José Bono: «No entiendo cómo Belarra y Montero siguen siendo ministras»
El exministro de Defensa aprecia a quien se perfila como futuro líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, de quien asegura que el PP haría mal si lo tritura
José Bono ha desempeñado casi todos los papeles en su vida política: fue presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, siempre elegido por mayoría absoluta, entre 1983 y 2004; ministro de Defensa y presidente de las Cortes Generales. Hoy, Bono no ejerce ya cargo público, aunque sigue muy de cerca la vida política y la actualidad. Pese a que en su etapa de presidente autonómico se las tuvo tiesas con el entonces ministro Josep Borrell, actual Alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, durante esta entrevista Bono no oculta su reconocimiento ante el papel jugado por Borrell frente a la invasión rusa de Ucrania. Firme defensor de la creación de un Ejército europeo, Bono repasa no solo la actual situación de guerra y sus consecuencias, sino los efectos provocados en la política interna española. Aprecia a quien se perfila como futuro líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, de quien asegura que el PP haría mal si lo tritura, cual hamburguesa, al tiempo que lamenta lo que considera un «radicalismo» de los portavoces populares en el Congreso de los Diputados que le resulta «ofensivo».
José Bono no oculta sus simpatías por los grandes acuerdos entre PP y PSOE, cuando se le menciona la Gran coalición alemana y, aunque no es partidario de los cordones sanitarios en ningún caso, previene contra Vox y lo que representa. No le parece tan peligroso, en cambio, Podemos, de quienes dice que «ya no están para asaltar los cielos», sino para buscar cobijo.
Pregunta. – Durante su etapa al frente del Ministerio de Defensa coincidió con Vladimir Putin en alguna ocasión? ¿Conoce a los dirigentes rusos?
Respuesta. – No. Siendo presidente del Congreso, visitó España el presidente ruso, que era Dimitri Medvedev, Putin era primer ministro. Con quien tuve buena relación fue con el viceprimer ministro y ministro de Defensa, Serguéi Ivanov, a quien recibí en España y visité en Moscú para devolver la cruz de la catedral de Nóvgorod, que había traído la División Azul en la Segunda Guerra Mundial. Tengo un buen recuerdo de él. En marzo de 2009 cené con el actual ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov y apunté esta frase suya en mi diario: «Gorbachov es bondadoso, pero ingenuo. Llegaba a fiarse tanto de los occidentales que no selló sus acuerdos en documentos firmados y luego los europeos no cumplieron por no existir compromiso escrito que les obligara».
P.- ¿Ha llamado a Ivanov?
R.- Tengo su teléfono y pensé hacerlo. No lo hice porque en 2020 cesó como jefe de gabinete de Putin y yo no soy nadie -políticamente hablando- para llamarle. Quizá no le viniera bien mi llamada y hasta le pudiera complicar.
P. ¿Ganará Putin esta guerra?
R. La guerra es muy importante pero la postguerra será determinante para los europeos.
P.- Ya han pasado unos años, pero las relaciones con Rusia nunca fueron fáciles…
R.- Cuando terminaban las sesiones del Consejo Atlántico de la OTAN solía haber una reunión con Rusia y ya entonces, recuerdo que se planteaba por parte de Ivanov la necesidad de una nueva arquitectura en materia de seguridad. Fue creciendo un cierto resquemor hacia occidente porque se creían cercados, como si Rusia no fuese a caber en sus fronteras y necesitara desbordarse y llegar a los confines de la vieja URSS. Alguna vez escuché que Rusia, sin Ucrania, no es europea sino asiática. Quizá no fue acertado que la OTAN, una vez disueltas la URSS y el Pacto de Varsovia en julio de 1991, se acercara a las fronteras de Rusia con un discurso expansivo. Esos movimientos fueron percibidos como una humillación. Hoy día, de los 30 países que integran la OTAN, 13 pertenecieron a la órbita de la antigua URSS. Quizá no se tuvo la previsión de que un personaje tan autócrata y sin controles democráticos como es Putin podría exigir por la fuerza la «desotanización» de sus fronteras. El apoyo, aunque tibio, de China a Putin también debe ser motivo de reflexión preocupante.
P.- La UE, que se puso de perfil en 2014, cuando se perpetró la invasión de Crimea, ¿ha acertado ahora con su respuesta a Vladimir Putin en su nueva invasión sobre territorio ucraniano?
