(VÍDEO) Felipe VI pide "unidad y diálogo" a las instituciones, además de "integridad" y "respeto y lealtad" para la Constitución
El rey también se ha centrado en la economía y en la pandemia durante su último discurso navideño, sin referencias directas a Juan Carlos I
El rey también se ha centrado en la economía y en la pandemia durante su último discurso navideño, sin referencias directas a Juan Carlos I
El rey ha apelado en su mensaje de Nochebuena a «la unidad y el diálogo frente a la división y el enfrentamiento» y ha pedido «respeto, reconocimiento y lealtad» a la Constitución por ser «la viga maestra» que ha propiciado el progreso de los últimos 40 años.
Sin hacer mención directa al rey Juan Carlos en sus segundas navidades fuera de España y a la espera de un posible regreso si la Fiscalía del Tribunal Supremo archiva su investigación, Felipe VI ha asegurado que las instituciones, también la Corona, han de “respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral”.
En su octavo discurso televisado de Nochebuena, de nuevo en el Palacio de la Zarzuela, don Felipe se ha centrado en la pandemia y en la recuperación económica y social, pero también ha puesto su atención en el papel de los cargos institucionales, a quienes ha emplazado a «tener siempre presente los intereses generales y pensar en los ciudadanos” para atender sus problemas.
“Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde. Asumir, cada uno, las obligaciones que tenemos encomendadas; respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral”, ha proclamado el jefe del Estado.
Para hacer que cumplan su función, el monarca ha recalcado que “el entendimiento y la colaboración son actitudes necesarias que las dignifican y, más aún, las fortalecen” ante la ciudadanía.
A su juicio, “las diferencias de opinión no deben impedir consensos que garanticen una mayor estabilidad, mayor bienestar en los hogares y den la necesaria tranquilidad a las familias ante su futuro”.
Felipe VI ha recordado que lo conseguido en democracia “no ha sido casualidad” y se ha debido “al sentido de la historia, a los grandes acuerdos, a la generosidad, a la responsabilidad y a la visión de futuro”.
Todo ello simbolizado por la Constitución: “Su espíritu nos convoca a la unidad frente a la división, al diálogo y no al enfrentamiento, al respeto frente al rencor, al espíritu integrador frente a la exclusión”.
“Nos convoca permanentemente a una convivencia cívica, serena y en libertad”, ha rematado el rey, cuyo mensaje ha coincidido en un contexto de polarización y crispación políticas y de falta de acuerdos entre los dos grandes partidos, PSOE y PP.
Don Felipe ha abundado en que la carta magna “ha sido y es la viga maestra” que ha sostenido la convivencia democrática frente “a las crisis, serias y graves de distinta naturaleza”, que ha habido en las últimas décadas.
Por ello, en su reivindicación del texto de 1978, ha sentenciado: “Merece respeto, reconocimiento y lealtad”.
El rey ha admitido que el actual escenario global, marcado por factores como la pandemia, las nuevas tecnologías o la inestabilidad, está “lleno de incertidumbres y contrastes”, pero ha animado a “no dejarse llevar por el pesimismo, ni el conformismo, esperando que los problemas se resuelvan por sí solos”.
Como sociedad “fuerte y responsable”, el rey ha espoleado a los ciudadanos a hacer frente a “la auténtica encrucijada” en la que se encuentra España y otras naciones y, al tiempo, aprovechar la «oportunidad histórica» que representan los fondos europeos para modernizar el país, manteniendo “firmes los principios democráticos y los valores que inspiran la convivencia”.
“Debemos reaccionar. Debemos entender y asumir las nuevas transformaciones que de manera tan acelerada estamos viviendo (…) En lo que hagamos o decidamos de ahora en adelante está en juego que podamos seguir progresando junto a las naciones más avanzadas o que perdamos el paso en nuestro camino”, ha advertido.
Detenerse sería “quedarse atrás y retroceder”, por lo que ha incidido en la necesidad de seguir adelante con “responsabilidad, voluntad de colaborar y entenderse”, además de “confiar más en las propias fuerzas como Nación”.
