El batacazo electoral de Podemos amenaza con un cisma en el partido y en el grupo parlamentario
La ruptura entre el sector de Yolanda Díaz y el fiel a la dirección se hace más palpable, mientras que la secretaria general prepara cambios y se acercan purgas
Los dos sectores que en este momento conforman el universo de Unidas Podemos, es decir, el que mira a Yolanda Díaz para un giro de 180 grados y el que sigue a Ione Belarra e Irene Montero, están cada vez más cerca de romperse de manera definitiva. El batacazo electoral en Castilla y León, con Podemos que araña tan solo un escaño después de que internamente se hiciera circular que el partido podía alcanzar hasta cinco procuradores, se está volviendo sobre la organización como un bumerán. La dirección planea cambios internos que pueden derivar en otra purga de los sectores considerados pocos fieles a la línea de la cúpula.
Desde el sector de Yolanda Díaz temen que la cúpula morada acabe señalando a la gallega como la responsable del batacazo. Es una lectura que Díaz ha intentado sortear durante toda la campaña, sabiendo que eso ocurrió en Galicia en las últimas autonómicas, cuando Podemos se quedó fuera del parlamento regional. Su estrategia fue limitar su exposición. Pactó un solo encuentro «simbólico» con Enrique Santiago, tal y como desveló este diario. Y durante todo el día de ayer y la noche electoral del domingo evitó comentar los malos resultados.
Quien sí lo hizo fue Pablo Iglesias. El exlíder morado tiene listo su discurso, que los afines a Díaz califican de cierre de filas para evitar que el proyecto renovador de la gallega tenga éxito. Iglesias lanza el mensaje de que existe una «reacción» de la derecha al gobierno rojo-morado. Y que «da igual» que sea Pablo Casado o Isabel Díaz Ayuso quien lidere el PP, para él las derechas ya están alineadas, y lo mismo debería hacer la izquierda. «Es verdad que hay que apostar por un frente amplio y el liderazgo de Yolanda, pero es evidente que con la aspereza de la batalla ideológica esto no va a ser suficiente», sentenció el lunes.
Los fieles a Yolanda Díaz
El problema es que, por debajo de los grandes dirigentes, en el complicado equilibrio del grupo parlamentario de Unidas Podemos, llegan cada vez más mensajes que revelan la profunda división interna de los representantes morados. Existe ya algo parecido a dos bloques: uno que responde a Díaz y otro que sigue las consignas de Pablo Echenique. Hay diputados como Txema Guijarro, Antón Gómez-Reino o Aina Vidal, que se conocen por su cercanía a la gallega. Otros se mueven de forma más sutil, pero todos miran a su alrededor.
Fuentes de Podemos, además, apuntan a que también a nivel de dirección del partido morado se estarían planteando cambios de calado. Algunos dirigentes hasta ahora siempre presentes en la ejecutiva podrían salir de ella, como consecuencia de su cercanía a Díaz. El batacazo electoral de Castilla y León, en definitiva, amenaza con acabar en otra, enésima, purga interna al partido, y en la antesala definitiva a algo parecido a una escisión por la vía de los hechos de la corriente de Díaz.
Además de la gallega, las fuentes consultadas aseguran que el líder de IU, Alberto Garzón, sigue alejado de la dirección morada. Garzón protagonizó una polémica sobre la carne que condicionó gran parte de la campaña electoral de Castilla y León. Iglesias y Montero, sin embargo, dieron la orden de defender al dirigente. Las fuentes consultadas hablan de maniobra para atraer a Garzón y romper su pacto con Yolanda Díaz. Pero no parece que esté cuajando.
40.000 votos menos en CyL
Máxime porque incluso a niveles de militancia de Podemos, la campaña de Castilla y León ha despertado más de una duda. Como desvelaba THE OBJECTIVE, las bases se quedaron muy sorprendidas cuando Podemos anunció que su candidato, Pablo Fernández, se presentaba por Valladolid y no por León, tal y como hizo en 2019.
La dirección sabía que en Valladolid era más fácil sacar el escaño, y en efecto así ocurrió. Pero los cuadros locales de Podemos interpretaron esa decisión como el último diktat de Madrid en una escalada de personalismos y favores personales que han desmovilizado a los electores. De nada, además, ha servido el pacto con IU. Los morados se quedaron con un escaño (uno menos que en 2019, y nueve menos que en 2015), y la suma con IU defraudó: se perdieron 40.000 papeletas en comparación con las últimas autonómicas.
Cabe recordar que no son las primeras elecciones autonómicas en las que Podemos no cumple con sus expectativas. En los últimos comicios de Galicia se quedó fuera del parlamento, y en el País Vasco en 2020 también bajó con fuerza (de 11 a seis escaños). En Madrid, la formación entró en la Asamblea regional por los pelos y solo en Cataluña revalidó sus representantes, aunque perdió más de 200.000 votos. La tendencia es, por lo menos, claramente a la baja. Y muchos sectores del partido y de los que orbitan alrededor de Podemos exigen un proceso de «reflexión» y una sustancial refundación.
En definitiva, Podemos navega en el medio de una tormenta que de aquí a las próximas elecciones de Andalucía (se prevén para antes del verano) y las municipales de 2023 amenaza seriamente con condenar al partido a la desaparición. El llamado círculo de Galapagar, que es donde se toman todas las decisiones de calado de la formación, es consciente de ello. Así que no se excluyen golpes de escena en el corto plazo. Mientras, Díaz sigue esperando, posiblemente hasta las elecciones andaluzas, para lanzar su verdadera ofensiva.