R.- La UE no tiene una política de defensa autónoma y por eso ponerse de perfil es más una necesidad que una decisión. Hasta el momento, la única política de defensa en Europa es la que marca la OTAN. Pero Europa no es la OTAN ni es solo la Unión Europea. Irlanda, Suecia o Finlandia son UE pero no son OTAN. En cambio, Reino Unido, Turquía o Noruega son OTAN, pero no son Unión Europea. Europa, con alguna excepción a la francesa, siempre obedece a EE. UU. Por ejemplo, se dice que la OTAN no puede enviar efectivos humanos a territorio no OTAN, pero eso es falso. A Afganistán se enviaron y el motivo estaba claro: porque lo promovió EEUU con ‘Libertad duradera’ tras los atentados del 11-S invocando el articulo 5 del Tratado.
Europa tiene una servidumbre en materia de defensa: si su política de Defensa depende de la OTAN, en gran medida está aceptando la hegemonía de EE. UU, porque quien manda en la OTAN es EE.UU. No se puede desconocer que Estados Unidos es un imperio en decadencia frente a otro imperio ascendente que es China. Rusia tiene el apoyo de China y sería muy perjudicial para los europeos que el conflicto EEUU-China se juegue en territorio europeo.
P.- Esa afirmación podría ser sorprendente en boca de un exministro de Defensa como usted
R.- Es posible. Yo no tengo toda la información, pero quien se sorprenda mucho quizá tenga menos que yo.
P.- ¿Coincide usted con la línea argumental de Josep Borrell?
R.- No es que coincida ¡suscribo al 120% lo que ha dicho! Le mandé un mensaje de apoyo. Borrell es el único gobernante de la UE que ha hablado estos días al alma de los europeos. Ha puesto de manifiesto que son muchos los discursos de madera que se pronuncian en Bruselas, discursos que no llegan a los ciudadanos. En momentos como los actuales, se evidencia la urgente necesidad de que la UE se tome en serio la política de Defensa, porque no se puede olvidar que la UE no nació para diseñar la política agraria con ser muy importante, sino para impedir otra guerra mundial. De ahí que el inmediato antecedente de la UE sea la CECA, el acuerdo de Paris, de 1951, del acero y del carbón. Quizá sea utópico y más en este momento, pero cuando pierda Putin la guerra no sería malo, frente a política de bloques y de confrontación, que la izquierda europea lea a Olof Palme y pierda el miedo a formular propuestas de Defensa, como la seguridad compartida para toda Europa. Escuché a De la Rocha un discurso muy sugerente centrado en superar el enfrentamiento entre bloques, menos armas y generar confianza social, política, económica.
P.- Precisamente, Borrell ha pedido una acción conjunta a todos los ciudadanos europeos: bajar la calefacción para mitigar la dependencia del gas ruso…
R.- Yo escuché a Borrell y me pareció muy razonable, porque lo explicaba diciendo que un grado menos en la temperatura de nuestras viviendas supone un 7% menos de la factura que pagamos a Rusia por el gas. Y esa es una factura muy importante: 700 millones de € y otros 700 millones le dan a Putin para financiar esta guerra y otras muchas cosas. No me parece disparatado lo que propone Borrell. Además, no se pueden despreciar las sanciones de la UE, que han sido muy eficaces: han conseguido que el rublo se devalúe un 40%, que a Putin le sea difícil financiar su deuda y las imágenes han puesto de manifiesto que Putin ha cometido un error estratégico de primera magnitud en el ámbito militar. Sus tropas estaban sobrevaloradas por él; hemos visto soldados rusos que no tenían qué comer y otro elemento que no ha tenido en cuenta es que, en el campo abierto, el ejército ruso es superior, pero en el ámbito ciudadano de las ciudades, el ir casa por casa, se le puede atragantar, como ya le ocurrió a Rusia en Afganistán.
P.- ¿Qué opinión le merece el papel jugado por España en este último conflicto a raíz del ataque de Rusia a Ucrania?
R.- Empecemos hablando de Europa, que no es una potencia, pero se sitúa entre dos imperios: EEUU y China. Hay varias Europas, la del Sur, la del Norte y otra Oriental en la que está Rusia. Rusia también es Europa y es evidente que, aunque tiene afanes imperiales, la tenemos peligrosamente cercana, nuestro comercio común no es despreciable, son proveedores importantes de gas, tiene un evidente poder económico y un enorme potencial militar. Europa, propiamente, no tiene un ejército europeo y …
P.- ¿Debería tenerlo?