“La Historia nos enseña que los españoles hemos sabido cómo reaccionar y sobreponernos ante las adversidades”, ha resumido.
Felipe VI se ha felicitado de que la economía vuelva a crecer y de que se hayan recuperado la gran mayoría de los puestos de trabajo, si bien ha defendido que haya empleo “estable y digno”, en especial, para los jóvenes.
Pese al cambio de ciclo, ha lamentado que haya aumentado el número de personas en situación de vulnerabilidad y se ha hecho eco de la “preocupación” que hay en muchos hogares por la subida de los precios y el coste de la energía.
De la evolución de la pandemia, ha pedido “hacer lo posible para no dar un paso atrás” ante la covid-19 tras afirmar que “el riesgo no ha desaparecido” y que es preciso seguir actuando con “la mayor responsabilidad individual y colectiva”.
“El virus todavía tiene la capacidad de hacernos daño», ha advertido el monarca, quien, no obstante, ha observado que, en comparación con la anterior Navidad, la situación es “diferente” y se ha avanzado “sustancialmente” gracias al proceso de vacunación, del que los españoles pueden sentirse “especialmente satisfechos”.
El rey ha recordado a las víctimas de la pandemia -alrededor de 88.800 fallecidos desde marzo de 2020, según los registros sanitarios oficiales- y ha vuelto a homenajear al personal sanitario: “Les damos inmensas gracias, con todo nuestro apoyo y ánimo”.
Felipe VI ha dedicado sus primeras palabras a expresar su solidaridad y apoyo a los habitantes de La Palma, en la víspera de que se dé por concluida la erupción del volcán de Cumbre Vieja.
“Hoy nuestro corazón y nuestro pensamiento siguen con vosotros. Nos sentimos muy cerca”, ha señalado el jefe del Estado, quien ha garantizado que cuentan con «el compromiso de todas las administraciones para reconstruir sus vidas cuanto antes» y su economía tras los daños causados.
Como decorado del mensaje, el monarca ha escogido una sala más pequeña de la Zarzuela para transmitir proximidad, con un estilo más moderno y en la que ha destacado una foto de la princesa Leonor y la infanta Sofía en el primer acto que protagonizaron sin los reyes este verano con un grupo de jóvenes en un hayedo de Madrid.
Lee el discurso íntegro de Felipe VI
“Buenas noches,
Mis primeras palabras en esta Nochebuena quiero dedicarlas a quienes vivís en la isla de La Palma y estáis pasando, desde hace tres meses, una situación tan dolorosa y difícil. El volcán os ha dejado a muchos sin hogar, sin medio de vida y a todos nos ha llenado de tristeza.
Hoy nuestro corazón y nuestro pensamiento siguen con vosotros. Nos sentimos muy cerca y sabéis que tenéis nuestra solidaridad y que contáis con el trabajo y el compromiso de todas las Administraciones para que podáis reconstruir, cuanto antes, vuestras vidas, vuestra economía, y rehacer así vuestros proyectos con ilusión.
El año pasado, en mi mensaje de Navidad, compartí con vosotros la necesidad de hacer un gran esfuerzo colectivo que nos permitiera superar la COVID-19, con la esperanza puesta en la ciencia y especialmente en las vacunas.
Un año después —y siempre con toda la prudencia necesaria— la situación es diferente. Hemos avanzado sustancialmente en la lucha contra la pandemia gracias al descubrimiento y autorización de las vacunas, al gran número de españoles que se ha vacunado, así como al propio proceso de vacunación en nuestro país, del que podemos sentirnos especialmente satisfechos.
Aun así, estamos viendo que el virus todavía tiene la capacidad de hacernos daño, de muchas maneras. Se vuelve a transmitir muy rápidamente y, por tanto, el riesgo no ha desaparecido. Al contrario. Por ello, debemos seguir teniendo cuidado, protegernos y actuar con la mayor responsabilidad individual y colectiva. Todos tenemos que hacer lo posible para no dar pasos atrás en esta crisis sanitaria que tanto sufrimiento ha causado; y a cuyas víctimas recordamos, especialmente, en estas fechas. Y nuevamente al personal sanitario —en estos momentos— les damos inmensas gracias, con todo nuestro apoyo y ánimo.
