquier caso, tenían decidida desde hace tiempo en la Consejería catalana de Interior. La incógnita por despejar ahora es si otros hombres de confianza del mayor Trapero serán también purgados en las próximas semanas.
La investigación a Laura Borràs
La unidad anticorrupción de los Mossos d’Esquadra es la que ha destapado muchas de las grandes tramas de corrupción que han acabado con la imagen de oasis catalán ofrecida por el nacionalismo. También destapó el presunto caso de prevaricación, fraude, malversación y falsedad documental de la presidenta del Parlament, Laura Borràs, en su etapa al frente de la Institució de les Lletres Catalanes. Aunque la dirigente de Junts haya tratado de vincular su imputación por parte del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) a una «persecución» por ser independentista, lo cierto es que los Mossos iniciaron dicha investigación sin saber que acabaría salpicando a Borràs.
Todo empezó cuando investigaban al informático Isaías Barroso por un caso de tráfico de drogas sin aparente conexión con la política. En las pesquisas de la Policía autonómica tuvieron acceso a sus emails y vieron que la dirigente nacionalista le explicaba cómo fraccionar contratos para poder trabajar para el ente público. La Audiencia Nacional condenó en 2019 a Barroso a cinco años de cárcel por tráfico de drogas, y Borràs está pendiente ahora de la apertura de juicio oral por haber adjudicado arbitrariamente 18 contratos por casi 260.000 euros.
La ahora presidenta del Parlament pudo sortear al Tribunal Supremo –quien tenía que juzgarla por estar aforada como diputada en el Congreso– al volver al Parlament antes de que se abriera la fase oral en la causa. Borràs ha intentado por diferentes vías dilatar el máximo su caso con el fin de evitar una posible inhabilitación.
Libreta de Víctor Terradellas
Fuentes de los Mossos explican que Trapero había sido cuestionado por los jefes políticos mucho antes de afirmar en sede judicial que tenía un plan para detener a Puigdemont si declaraba la secesión. Incluso antes del inicio del plan rupturista. El hecho de que tras el atentado yihadista en Las Ramblas del 17 de agosto de 2017 el independentismo elevara al mayor de los Mossos a héroe nacional logró aparcar su destitución.
Recuerdan que el juez de Barcelona, Joaquín Aguirre, recibió como prueba la libreta del presidente de la fundación CATmón y exsecretario de Relaciones Internacionales de la extinta Convergència, Víctor Terradellas, que antes del 1-O hizo listas sobre la ideología o la orientación sexual, entre otras características, de los mandos de los Mossos d’Esquadra. En esta lista ya se hablaba de destituir a Trapero –por no ser lo suficientemente afín a la causa– y sustituirlo, entre otros, por Eduard Sallent, el ahora nombrado número dos del nuevo mayor Josep María Estela.
Según una información publicada por El Confidencial, antes de ser cesado, Trapero había contactado con una multinacional española del sector de la energía para dejar el cuerpo y empezar a trabajar fuera de la administración autonómica. Son conocidas las presiones que había recibido en los últimos tiempos.
La visita de Trapero a Madrid para reunirse con el jefe de seguridad de la Casa Real disgustó al departamento dirigido por Joan Ignasi Elena. La coordinación que empezó exhibir el mayor con el resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado también aceleraron su caída. Pero las fuentes explican que su cese no solo se debe a las particulares pugnas entre ERC y Junts dentro del Ejecutivo sino, sobre todo, a la voluntad del Govern de tener un mayor control sobre la unidad anticorrupción.
El Gobierno catalán le ha destituido apenas un año después de que le devolviera el cargo en noviembre de 2020, cuando la Audiencia Nacional le absolvió de todos los delitos en una sentencia que defendía su papel como jefe policial durante el 1 de octubre y echaba por tierra las acusaciones de la Guardia Civil.
Trapero retomó el cargo haciendo autocrítica —«Todos lo pudimos hacer mejor, yo el primero»— y con la idea de restaurar el entendimiento entre mossos, policías nacionales y guardias civiles en Cataluña. Un objetivo que, aunque en cierto modo le ha terminado costando el puesto, el mayor ha conseguido. «Todo cambió cuando tuvimos que actuar juntos frente a los disturbios en las calles de Barcelona tras las sentencia del procés. Desde entonces, la colaboración entre ambos ha sido y sigue siendo muy buena», confirman fuentes de ambos cuerpos nacionales.