R.- ¡Claro! Europa debería tener un Ejército europeo. La diplomacia europea tiene un poder de persuasión muy limitado; se nos escucha con educación, pero se nos hace muy poco caso. Hoy día, en el mundo, son pocos los países que pueden situar a un contingente militar verdaderamente disuasorio en un plazo de tiempo adecuado y en un escenario de conflicto grave. Lo puede hacer EE. UU, la OTAN, Rusia, China …¡La UE no puede! No somos una potencia militar, pero estamos utilizando recursos de bienestar muy superiores a los que nos correspondería en un reparto equitativo entre la población mundial. ¡Tenemos el 3% de la población mundial y más del 40% de los recursos de bienestar!
P.- ¿Rusia es una potencia?
R.- Militarmente sí. Rusia no es Irak, ni Putin es Sadam Hussein. Rusia es un país que posee las mayores reservas de gas del mundo y es de los tres mayores exportadores de petróleo. Rusia está anticuada en materia social, en desarrollo humano… pero su industria militar es ostentosa: posee submarinos nucleares, misiles balísticos de corto y largo alcance, aviones de combate de primera línea… En renta per cápita ocupa el lugar 63 del planeta, España el 29, le ganan entre otros muchos Lituania, Hungría Uruguay Polonia, Rumanía, Costa Rica, pero en venta de armas es el segundo del mundo, solo le gana EE. UU.
P. ¿Y China?
R. Esa es la potencia económica y militar de verdad. China no es una democracia convencional y ese es un peligro serio: su gobierno no tiene controles democráticos y las aventuras personalistas son más probables que en las democracias occidentales, pero dicho esto también es verdad, y la ONU lo ha reconocido, que ha sacado de la extrema pobreza a 800 millones de personas en un tiempo no muy largo y que no han sido agresivos militarmente hablando hacia occidente.
China emerge imparable frente al evidente declive de EEUU. Su salida humillante de Afganistán, el fracaso en Iraq o el asalto al Capitolio, son buenas pruebas de ello. Lamentablemente, China impulsa sus relaciones con Rusia y no condenó a Putin por Crimea en 2014 ni por la invasión de Ucrania en la actualidad. Son muchos los analistas que dicen que China ayudará a Rusia ante las sanciones europeas. El eje chino-ruso es peligroso porque las libertades y los derechos humanos no forman parte de sus principios.
P.- ¿Cree que Putin va a usar armamento nuclear?
R.- Quiero creer que no. Me blindo psicológicamente queriendo creer que no las va a usar, pero de su comportamiento no invita a desentenderse. Lo que hoy afirma mañana puede negarlo. El ministro de Asuntos Exteriores ruso ha hablado abiertamente de esa posibilidad. Sinceramente, no creo que lo que es posible se convierta en probable. Rusia solo utilizaría armas nucleares si creyera que está en peligro su propia existencia como Estado.
P. ¿Quiénes serán los más perjudicados por la guerra de Putin?
R. Sin duda los ciudadanos de Ucrania, los pobres del mundo, incluidos los rusos, los usuarios de servicios y productos que se están encareciendo por la guerra …
P.- ¿Y volviendo al papel jugado por España, dentro de esa UE, que no es una potencia?
R.- España forma parte de la UE, pero no somos el primero de la clase en materia de potencia militar, tampoco somos el último, pero tenemos que ser prudentes y creo que el Gobierno de Pedro Sánchez lo está siendo. Todos tenemos nuestros sentimientos y cuando vemos lo que está ocurriendo en Ucrania, el cuerpo nos pide que se corten en seco las aspiraciones anexionistas de Putin y que se haga con la potencia militar necesaria. Sin embargo, hay que explicar a la población que, si los países de la OTAN hicieran lo que Putin merece, podríamos entrar en una dinámica peligrosa: primero, porque Putin no tiene límites en su poder, y en segundo lugar, porque cuatro países eventualmente contendientes, tres de la OTAN y Rusia, tienen armas nucleares. Por tanto, siendo tristísimo ver cómo masacran a los ucranianos, Europa no puede hacer en la hora presente mucho más que imponer sanciones y enviar armas.
P. Hasta ahora no se ha destacado este peligro que supone Putin. Le han abrazado varios dirigentes mundiales…
R.- Lamentablemente, Putin ha sido un aliado emocional de políticos poco recomendables. Las fotos con la extrema derecha, su trabajo para facilitar la victoria de candidatos poco recomendables… Algunos gobernantes de países importantes no están a la altura…
P.- ¿Quién no está a la altura?
