La caída de Casado da alas a Vox para pactar un gobierno con el PP en Castilla y León
Mañueco mantiene otros contactos, pero la decisión está tomada. La formación verde aspira a cuatro carteras, pero ya no pide «derogar las leyes de izquierdas»
El líder de Vox en Castilla y León. | Claudia Alba (Europa Press)
El vacío de poder en el PP deja las manos libres para negociar a Alfonso Fernández Mañueco. El presidente en funciones de Castilla y León inició el lunes una ronda de contactos con el resto de formaciones, pero fuentes cercanas al candidato popular reconocen a THE OBJECTIVE que su intención es formar gobierno con Vox. La formación verde no se mueve un ápice en su pretensión de conseguir cuatro consejerías, incluida la vicepresidencia, y la presidencia de las Cortes. Lo que no está ahora tan claro es que pida «derogar toda la legislación de la izquierda».
Mañueco se reúne este miércoles con los representantes de Vox, aunque no ha trascendido quiénes serán los encargados de las negociaciones por parte de la formación verde. Estará su líder regional, Juan García-Gallardo, pero no se conoce la identidad de las personas que le acompañarán. El partido ha mantenido estos días un absoluto secretismo al respecto y solo reconoce como fuentes oficiales al abogado burgalés y a su líder nacional, Santiago Abascal.
Vox acude con «la mano tendida»
Vox acude al encuentro con «la mano tendida», una predisposición que también observa en Mañueco, según ha reconocido el propio Abascal. La formación verde espera que las negociaciones sean «fructíferas». A pesar de que el PP escenifique un diálogo con el resto de grupos, fuentes cercanas a las negociaciones dan por cerrado el acuerdo con Vox, aunque a falta de algunos flecos que no precisan.
La reunión del lunes entre los populares y el socialista Luis Tudanca resultó infructuosa. El encuentro apenas duró 15 minutos. Mañueco se levantó de la mesa tras escuchar la palabra corrupción. En el PP acusaron al PSOE de seguir las instrucciones de Pedro Sánchez para «romper» cualquier vía de diálogo apenas días después de que aparecieran voces en el partido que pedían la abstención en la sesión de investidura para evitar que Vox entre en el gobierno.
El PP convocó elecciones el 20 de diciembre. La intención de Mañueco era desvincularse de su socio, Ciudadanos. Estaba convencido de que podía alcanzar una mayoría absoluta en Castilla y León pero, en caso de no hacerlo, sus colaboradores afirman que se mostró convencido de sentirse más cómodo gobernando con Vox que con la formación que lidera Francisco Igea en la región.
Mañueco ganó los comicios, pero solo obtuvo 31 escaños, a 10 de la mayoría absoluta. Las urnas encumbraron a Vox, que pasó de un procurador a 13, lo que le convertía en una fuerza esencial para formar gobierno. García-Gallardo y Abascal reivindicaron sus resultados y pidieron entrar en el Ejecutivo regional en la misma noche electoral. Lo llevaban solicitando toda la campaña. «Qué cara de vicepresidente se le está poniendo a Juan», reiteró el líder nacional tras conocer los resultados.
«No somos menos que otros»
Un día después, en una rueda de prensa en la que compareció García-Gallardo en solitario, el líder regional reivindicó el peso que le habían otorgado las urnas. «Tenemos que obtener lo mismo o más que Ciudadanos». La formación naranja consiguió cuatro consejerías, incluida la vicepresidencia, y la presidencia de las Cortes. «No somos menos que otros», zanjó el joven abogado burgalés.
García-Gallardo anunció entonces que una de las peticiones que realizaría su partido sería «derogar toda la legislación de izquierda». Eso incluye la ley de Violencia de Género regional y el decreto de Memoria Histórica. Este lunes, una semana más tarde, la formación verde rebajó esas líneas rojas.
En el encuentro de este miércoles se pondrán en común los programas. Fuentes cercanas a la negociación aseguran que ambas formaciones llevan días hablando, aunque de momento no se ha hablado de puestos. La única certeza por ahora es que el acuerdo está más cerca que hace unos días.
La crisis interna del PP no solo encumbra a Vox en las encuestas (algunas lo convierten en segunda fuerza política), también salva un match point para Mañueco, ya que Pablo Casado llevaba meses negando cualquier acuerdo con la formación verde.
