Bolaños aplacó a Belarra y Montero tras una cascada de llamadas y el cabreo de Pedro Sánchez
Sánchez no habló con Montero hasta el acto de igualdad el lunes por la tarde, cuya asistencia supeditó a que suavizara su posición
El Gobierno tiene su particular reparto de papeles, tanto para momentos de negociación como para situaciones de crisis y en ambos escenarios juega un papel fundamental el ministro de Presidencia, Félix Bolaños. Según ha podido saber THE OBJECTIVE, fue Bolaños quien consiguió doblegar la ofensiva iniciada por Ione Belarra e Irene Montero hace una semana cuando Pedro Sánchez anunció el envío de armas a Ucrania rectificando su posición anterior.
El jefe del Ejecutivo no llamó a Belarra en ningún momento, mucho menos después de que el domingo la líder de Podemos ubicara al PSOE entre los «partidos de la guerra». En el PSOE no daban crédito. A la salida del Comité Federal para escenificar la unidad en torno a este asunto, Adriana Lastra tiraba de ironía: «No ha podido decir eso… seguro que la habéis malinterpretado». Su sonrisa contrastaba con el rictus serio de los asistentes a Ferraz que evitaban hacer sangre.
Una cascada de llamadas
Pero al término de la reunión del máximo órgano entre congresos, el ministro Bolaños llamó a su interlocutora habitual, Ione Belarra, con quien mantiene una «excelente relación». Belarra no reculó. Según las fuentes gubernamentales consultadas por este periódico, hicieron falta varias llamadas de Bolaños, tanto a Ione Belarra como a Irene Montero para que «entraran en razón». El ministro de Presidencia, llamó varias veces durante «todos los días», según las citadas fuentes del Ejecutivo. Y finalmente, el lunes por la tarde hubo pacto.
El acuerdo fue «suavizar la escalada verbal» y dar por «zanjado» el conflicto interno, a lo que se entregaron el lunes la portavoz de Podemos, Isa Serra, y el del PSOE, Felipe Sicilia, en sus respectivas ruedas de prensa. Un pacto que debía estar resuelto a primera hora de la tarde del lunes para confirmar la asistencia del presidente al acto del 8-M convocado por el Ministerio de Igualdad de Irene Montero y al que tenía previsto asistir el presidente del Gobierno.
Sin embargo, la convocatoria no se incluyó en la agenda gubernamental enviada la noche anterior. Según Moncloa, el presidente supeditó su presencia hasta el último momento para que Bolaños tuviera el compromiso cerrado de no habría una nueva afrenta como las de los días precedentes.
El enfado de Sánchez paralizó el acto de Igualdad
Y así fue. Tras varias llamadas consecutivas, Moncloa envió la las 16:00 horas la convocatoria del acto conjunto de Montero y Sánchez con colectivos feministas a las 18:30 horas en el Círculo de Bellas Artes. Un acto que incomodó al Gobierno por el ambiente festivo del mismo en un contexto de guerra, pero en el que el presidente Sánchez y su ministra de Igualdad hablaron por primera vez y enterraron el hacha de guerra.
Según fuentes de ambos entornos, Sánchez y Montero «solo hablaron del acto en sí, no de Ucrania» ni de las desavenencias de la guerra por el envío de armas. De hecho, el enfado del presidente todavía se plasmó en otro gesto. Sánchez no intercambió una palabra con su ministra de Asuntos Sociales, Ione Belarra, también presente en el evento, y marcando distancias en la aparentemente relajada conversación que mantuvieron presidente y ministra de Igualdad. En el momento de la foto oficial, Belarra se situó a un extremo, muy alejada de Sánchez y Montero, en una posición central.
El pacto también contempló la puesta en escena del Consejo de Ministros de este martes. Aprovechando la visibilidad de Moncloa, la ministra del ramo fue invitada a participar de la imagen que quería proyectar el Gobierno, con tres mujeres clave para el Día de la Mujer: la portavoz, Isabel Rodríguez, la vicepresidenta cuarta, Teresa Ribera, y la ministra de Igualdad, Irene Montero.
El «pactado» silencio de Montero
Pero, a cambio, el silencio. Montero fue preguntada en dos ocasiones por los periodistas en torno a su posición sobre Ucrania y su respaldo de la posición gubernamental. Pero, en el Día de la Mujer, Montero eligió callar. «Es parte de lo pactado», explicaron fuentes de su entorno. Quien evita la ocasión evita el peligro y Montero pasó palabra, según la portavoz Rodríguez, por sentirse representada en lo dicho por ella misma.
«El Gobierno está donde tiene que estar», repitió Rodriguez, actuando en «la legítima defensa de un país agredido». Ante la atenta mirada de Montero, quien incluso asintió ante sus palabras, la portavoz explicó que se trata de «un cambio de paradigma» en el plano internacional que trasciende a «un asunto doméstico» y requiere de «altura de miras».
Fuentes cercanas a Montero se limitaron a defender la prudencia como herramienta para cerrar este capítulo de guerra interna en la coalición. «No nos caracterizamos normalmente por quedarnos calladas pero había que dar por zanjada esta cuestión».