R.-Trump el primero. Al margen de Putin, no inspira tampoco mucha confianza Boris Johnson: un negacionista inicial que organiza fiestas en la sede del gobierno británico mientras prohíbe reuniones en el resto del país. Su conducta es más propia de un gamberro que de un primer ministro británico.
P.- ¿Pedro Sánchez es de fiar, visto su cambio de posición con el envío de armas a Ucrania, por ejemplo?
R.- Si. El Gobierno de España ha actuado de manera correcta.
P.- ¿Incluido el cambio de criterio?
R.- El presidente ha explicado por qué cambió de criterio: lo hizo para conseguir la unidad de todas las fuerzas políticas y porque la unidad en este asunto le importaba más que las críticas por cambiar de posición. Por otra parte, las armas que hemos enviado son las adecuadas. He oído a dirigentes políticos pedir envío de armas más sofisticadas y… sinceramente no lo entiendo porque las armas más sofisticadas exigen especialistas y profesionales para su uso. Es decir, exigiría efectivos humanos en territorio no OTAN para manejarlas. No valorar las consecuencias de esas presencias sería frivolidad.
P.- Pero ha cambiado de criterio y eso es significativo
R. Permítame una comparación en forma de pregunta: Si Sánchez ha cambiado de criterio en un asunto de dimensión limitada ¿Cómo denominaríamos la reunión de EEUU en el despacho de Maduro de Miraflores para negociar la compra de crudo venezolano?
P.- Precisamente ese cambio de criterio para conseguir la unidad le ha llevado a Sánchez la división dentro del Gobierno…
R.- Es más importante la unión de todos los grupos políticos que el desacuerdo de dos ministras. No desconozco el efecto mediático que tiene el no aplauso de Montero y Belarra durante el discurso del presidente. Ellas han llegado, incluso a calificar al PSOE, «partido de la guerra», pero sobre todo no comprendo como siguen siendo ministras del gobierno cuyo presidente es el secretario general de un «partido de la guerra». Mucho debe gustarles el cargo para seguir… hasta su jefa política y vicepresidenta del Gobierno se ha mostrado en acuerdo total con el presidente. Quizá por eso han rectificado, no para reconocer su error sino, por propio interés, para seguir siendo ministras.
P.- Eso tendría que decidirlo Sánchez…
R.- O ellas. Si mañana dimiten no pasaría nada irremediable: El Gobierno de coalición no tendría ruptura alguna.
P.- Bueno, Belarra y Montero representan a Podemos, que es la formación mayoritaria dentro del conglomerado de partidos de Unidas Podemos…
R.- Tenga en cuenta que la que manda en esa parte de la coalición es Yolanda Díaz; Podemos, más que asaltar los cielos, ahora tiene que cobijarse por si el cielo electoral le cae encima y la única que puede ayudarles es Yolanda Diaz.
P.- Lo que sí ha traído esta guerra en Ucrania ha sido el apoyo del PP, primer partido de la oposición, al Gobierno ¿Caminamos por una nueva senda en política nacional?
R.- En el PP no se pueden hacer predicciones en este momento. Es verdad que han estado apoyando la posición que todos los españoles apoyan a favor de Ucrania y en contra de Putin y, por tanto, de acuerdo con el Gobierno. Pero, si escuchan al PP en el Congreso, dicen que el presidente del Gobierno está aprovechando la guerra para no se sabe qué ¿Pero qué provecho puede sacarse de esta guerra? De verdad, demuestran un radicalismo que es ofensivo. Y deberían ser prudentes, porque el PP tiene que resolver dos enfermedades graves que le aquejan: en primer lugar, que le ha surgido un tumor maligno que es Vox y que, hasta el momento, más que intentar curarlo, el PP ha girado como un zombi entorno a él: es Vox quien lleva la iniciativa en la derecha… y ahora ya ve cómo, después de lo que han dicho de su moderación y su camino hacia el centro, entregan a Vox la presidencia de Las Cortes, le dan la vicepresidencia del Gobierno y tres consejerías… En segundo lugar y más grave, vemos que la corrupción no les abandona. Hemos asistido a un fenómeno verdaderamente llamativo: quien denuncia corrupción tiene que irse y la denunciada por corrupción es subida a los altares. Esto, electoralmente hablando, es mortal de necesidad. Si esa es la moderación que va a gastar el PP, no se pueden hacer predicciones.
