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La Policía de Irún, al límite por el aumento de devoluciones de inmigrantes de Francia: «Bordean la legalidad»

La Policía de Irún, al límite por el aumento de devoluciones de inmigrantes de Francia: «Bordean la legalidad»

EFE

Policías desbordados, inseguridad constante y casi 1.500 inmigrantes detenidos. Estos tres escenarios resumen la situación que han vivido (y viven todavía) este año los agentes de la Comisaría de Policía Nacional en Irún ante la avalancha de personas procedentes del norte de África que, tras entrar por el sur de la península, intentan traspasar sin éxito la frontera española con Francia. 

En enero de 2020, el ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, ordenó el cierre de los 16 pasos transfronterizos a lo largo de los Pirineos: en el País vasco, Navarra y Cataluña, a la par que duplicó los controles policiales franceses para vigilar la zona, que pasaron de 2.400 a 4.800 efectivos. 

Una medida «provisional» destinada a neutralizar la amenaza yihadista y, sobre todo, a poner freno a la inmigración ilegal, que casi un año después sigue vigente. El país galo solo ha reabierto cinco puertos de montaña, mientras 11 carreteras secundarias que conectan ambos países permanecen todavía cerradas. 

Escenario que ha convertido a poblaciones fronterizas con Francia como Irún (Guipúzcoa), Huesca (Aragón) o el Valle de Arán (Lérida) en puntos calientes de los flujos migratorios irregulares, que acceden por el sur del país con el fin de atravesar el Espacio Schengen. Un objetivo frustrado una vez que intentan hacerlo por vía terrestre: son detenidos y devueltos de inmediato por las autoridades francesas a España. 

Irún es, entre todas las regiones, la que más está sufriendo estas olas migratorias, cuenta un policía vasco a THE OBJECTIVE. «Estamos al mismo ritmo que antes de la pandemia, acercándonos a los 1.500 inmigrantes detenidos y no ha terminado el año. Hemos tenido algunos picos, la situación no irá a mejor mientras no cambie la política migratoria…». En lo que va de año han pasado la frontera vasca de manera ilegal 4.100 migrantes, según datos del Gobierno vasco. 

«Inseguridad»

Lo peor, no obstante, llega cuando se producen detenciones masivas y los agentes de la comisaría de Irún «no dan abasto». Pese a la presión migratoria que sufren en la zona, una de las cinco más altas en el país, «tienen la plantilla más pequeña de toda España». «En ocasiones, se producen detenciones de 20 inmigrantes y hay cuatro agentes de servicio. Por lo que solo un policía puede vigilar a los veinte en los calabozos. Son situaciones muy complicadas. Todos hemos tenido mucha sensación de inseguridad. Necesitamos más medios, es algo que reclamamos desde hace tiempo», manifiesta un policía vasco. 

A esta circunstancia se suma el modus operandi de las autoridades francesas cuando detienen a inmigrantes en la frontera y los envían, de nuevo, al País Vasco. «Antes, los traían en coche y los dejaban aquí. Ahora, te mandan un aviso y te dicen que los han metido en un tren. Luego mandas a una patrulla y te los encuentras vagando por los andenes… Los franceses bordean la legalidad». 

Mafias

Entre mayo y agosto, dos inmigrantes murieron ahogados cuando intentaban cruzar a nado de Irún a Francia a través del Río Bidasoa. En ambos casos, aseguran los agentes vascos, fueron motivados por las mafias que se encargan de transportarlos por la península. Los dejan en el margen del río y les dicen que aprovechen las mareas bajas, sin advertirles de que las corrientes son extremadamente peligrosas. 

Sin ir más lejos, la Guardia Civil detuvo en octubre a siete personas en las provincias de Gipuzkoa, Bizkaia y Navarra que se encargaban de trasladar a inmigrantes hasta Francia.  Lo hacían, previo pago, a través de vehículos lanzadera y usando rutas alternativas para evitar los controles policiales. En dos meses, la organización logró realizar 60 traslados, llevando en cada uno de ellos entre tres y cuatro personas. 

La organización que desarticularon los agentes, sin embargo, sería solo la punta del iceberg. La Policía tiene constancia de que varias mafias siguen implantadas no solo en la zona de Irún, sino también en otras como Lérida. 

En esta provincia catalana, según relata una policía de la zona, los inmigrantes tratan de cruzar la frontera por la noche porque hay menos vigilancia policial. «En Lérida capital pagan a los pasadores y los trasladan desde Lérida hasta la frontera. Aquí no ha habido tanto problema. Si los franceses los detienen y los sueltan en la frontera, se esconden en la montaña y tarde o temprano vuelven a intentarlo hasta que lo consiguen». 

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