El caso insólito de la abuela valenciana sin estudios que adoctrinaba a yihadistas
Arraigada en la ciudad del Turia, tiene 72 años y desde hace al menos dos se ha dedicado de lleno a un solo objetivo: sumar nuevos adeptos a las filas del Daesh
La Policía Nacional jamás había dado con un perfil similar al de María. Una anciana de 72 años, española, arraigada en Valencia desde hacía años y que durante al menos dos había dedicado su vida a cumplir un único objetivo: sumar nuevos adeptos a las filas del Daesh. Lo que más llamó la atención de los investigadores de la Comisaría General de Información cuando comenzaron a monitorizar la actividad que llevaba a cabo esta mujer no fue tanto su edad, sino que pese a ella y sin tener apenas estudios, hubiese sido capaz de manejarse con soltura en las redes sociales, donde captaba a posibles candidatos para después ir radicalizándolos poco a poco.
Pese a estar en el foco de los investigadores desde 2020, la Policía necesitó algo más de dos años para atar todos los cabos. Hasta que el pasado 7 de abril, agentes de la Comisaría General de Información y de la brigada de Valencia detuvieron a María en su domicilio, en un barrio de la capital del Turia, aunque actualmente se encuentra en libertad con cargos. Reunir suficientes pruebas contra esta anciana no fue fácil. No por la singularidad de su perfil criminal. Es común en este tipo de delincuentes ser extremadamente cauto con el envío de mensajes, al menos hasta que no ve oportunidades reales de captar a nuevas víctimas y comienza a intercambiar contenidos más radicales con sus víctimas.
Fue principalmente la labor de ciberpatrullaje —el control de la información pública que circula por las redes sociales— de los agentes lo que hizo saltar las alarmas. No obstante, según fuentes de la investigación, la detención de una joven valenciana en noviembre de 2022, centró aún más las sospechas sobre la anciana yihadista. Cristina B., de 25 años, había sido radicalizada a través de internet durante los tres años anteriores, estaba preparada para viajar a Siria e incluso se había prometido con un combatiente del autodenominado estado islámico.
El pasado 5 de abril, tras llegar a un acuerdo con la Fiscalía, aceptó cinco años de prisión por haber financiado a células terroristas. Las pesquisas policiales, según ha podido saber THE OBJECTIVE, sitúan a esta chica como una posible pupila de la detenida: «Nuestra hipótesis de trabajo es que María la influyó de una manera clave en esa radicalidad». No obstante, estas mismas fuentes sostienen que la historia de Cristina, que pasó de portar el traje de fallera a vestir con un niqab, solo es una entre decenas. La investigación sigue abierta y los agentes dan por seguro que esta anciana pudo adoctrinar a numerosas mujeres e incluso a algún hombre, aunque es menos usual.
Su radicalización
La principal incógnita es cómo una señora de estas características ha logrado convertirse en una adoctrinadora yihadista en potencia. Los investigadores sitúan el inicio de su conversación en su matrimonio con un hombre de origen marroquí. «Pensamos que esa pareja —de la que poco después se divorció— pudo ser una influencia porque a partir de entonces se advierte un cambio en su actitud, aunque pudo ser un proceso en paralelo también», refieren los agentes encargados de las pesquisas a este periódico. Tras la separación, no obstante, los agentes creen que fue ella misma la que siguió radicalizándose.
A partir de ese momento, la detenida cambió drásticamente su rutina. Antes, según fuentes de la investigación, solía salir a la mezquita y se dejaba ver por el barrio en que el vivía. En los últimos meses, sin embargo, apenas salía de casa. Se dedicaba jornadas enteras a sus labores de captación. María tenía distintos perfiles en las redes sociales, y a través de ellos lanzaba sus anzuelos. La primera fase trataba, principalmente, del adoctrinamiento religioso, en la que compartía información relacionada con el islam.
La segunda era más peligrosa. En función de cómo iban reaccionado sus seguidores, la detenida hacía los grupos más cerrados y comenzaba a difundir contenidos más extremistas, que entraban de lleno en el ámbito delictivo. De hecho, los investigadores han podido acreditar que la anciana mantenía contactos con combatientes del Daesh.
Pero, ¿cómo aprendió a utilizar los dispositivos con los que trabajaba? A juicio de los agentes, estas actividades no necesitan a grandes expertos en programación, sino que sepan manejar las redes sociales. En cualquier caso, lo que sí les sorprendió «fue la soltura con la que manejaba los ordenadores». «Más que complicado, es un perfil inusual al tratarse de una persona mayor. Pensamos que por su edad se les da peor. En su caso, aunque no tenía formación, tenía mucha experiencia vital, se desenvolvía bien, estaba muy atenta a las cosas y era muy resulta». Perfiles como los de María, explican los agentes, son dados en casos de financiación del yihadismo o como facilitadores del envíos. Que sean encargados de radicalizar a futuros terroristas, en cambio, es algo inusual en el caso de una anciana como María.