P. Pero cree que esto lo cambiará Alberto Núñez Feijóo?
R. No deseo comparar moralmente a Feijóo con Casado. Con ambos tengo buena relación personal. Voy al Camino de Santiago todos los años y, después de ver al Santo, me tomo un café con Feijóo y hablamos con sinceridad de todo, también de lo que nos separa. Pero Feijóo tiene que resolver estos dos problemas: Vox y la corrupción. Si no los resuelve, aunque parezca mentira, al PP se le va a poner cara de UCD.
P. ¿Está usted preocupado por la entrada de Vox en el gobierno de Castilla y León?
R.- A mí los extremistas no me gustan en ningún lado, pero en el gobierno, además de no gustarme, me preocupan.
P.- ¿Y la presencia de Podemos en el gobierno de España?
R.- A mí tampoco me gusta que el sector más radical de Podemos esté en el Gobierno, pero en esto hemos ido avanzando, porque aquel Podemos de asaltar los cielos ha pasado a mejor vida y hoy tenemos a una vicepresidenta, que es Yolanda Díaz, con la que tenemos alguna diferencia, básicamente que ella y ellos quieren el referéndum en Cataluña, pero en lo demás son socialdemócratas…ya no hablan de revolución y, si lo hacen, les da la risa. No creen ya en ese planteamiento revolucionario al estilo estalinista.
P.- De acuerdo con los Estatutos del PP, el presidente del partido es también el candidato a presidente del Gobierno de España ¿Ve usted a Feijóo como presidente del Gobierno?
R.- Yo veo a los presidentes cuando ganan las elecciones, porque cualquier consideración previa suele ser interesada o engañosa. Yo no veía a Aznar de presidente del gobierno de España, y lo fue. Pablo Casado ha tenido muy mala suerte a la hora de elegir, porque todo el mundo sabe que Cayetana Álvarez de Toledo no fue elegida portavoz por su simpatía … y lo abandonó muy pronto. A Díaz Ayuso también la encumbró Casado. Ha tenido mal ojo. El otro día, cuando se despidió del Congreso de los Diputados, la imagen era patética, solamente un periodista, Pablo Montesinos (vicesecretario de comunicación del PP) le acompañó en su salida, ¡Que solos se quedan los ex!
P.- Centrándonos en lo que sí va a ser seguro por ahora: Feijóo será líder de la oposición ¿Cree que con la llegada de Feijóo se va a reducir el enorme grado de crispación reinante?
R.- Están tan mal que cualquier candidato les puede suponer una cierta esperanza. Feijóo tiene entidad y el PP hará bien en no hacer hamburguesas con él.
P.- De momento, una declaración de intenciones que ha dado a conocer Feijóo es que viene a ganar a Pedro Sánchez y no a insultarlo… ¿Le parece positivo?
R.- Mas parece una declaración contra Casado que, contra Pedro Sánchez, porque cuando le escuché, creí entender que lo que estaba diciendo era: «Yo no voy a hacer como Casado». Pero todos podemos equivocarnos en nuestras interpretaciones…
P. ¿Cómo valora la presidencia de Sánchez?
R.- Bien. Póngase en su lugar y verá. El Gobierno de Sánchez ha pasado por circunstancias realmente singulares… covid, el temporal Filomena, el volcán y, cuando pensábamos que íbamos a librarnos, viene la invasión de Ucrania… Pedro Sánchez ha tenido que gobernar en circunstancias muy adversas.
P. ¿Es partidario de los cordones sanitarios?
R. En estos tiempos necesitamos más ingenieros de la eficacia que profetas del dogma. Deberíamos ser humildes para dar al pueblo español un nivel de tranquilidad y de sosiego que ahora no tiene la política. Hay preocupación por la política entre la población; tanto es así, que no hay un solo político que apruebe en las encuestas. Es para hacérnoslo mirar. Quizás una de las maneras de superar la situación sea llevándonos mejor.
Los cordones son para los zapatos y para algunas personas o líderes muy singulares, pero no se puede generalizar. Poner un cordón desde el PP a tres millones de votantes de Podemos es un error. Despreciar a los tres millones de personas que votaron a VOX es otro error.
P.- ¿Ve posible, si se mantiene la actual fragmentación en el arco parlamentario español, una gran coalición que gobierne el país, entre el PSOE y el PP, con Sánchez y Feijóo? ¿Necesita el país esos pactos de Estado en esas circunstancias tan adversas?
