El diputado ‘obrero’ de Vox: «No somos un partido milagro, aportamos sentido común»
David García Gomis asegura que, pese al pacto alcanzado en Castilla y León, la formación verde no ha renunciado a sus ideas
David García Gomis vive en una noria. Hace años votaba al PSOE y ahora es parlamentario de Vox en las Cortes Valencianas. Ha trabajado como camillero de ambulancias, acarreando maletas en el aeropuerto, de peón agrícola y como vigilante de seguridad. Ese historial le ha valido el sobrenombre de diputado obrero. Se afilió a la formación verde en sus inicios y su carrera ha sido meteórica. «No somos un partido milagro; aportamos sentido común», asegura. Pide que no se impongan las ideologías y asegura que, pese al pacto alcanzado en Castilla y León, Vox no ha renunciado a sus ideas.
«El sobrenombre de obrero me lo puso Iván Espinosa de los Monteros. Comencé a trabajar muy pronto, a los 16 años. Soy un español de a pie. Siempre me he buscado la vida para sacar un sueldo», admite a THE OBJECTIVE. Durante su época como trabajador «precario», García Gomis, que ahora tiene 41 años, militó «por obligación» en varios sindicatos de clase, a los que califica de «paniaguados, corruptos y mafiosos».
El sindicato de Vox
Nada que ver, dice, con Solidaridad, la organización vinculada a Vox en la que es delegado de Organización. Un cargo que compatibiliza con la vicepresidencia del partido en Alicante y, hasta hace unas semanas, con la concejalía en San Vicente del Raspeig (Alicante), donde fue candidato en 2019. «Somos los únicos que salimos a protestar por el precio de la luz. Esta situación no es por la guerra de Ucrania. Los sindicatos de clase han roto el equilibrio y están presos del Gobierno», sostiene.
Solidaridad, creado en 2020 para acabar con aquellas organizaciones «convertidas en marionetas de las multinacionales globalistas», cuenta con 13.000 afiliados y secciones sindicales en 273 empresas. Se califica como un sindicato «anticomunista», una ideología que a García Gomis le resultar familiar: su bisabuelo estuvo afiliado al PCE, lo que le costó la vida en el franquismo, y su bisabuela fue con este partido la primera mujer concejal de Caudete (Albacete).
El pasado no es un problema para el parlamentario por la circunscripción de Alicante. Considera que la Memoria Histórica hay que dejársela a los historiadores. «Si hubo una reconciliación, si ellos fueron capaces de perdonarse, ¿quiénes somos nosotros para aprovecharnos de la memoria?». Aún así, García Gomis explica que Vox aspira a derogar las leyes de Memoria Histórica. El problema en Castilla y León es que «no gobernamos en solitario».
El diputado obrero rehúye de las etiquetas de «fascista» y «ultraderecha». Cree que quienes les califican así solo buscan estigmatizarles. En su intento por condenar «todos los regímenes totalitarios» subió a la tribuna de oradores del parlamento valenciano con una esvástica y una bandera comunista con la hoz y el martillo tachados. Se montó un gran revuelo y algunos diputados abandonaron el hemiciclo. No ha sido la única bronca de la que ha salido esquilmado.
Votante del PSOE
García Gomis estuvo afiliado a UGT y CCOO, «que han traicionado a los trabajadores». Incluso votaba al PSOE, donde llegó a ejercer de interventor en las generales de 2000. «Me arrepiento de haberles votado. Era mi padre el que me daba la papeleta». Llegó a la formación verde en 2014. Había conocido a Santiago Abascal tres años antes porque sus parejas son amigas desde la infancia. Pero el parlamentario niega que el vínculo personal hay influido en su carrera política.
«Hay gente que ha aceptado mi cambio y otra que ha dejado de hablarme. Yo estoy convencido de lo que hago y defiendo mis ideas con firmeza», reconoce el parlamentario valenciano. En su opinión, la política debe recuperar el sentido común para que no se impongan «las ideologías y el fanatismo». E insiste: «Vox no es un partido, es un movimiento social».
Una característica que les ayudará, dice, a no difuminarse. «Nosotros tenemos unas ideas básicas y no titubeamos. Otros comenzaron a divagar, a dar bandazos. Ciudadanos demostró que no era fiable», critica García Gomis. Cuando se le recuerda que Vox ha renunciado, entre otras cosas, a derogar la ley de Violencia de Género en Castilla y León, como pidió en un principio, insiste en que seguirán aspirando a ese objetivo.
«Tenemos que desarrollar políticas fiscales para ayudar a que nuestras empresas sean competitivas. Y hay que recortar gastos políticos y cerrar los parlamentos regionales». Sin embargo, su partido acaba de alcanzar un pacto con el PP para entrar en el gobierno autonómico de Castilla y León. Aboga porque no haya «españoles de primera ni de segunda» y eso supone devolver competencias al Estado.
El nacionalismo
García Gomis critica que España sea el segundo país europeo con más paro juvenil y la existencia de un elevado desempleo estructural, pero no aporta soluciones. «Lo que no es solución es mantener a Sánchez ni dedicar más de 20.000 millones a políticas feministas transversales». Está convencido de la necesidad de reducir el IVA y de recuperar soberanía energética. Por ejemplo, construyendo nuevas centrales nucleares. «Pero esto no se puede hacer con un chasquido de dedos».
Dice no estar en contra de la inmigración siempre que sea legal y que el nacionalismo «se ha convertido en un negocio que enfrenta a la gente». Cuando el periodista pregunta si el nacionalismo español es igual de peligroso, García Gomis aguanta unos segundos para responder y concluye: «Dicen eso para atacar a Vox. Nosotros defendemos la bandera, la soberanía nacional y la igualdad de los españoles».