También en este último año muchos ciudadanos continúan padeciendo las consecuencias sociales, económicas y también emocionales derivadas de la pandemia. Por una parte, nuestra economía ha vuelto a crecer y a recuperar la gran mayoría de los puestos de trabajo que se habían visto temporalmente suspendidos; y la cifra de ocupados evoluciona a un ritmo realmente positivo. Pero por otra, ha aumentado el número de personas en situación de vulnerabilidad, y hoy en día existe preocupación en muchos hogares por la subida de los precios, el coste de la energía o por las dificultades para encontrar un empleo estable, especialmente para los jóvenes.
Y junto a todo ello, es verdad que en el mundo es un hecho que los países dependemos, cada vez más, los unos de los otros; y que se requieren soluciones a nivel mundial para muchos de los desafíos que compartimos, como es el caso de la salud, que exige una colaboración internacional más eficaz y más reforzada.
También, las nuevas tecnologías están cambiando los tradicionales modos de producción de las empresas y por tanto influyen en el concepto mismo del trabajo, tal y como siempre lo habíamos conocido; la ciencia avanza, y para bien, pero está modificando muchos aspectos de nuestras vidas personales y en comunidad. A la vez observamos cómo, en ocasiones, se ponen a prueba nuestras convicciones, nuestros valores o se ven afectados nuestros principios de organización social y de convivencia en libertad.
Estos son algunos ejemplos de los retos que tenemos por delante y que muestran los tiempos tan complicados que vivimos; tiempos que nos obligan a permanecer muy alerta en un escenario, sin duda, lleno de incertidumbres y de contrastes.
Ante esta situación ¿qué hacer?, ¿tenemos que dejarnos llevar por el pesimismo?; ¿debemos caer en el conformismo, esperando que los problemas se resuelvan por sí solos? Yo creo que no.
Creo, por el contrario, que debemos reaccionar: Debemos entender y asumir las nuevas transformaciones que —de manera tan acelerada— estamos viviendo, tomar la iniciativa e intentar ir por delante de los acontecimientos; y debemos igualmente adaptarnos rápidamente a los cambios, teniendo siempre claros nuestros grandes objetivos y prioridades como país. Porque también es un tiempo de nuevos proyectos, de nuevas ideas y oportunidades; de iniciativas llenas de ambición por mejorar y progresar.
Todos deseamos una sociedad avanzada en lo económico y social, con empleo estable y digno, y con un Estado del Bienestar sólido; queremos una sociedad que siga impulsando la igualdad entre hombres y mujeres, que favorezca el progreso individual y social; y aspiramos —por supuesto— a que sea puntera en tecnología, en innovación, que esté en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático y plenamente comprometida con la sostenibilidad de nuestro planeta y su equilibrio medioambiental.
Creo sinceramente que los desafíos que tenemos por delante representan para España, como para muchas otras naciones, una auténtica encrucijada; pero son sin duda una oportunidad histórica, incluso una exigencia para ponernos al día, para actualizar y modernizar nuestro país, manteniéndonos firmes en nuestros principios democráticos y en los valores que inspiran nuestra convivencia. Porque en lo que hagamos o decidamos de ahora en adelante está en juego que podamos seguir progresando junto a las naciones más avanzadas o que perdamos el paso en nuestro camino.
Y en esa gran tarea, las instituciones tenemos la mayor responsabilidad. Debemos tener siempre presente los intereses generales y pensar en los ciudadanos, en sus inquietudes, en sus preocupaciones, estar permanentemente a su servicio y atender sus problemas. Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde; asumir, cada uno, las obligaciones que tenemos encomendadas; respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral.