El frentismo no le conviene al país. Hacen falta pactos y entendimiento. Que se mantenga permanentemente la política de la confrontación puede ser interpretado por la ciudadanía como una enfermedad, una patología insana. Quizá por eso las encuestas dicen que los políticos son parte del problema, no de la solución.
Siempre he estado cómodo defendiendo que el PP y el PSOE se tienen que entender en algo y ahora oigo a mucha gente que lo defiende para algunas materias, pero las cúpulas políticas no piensan de este modo. Acepto lo que diga la mayoría, pero mi opinión es la de siempre.
P.- Eso lo dice usted ahora, pero en Castilla-La Mancha no hubo coaliciones.
R. Cuando gobernaba en Castilla-La Mancha me esforzaba cuanto podía en pedir a las urnas lo que el PP me solía negar y la verdad es que las urnas respondieron bien: seis mayorías absolutas y un 58,5% de votos al PSOE en mi última elección. En ese escenario, hacer coalición es de tontos.
P.- ¿En los pactos de Estado que ha mencionado tendrían que estar Bildu y Vox?
R.- No me gusta ninguno de los dos nada. Nada, nada, nada. Es más, el otro día me preguntaban cómo resumiría ser socialista hoy y dije que consistía en la radical defensa del sistema democrático, de las personas que más ayuda necesitan y de la igualdad de los ciudadanos por encima de cualquier frontera. Las fronteras son artificiales y los derechos son de las personas, no de los territorios. Cualquier planteamiento nacionalista tiene peligro y tanto VOX como Bildu lo tienen. Unos, desde un nacionalismo que justificó el asesinato y los otros desde un patrioterismo franquista inaceptable.
P.- La oposición acusa al PSOE de pactar con Bildu y de blanquear los crímenes de ETA y favorecer un relato amable para con los que apoyaron al terrorismo ¿Lo comparte? ¿Entiende esas críticas?
R.- No me gustan esas compañías, pero es evidente que ETA ya no existe y que los socialistas no blanqueamos crímenes de nadie.
P.- ¿Cree que el Rey emérito, al que trató y conoció bien, debe volver a España o es de los que cree que nunca debió haberse marchado?
R.- Los españoles tenemos las raíces monárquicas poco profundas. Mire usted, de dieciocho reinas, solo una, Mª Mercedes Orleans, nació y murió en España; De diez reyes desde Felipe V, solo cinco han nacido y muerto en España. En los últimos dos siglos todos los reyes de España han conocido el exilio. ¡Todos!
Al Rey Juan Carlos le tengo más afecto que admiración y después de todo lo que ha ocurrido, de todo lo que hemos oído -¡que es grave!- muchos españoles han podido escandalizarse.
Creo que el Rey Juan Carlos ha cometido errores relevantes y ha tenido aciertos que no se pueden olvidar. Anunciar su vuelta a España inmediatamente después de la decisión del fiscal de no imputarle, no lo veo adecuado ¿Acaso no hubiera venido si la acusación del fiscal hubiera llegado a los tribunales?
P.- ¿Cree que, independientemente del desenlace judicial del archivo por falta de pruebas o por prescripción de los hechos en algún caso, se ha dañado la imagen de la Corona en España? ¿Debe explicarse el emérito, como ha dicho el presidente del Gobierno?
R.- Cuando un hijo renuncia a la herencia de un padre algo relevante ha debido ocurrir. Lamentablemente en el ámbito privado y en la transparencia económica ha habido hechos y conductas que han dañado la imagen de la monarquía. Hasta el propio interesado lo reconoce. Si yo tuviera que dar un consejo al Rey emérito, pensando en voz alta y sin haberlo meditado, probablemente, si él dijese “yo soy humano, me he equivocado y he sufrido y quizás he defraudado a muchos ciudadanos…” yo creo que unas palabras, explicando lo que la mayoría no entiende, le vendrían bien a él y a la institución.
P. Mariano Rajoy dijo, en una entrevista a THE OBJECTIVE que, si él hubiese sido presidente del Gobierno, el Rey emérito jamás se hubiera ido de España ¿Debió haberlo impedido el presidente Sánchez? ¿Debería promover su vuelta?
R.- Para la imagen de España y del actual jefe del Estado, que es un hombre ejemplar, quizá convenga alejarse de exhibicionismos mediáticos y de exaltaciones monárquicas por parte de la derecha. A muchos nos suenan a interés más que a generosidad. Eso que dijo Cayetana Álvarez de que mientras haya PP habrá monarquía no ayuda al rey porque algunos podrían querer comprar los dos productos por el precio de uno.