El único día en que mandos del espionaje grabaron en secreto a un presidente
Se cumplen 45 años de la creación del CESID, en un ambiente dominado por ETA y la guerra sucia
1977 fue un año importante para España y su tránsito de la dictadura a la democracia. El 4 de julio, poco después de ganar Adolfo Suárez las elecciones, el Gobierno creó el Ministerio de Defensa, que aunaba a los tres anteriores de los Ejércitos. Posteriormente, llevaron a cabo otra de las reformas prioritarias de la Transición: unificar los principales servicios secretos y crear uno nuevo y más potente, el CESID. Un nuevo servicio que debía amoldarse en su comportamiento a un cierto respeto a las leyes y que, sin embargo, un año después grabó sin su consentimiento al presidente del Gobierno, a su jefe. Una osadía que no se repetirá nunca más, ni siquiera recientemente cuando les acusaron, sin justificación, de haber podido tener algo que ver con la introducción de Pegasus en el móvil del presidente Sánchez.
La creación de un nuevo servicio que sustituía al SECED montado por el brazo derecho de Franco, el almirante Carrero Blanco, tuvo lugar ahora hace 45 años en un momento en el que ETA multiplicó su actividad, cuando se pensaba que con la democracia disminuiría. En 1977 cometieron 12 asesinatos y el año siguiente alcanzó la tremenda cifra de 64 y creciendo.
El rey Juan Carlos recibía en su despacho a muchos militares que le trasladaban su preocupación por esos atentados y la necesidad de hacer algo para evitarlos. Estaban hablando de montar una guerra sucia. Suárez se oponía por principios de una forma radical, igual que tampoco era partidario de entrar en la OTAN. Se lo dijo al rey y a los policías, guardias civiles y espías que se lo comentaron: mientras él mandara, el Estado jamás montaría grupos terroristas contra ETA. Eso no impidió que grupos de descontrolados, básicamente integrados por militares y guardias civiles, organizaran y llevaran a cabo atentados por su cuenta.
La encerrona
El 9 de octubre de 1978, Suárez se reunió con el director del CESID, José María Bourgón López Dóriga, y sus altos mandos. Lo hicieron en una de sus sedes clandestinas y lo que inicialmente tenía la intención de subir el ánimo de los espías, se convirtió en una encerrona montada por estos.
Todos los asistentes se reunieron en una sala de la dirección de la AOME, la unidad operativa, situada en la calle Cardenal Herrera Oria, mandada en ese momento por el comandante José Luis Cortina. Por las preguntas de los mandos del espionaje, la charla terminó derivando en los medios que podían emplearse para hacer frente a ETA. Sibilinamente, le plantearon la posibilidad de emplear la guerra sucia para frenar las acometidas de los terroristas. Suárez les dejó claro de nuevo que bajo su mandato nunca autorizaría esas acciones. Lo que no supo Suárez es que uno de los jefes presentes ordenó la grabación de todo lo que allí se dijera ocultándoselo al presidente, una falta de lealtad gravísima y, sin duda, un delito.
La cinta fue oportunamente archivada siguiendo la política de La Casa de guardar todos los resultados de su trabajo, nunca se tira nada aunque parezca que ya no puede ser útil. Años después, con Felipe González en el poder, acosados por haber montado el GAL, idearon responsabilizar de su creación al gobierno de la UCD de Suárez, precisamente el presidente más intransigente con la guerra sucia. Para justificarlo, alguien recordó aquella grabación ilegal y decidieron manipularla para que tras escucharlo todo el mundo considerara a Suárez el demonio que respondió a ETA con sus mismas armas. Por suerte se desmontó la patraña antes de que tuviera éxito.
Esta fue la primera y única vez, según se tiene constancia, en la que el servicio secreto hizo una grabación ilegal a un presidente del Gobierno. Y trataron de utilizarla para beneficiar a otro presidente. Vivir para ver.