Para todo ello, el entendimiento y la colaboración son actitudes necesarias que dignifican las instituciones; más aún, las fortalecen, porque generan la confianza de los ciudadanos. Y las diferencias de opinión no deben impedir consensos que garanticen una mayor estabilidad, mayor bienestar en los hogares y den la necesaria tranquilidad a las familias ante su futuro.
Pero sin duda, también la sociedad tiene que desempeñar un papel esencial en estos tiempos de cambio. Las circunstancias, muchas de ellas nada fáciles, que nos ha tocado vivir, sobre todo a lo largo de estos últimos 40 años, nos han forjado como una sociedad fuerte y responsable; y enormemente solidaria, como hemos comprobado desde el comienzo de esta pandemia. Son nuestros valores cívicos, junto al talento, la vitalidad y la energía que tenemos en la industria, en los servicios o el campo, los que deben estar muy presentes en la construcción de nuestro futuro.
Si sabemos adónde nos queremos dirigir, también debemos ser conscientes de dónde venimos:
El cambio tan profundo de España en estas más de cuatro décadas de democracia y libertad ha sido extraordinario, y no ha sido fruto de la casualidad. Se ha basado en el esfuerzo y el sacrificio de muchas personas, de millones de españoles. Y se ha debido a muchas razones: sentido de la historia, grandes acuerdos, generosidad, responsabilidad y visión de futuro.
Ese gran proyecto de transformación lo simboliza y representa nuestra Constitución, con la que nos integramos plenamente en las modernas democracias occidentales y cuyo espíritu nos convoca a la unidad frente a la división, al diálogo y no al enfrentamiento, al respeto frente al rencor, al espíritu integrador frente a la exclusión; nos convoca permanentemente a una convivencia cívica, serena y en libertad.
La Constitución ha sido y es la viga maestra que ha favorecido nuestro progreso, la que ha sostenido nuestra convivencia democrática frente a las crisis, serias y graves de distinta naturaleza, que hemos vivido, y merece por ello respeto, reconocimiento y lealtad.
Y nuestro futuro como país va muy de la mano de la Unión Europea; así lo entienden mayoritariamente los españoles. Europa fue una aspiración y un objetivo, y hoy es una gran realidad política, económica, social y cultural, en la que compartimos con nuestros socios nacionales europeos unos mismos valores democráticos que nos ofrecen un marco institucional de estabilidad, de seguridad, y de confianza. Y también de nuevas oportunidades.
Hemos visto como la lucha contra la pandemia, con toda su complejidad, ha reforzado a la propia Unión, que ha asumido compromisos muy importantes —sin precedentes— en salud, economía y empleo. Y ahora la Unión se abre a la oportunidad de invertir fondos europeos en la modernización de nuestro país y de nuestras empresas, en una economía necesariamente cada vez más digital, más verde y más inclusiva. Es una ocasión única que no podemos desaprovechar.
El momento es difícil, desde luego, pero detenernos hoy es quedarnos atrás; es retroceder. Hay que seguir adelante porque la Historia nos enseña que los españoles hemos sabido cómo reaccionar y sobreponernos ante las adversidades. Ahora se abre ante nosotros un futuro que nos exige ─a todos─ responsabilidad, voluntad de colaborar y entendernos; y necesita —ese futuro— que confiemos más en nuestras propias fuerzas como Nación. Y no tengo duda de nuestro compromiso, de nuestra capacidad; y de que, con decisión, con empuje y carácter, lo conseguiremos.
No me extiendo más, pero recordemos que esta noche también hay muchas personas velando por nuestra salud, por nuestra seguridad y tranquilidad, y garantizando los servicios públicos… Todos ellos, merecen nuestro reconocimiento y que les tengamos especialmente presentes en estas fechas.
Gracias por vuestra atención; y con la paz y la alegría que esta noche representa, junto a la Reina y nuestras hijas la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, os deseo a todos que tengáis una muy feliz Navidad y Año Nuevo.
Eguberri On, Bon Nadal, Boas Festas”.
Fuente: EFE