Irún, nuevo foco de la inmigración ilegal en España por el cierre de la frontera francesa
En 2021, los centros de acogida de la ciudad vasca atendieron a casi 8.000 inmigrantes, más del doble de todo lo registrado en 2020
Irún se ha consolidado en el último año como punto caliente de la ruta migratoria hacia Europa, tras el cierre desde hace meses de la frontera francesa. En 2021, según los datos facilitados por Cruz Roja a THE OBJECTIVE, los centros de acogida de la ciudad vasca atendieron a casi 8.000 inmigrantes, más del doble de todo lo registrado en 2020 y también la cifra más alta en los últimos cuatro años.
El flujo migratorio en la localidad vasca se disparó desde enero de 2020, cuando el ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, ordenó el cierre de los 16 pasos transfronterizos con España, a la par que duplicó los controles policiales franceses para vigilar la zona, que pasaron de 2.400 a 4.800 efectivos.
Una medida «provisional» destinada a neutralizar la amenaza yihadista y poner freno a la inmigración ilegal, que un año después sigue prácticamente vigente y ha llevado a esta zona vasca, conformada principalmente por las localidades de Irún y Hendaya, a un récord de flujo migratorio en los últimos doce meses. Procedentes del norte de África, tras entrar por el sur de la península, los inmigrantes intentan cruzar por vía terrestre la frontera gala y son detenidos y devueltos en el mismo día por las autoridades francesas a España, según sostienen fuentes policiales a este periódico.
Pese a ello, indican desde Cruz Roja, los centros de acogida humanitaria de esta organización en Irún solo se han visto desbordados en marzo de 2021 y en ocasiones muy puntuales «porque la capacidad del dispositivo no ha sido suficiente debido a la reducción del aforo por las medidas de prevención aplicables frente a la covid-19». En cuanto a los perfiles de las personas atendidas, el 77% han sido hombres, el 18% mujeres y casi el 5%, niños y niñas, siendo los principales países de origen Mali (34%), seguidos por Costa de Marfil (28%), Guinea Conakry (21%) y Argelia (8%).
Cuatro fallecidos
Lo más preocupante, no obstante, es que el bloqueo de la frontera terrestre francesa hace que los inmigrantes busquen otras vías, más peligrosas, para acceder al país galo. Muchos lo han intentado a nado por el río Bidasoa, donde en 2021 han muerto cuatro personas en su afán por conseguirlo. El último fallecimiento se registró a finales de noviembre, tal como adelantó THE OBJECTIVE. En gran medida, los inmigrantes son motivados por las mafias, quienes tras encargarse de transportarlos por la península, les dicen que aprovechen las mareas bajas, sin advertirles de que las corrientes son extremadamente peligrosas.
A este desafío migratorio en el País Vasco se suma la falta de efectivos y el hartazgo en la Policía Nacional. «Estamos al mismo ritmo que antes de la pandemia, hemos detenido a 1.300 inmigrantes. Ha habido algunos picos, la situación no irá a mejor mientras no cambie la política migratoria…», confiesa un agente a este periódico.
«Bordean la legalidad»
Lo peor, no obstante, llega cuando se producen detenciones masivas y los agentes de la comisaría de Irún «no dan abasto». Pese a la presión migratoria que sufren en la zona, una de las cinco más altas en el país, «tienen la plantilla más pequeña de toda España». «En ocasiones, se producen detenciones de 20 inmigrantes y hay cuatro agentes de servicio. Por lo que solo un policía puede vigilar a los veinte en los calabozos. Son situaciones muy complicadas. Todos hemos tenido mucha sensación de inseguridad. Necesitamos más medios, es algo que reclamamos desde hace tiempo».
A esta circunstancia también se añade el modus operandi de las autoridades francesas cuando detienen a inmigrantes en la frontera y los envían, de nuevo, al País Vasco. «Antes, los traían en coche y los dejaban aquí. Ahora, te mandan un aviso y te dicen que los han metido en un tren. Luego mandas a una patrulla y te los encuentras vagando por los andenes… Los franceses bordean la legalidad», sentencian.