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El 'bluf' de las protestas anti-OTAN: más policías que manifestantes, y más lecheras que carteles

Apenas 100 personas se manifestaron en la última protesta contra la Alianza Atlántica en Madrid, frente a la presencia de 150 agentes y 28 furgones policiales

El ‘bluf’ de las protestas anti-OTAN: más policías que manifestantes, y más lecheras que carteles

Algunos manifestantes frente a agentes de la UIP y medios de comunicación. | Europa Press

Más agentes que manifestantes, y más furgones policiales —comúnmente conocidos como lecheras— que pancartas. Este podría ser el resumen de la última manifestación anti-OTAN el pasado miércoles en la plaza de Tirso De Molina, en el centro de Madrid. Convocada por el Movimiento Antirrepresivo, aunque sin autorización de la Delegación del Gobierno, a escasos tres kilómetros del Museo Del Prado, donde los líderes de la OTAN y de la Unión Europea disfrutaban de una visita en el Museo de Prado, tras haberse reunido por la mañana en el recinto ferial. La proximidad entre ambas convocatorias puso en alerta a la Policía Nacional, que desplegó a decenas de agentes y vehículos para blindar una protesta que prometía disturbios a su paso, pero que finalmente resultó un bluf.

Pasaban minutos de la hora de convocatoria —20 horas— y apenas lograban reunirse decenas de personas en torno a la boca principal del metro, portando una pancarta: «¡OTAN criminal, Gobierno cómplice!». Y otra en la que podía advertirse: «Bases fuera». Frente a ellos, una treintena de periodistas, otros tantos cámaras —que casi sumaban más que los congregados— y un gran dispositivo policial, integrado por 28 furgones policiales y más de 150 agentes, aseguran fuentes del Cuerpo, repartidos por la zona de Tirso y el barrio madrileño de Lavapiés, cercano a este último, donde también había riesgo de altercados callejeros. Sin embargo, nada ocurrió, más allá de proclamas contra la Alianza Atlántica y por su disolución.

Pese a la previsión que circuló en algunos medios de comunicación sobre radicales que podían sabotear actos de la cumbre, finalmente se cumplió lo que desde hacía días se expresaba desde distintos sectores de la Policía Nacional. Fuentes de la Brigada de Información, consultadas por este periódico, admitieron haber identificado a perfiles violentos procedentes de distintos países europeos, aunque, aclaraban, «eran mínimos». «Es cierto que ha llegado gente, pero la cifra de violentos no es tan alta, la mayoría se manifiesta de forma pacífica. No debemos alarmar con estos datos a la población», advertían. Los Servicios de Información han trabajado durante meses para evitar cualquier tipo de altercado durante la cumbre.

Un objetivo que se cumplió el miércoles, pero que ya se dejaba entrever el pasado domingo, 26 de junio, cuando los asistentes a la primera manifestación en contra de la OTAN en vísperas de la celebración de su última cumbre no llegaron ni a la mitad de los que tenían previstos los organizadores. La marcha, que contó con la presencia de dirigentes de IU, como el secretario de Estado para la Agenda 2030, Enrique Santiago, no superó los 2.000 asistentes, cuando se esperaban algo más de 5.000.

Prevención

Convocada por la plataforma estatal ‘OTAN No’ y otros colectivos, la manifestación arrancó al medio día desde Atocha para recorrer el Paseo del Prado, Cibeles y Gran Vía hasta recalar en Plaza de España, donde se leyó una breve lectura del manifiesto unitario, que entre sus puntos demandó la disolución de esta organización militar. A la cita, supervisada, al igual que el miércoles, por un amplio dispositivo policial, también acudió el eurodiputado de IU, Manu Pineda, o los diputados del Congreso Miguel Ángel Bustamante y Roser Maestro.

Si bien en la cita no se desarrolló ningún incidente, los posibles disturbios se evitaron minutos antes de su celebración gracias a los agentes. La Policía Nacional evitó que unos 60 radicales reventaran la manifestación anti-OTAN que se celebró este domingo en Madrid y les intervino un buen número de defensas extensibles, botes de humo, tornillería y bengalas, entre otros efectos. Fuentes policiales indicaron a EFE que todos los identificados eran españoles y que la incautación de ese material tuvo lugar a la altura del Ministerio de Sanidad y en las bocas de Metro de la estación de Atocha.

Fronteras cerradas

En cualquier caso, la protección del evento frente a posibles elementos desestabilizadores, como ha ocurrido previamente en otros eventos de similar envergadura política, como el G7 o el G20, siempre ha sido un punto clave del operativo y una preocupación constante de los responsables policiales encargados de diseñarlo. Razón por la que, desde el Ministerio del Interior, también se dio orden de restablecer temporalmente los controles fronterizos en el espacio Schengen hasta días después de la cumbre, con el fin de evitar la entrada al país de radicales en potencia.

En la práctica, explican fuentes policiales a este periódico, restablecer los controles supone poder identificar y denegar la entrada al país a quien se considere potencialmente peligroso o tenga antecedentes, así como realizar cacheos a ciudadanos europeos y registros de cualquier vehículo que pretenda entrar en territorio español. Esta medida, en cualquier caso, no es la primera vez que se toma. Las mismas fuentes recuerdan que también se llevó a cabo durante la boda de los entonces príncipes Felipe y Letizia, en abril de 2004, y diez años después, en 2014, para la coronación de Felipe VI. 

Esta medida afecta a las fronteras terrestres con Francia y Portugal, aunque no se ha cerrado ninguno de los pasos existentes; a las fronteras interiores aéreas de Madrid, Barcelona, Alicante, Bilbao, Gerona, Málaga, Sevilla y Valencia; y a las fronteras interiores marítimas de Barcelona, Valencia y Málaga. Aunque, los controles, según el departamento dirigido por Grande-Marlaska, se están realizando siempre con el objetivo de «ocasionar el menor trastorno posible a la circulación de personas».

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