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Tensión en la coalición: Podemos advierte a Sánchez de que pactar con Cs es «zona peligrosa»

Guerra fría en las relaciones de los socios PSOE y Podemos. Los morados negocian en paralelo con ERC para disuadir a los socialistas de «pactar con la derecha»

Tensión en la coalición: Podemos advierte a Sánchez de que pactar con Cs es «zona peligrosa»

Llevan semanas negociando en secreto y en paralelo. De un lado, la órbita socialista del Ejecutivo enfrascada en una negociación secreta y discreta de la mano de su negociador en la sombra, Félix Bolaños; del otro, la cuota morada de la coalición a quien Yolanda Díaz intenta sin éxito atribuir el éxito de un pacto sobre la reforma laboral que no se mueva de la alianza Frankenstein. Bolaños se ha centrado en el PNV, Díaz en ERC; el ministro de Presidencia, sobre la base de un decreto intocable, que ni se tramitará como proyecto de Ley ni aceptará la prevalencia de los convenios autonómicos sobre los estatales; la vicepresidenta segunda, convenciendo a sus socios de que están dispuestos a modificar el texto y a «aclarar a quién afectaría» la cuestión de los convenios. 

Ninguna de las dos partes ha tenido éxito hasta la fecha, lo cual aboca la negociación a una tercera vía: la de Ciudadanos. Ambos lo saben, pero solo el PSOE lo asume y no precisamente de mal grado. Este martes, a las puertas de la sala de prensa, el portavoz socialista Héctor Gómez bromeaba con los fotógrafos al recibir el relevo de su homólogo naranja, Edmundo Bal, en las ruedas de prensa tras la Junta de Portavoces: «¿Qué queréis, una foto?».

Las risas y las sonrisas se sucedieron también a la entrada del secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Rafael Simancas, a la entrada de la Diputación Permanente: «¿Habrá reforma laboral?». Simancas respondía esperanzado mientras intercambiaba sonrisas con quien entraba en ese momento por la puerta de la sala Constitucional, Edmundo Bal.

A la espera de Bolaños

Según ha podido saber THE OBJECTIVE, las conversaciones con Ciudadanos ya han comenzado, pero se han quedado por ahora en la fase del ‘tanteo’, que corresponde al ámbito del partido. Contactos preliminares entre Héctor Gómez, Edmundo Bal y Rafael Simancas que, siguiendo el cauce habitual, están a la espera de sellarse formalmente con una llamada del ministro Bolaños «cuando llegue el momento», esto es, una vez se constate el fracaso negociador con ERC. Según fuentes de Ciudadanos, «no habrá mercadeo», ninguna contrapartida a su apoyo más allá de la obligación de ‘no tocar ni una coma’ a lo pactado con los empresarios y los sindicatos. 

Pero de momento la llamada de Bolaños se retrasa mientras dura la negociación de Díaz con sus socios republicanos. En privado, fuentes de Moncloa califican de «imposible» un acuerdo con ERC pero, según el presidente del grupo parlamentario de Podemos, Jaume Asens, «las negociaciones están yendo bien. No les puedo desvelar, pero creo que vamos a llegar a un acuerdo con ERC. Estamos avanzando». El desideratum del portavoz morado tiene pocos visos de realidad y persigue, según las fuentes consultadas, presionar al PSOE para evitar un pacto con Ciudadanos que, en palabras de Asens supondría entrar en «la zona peligrosa». 

Un terreno vedado que consiguió enterrar Pablo Iglesias cuando era vicepresidente del Gobierno para limitar las posibilidades de pacto de Pedro Sánchez al arco parlamentario de izquierdas y cegar la vía alternativa con Ciudadanos, la llamada geometría variable. Esto constituye a día de hoy la principal preocupación de Podemos, el motivo esencial de tensión entre los socios de la coalición: que Pedro Sánchez, ante la necesidad de buscar la centralidad por motivos electorales, tenga la tentación de virar al centro y abandone la alianza Frankenstein que le ha permitido tener estabilidad parlamentaria durante los dos años de gestión de la pandemia y sus sucesivos estados de alarma, la aprobación de dos Presupuestos Generales del Estado y los acuerdos en materia de pensiones. 

Sánchez garantiza que «será puntual»

Las advertencias que recibió ayer el presidente del Gobierno fueron inequívocas. De un lado, Asens pidiendo «evitar el riesgo de que la legislatura gire a la derecha, sería una mala opción y no dan los números. Es una trampa». Del otro, el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, mandando un recado a Sánchez en Ondacero: «No es una buena operación» sacar adelante la reforma laboral con Ciudadanos, en sustitución de sus «interlocutores habituales». «No se puede sacar la reforma con Ciudadanos y UPN y luego mirar a los socios habituales para aprobar otras cosas». 

En Moncloa acusan recibo. Las fuentes gubernamentales consultadas aseguran a este periódico que «no habrá consecuencias», ya que se trata de un apoyo «puntual», por exigencias del guion y ante la negativa de sus socios a respaldar un acuerdo que exigen en Bruselas. Pero, tras este paréntesis, se retomará a sus socios preferentes, PNV y ERC, y la coalición estará «intacta», como han garantizado los negociadores del Gobierno en privado a sus socios. 

El núcleo duro de Pedro Sánchez descuenta que haya una escenificación, cierta quiebra de la confianza incluso tras la votacion del 3 de febrero, pero nada que no resuelvan las futuras negociaciones en las que se retomarán la prioridad de sus interlocutores habituales. 

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