La todopoderosa ministra Ribera revuelve al sector energético por su gestión de la crisis
Los operadores creen que Ribera no fomenta las renovables, frena la energía atómica y carece de un plan de acción para la situación crítica del próximo otoño
Las empresas del sector energético ven con preocupación la llegada del otoño. Y centran sus críticas en la gestión del Ejecutivo de Pedro Sánchez en los últimos meses ubicando en su diana a la todopoderosa ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. El choque del sector con el Gobierno va cada día a más. Según ha podido saber THE OBJECTIVE, la ministra ha perdido el apoyo mayoritario de este segmento por tres razones principales: el frenazo a las nucleares, la inacción con las renovables y la gestión de la crisis con Argelia. Algunos operadores sospechan que Ribera está favoreciendo a algunas empresas. Aunque descartan que pierda el respaldo del presidente: es a todos los efectos una de las ministras más fuertes del Ejecutivo.
Desde la energía nuclear hasta las renovables y la térmica, varias empresas del sector, así como miembros del mundo de la consultora, sostienen que Ribera ha perdido el apoyo de los operadores. El contexto de crisis energético condicionado por el escenario bélico ha reforzado las críticas, que según explican las fuentes consultadas «viene de lejos».
El temor a un cierre del gas en Rusia alimenta los reproches. Entre otras cosas porque varios actores sostienen que de momento «nadie del ministerio» les ha llamado para preparar algo parecido a un plan de contingencia de cara a un otoño más complicado de lo habitual. Otros países, como Alemania o Italia, ya están trabajando en los peores escenarios. Pero en España muchas empresas que operan en este sector sostienen no tener nada de información al respecto. Solo se sabe que Sánchez aludió a esas dificultades en la última entrevista grabada el pasado jueves por La Sexta.
Escaso desarrollo de las renovables
La principal preocupación atañe a las políticas empleadas por Ribera en estos últimos años. Por un lado está el frenazo al nuclear, acompañado por una falta de acción en el sector de las renovables. España es un país muy avanzando en este segundo ámbito, pero las empresas que trabajan en las renovables creen que se puede hacer mucho más, y que el Ejecutivo de Sánchez está poniendo «más trabas que facilitaciones».
El resultado es que España importa más gas que nunca de Estados Unidos. Lo hace a precios elevados y en un contexto muy crítico con respecto a Argelia. La crisis diplomática estallada con el giro hacia Marruecos es otra de las responsabilidades que las empresas del sector energético achacan a Ribera. Los únicos que según las fuentes consultadas están aprovechando las políticas del Gobierno son las que trabajan con el llamado ciclo combinado y que controlan los embalses para la energía hídrica. Se trataría sobre todo de Iberdrola, que según explican desde el sector es la única empresa que mantiene una buena relación con la ministra.
En el trasfondo se hallan las amenazas de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, por imponer un impuesto a las empresas del sector que sirva para paliar la bajada del IVA en la luz y las subvenciones a la gasolina. El PSOE titubea con respecto a dicho impuesto. Sánchez ha prometido aplicar dicha normativa pero solo a partir de enero de 2023. En las empresas energéticas sostienen que existen cuestiones legales que se abrirían de inmediato si el Ejecutivo decide mover ficha.
Otoño e invierno fríos
Fuentes de otras empresas internacionales creen que la situación de España es muy diferente de países europeos. España tiene la ventaja de que depende menos del gas ruso que países como Italia o Alemania. Esto significa que si Vladimir Putin decide cerrar el grifo del gas en otoño, algunos se podrían quedar sin energía para su producción industrial. Este tema se abordó en las reuniones de la pasada cumbre de la OTAN. Y entidades como el Deutsche Bank ya vaticina escenarios de ese tipo.
España tiene una ventaja estructural, pero todos admiten que la espiral en los precios azotaría también a la península ibérica. A pesar de que Ribera tenga dificultad en ganarse la confianza del sector, los operadores creen que su presencia en el Consejo de Ministros no está en discusión. Sánchez confía en ella, aunque reciba críticas. Y algunos aventuran que Sánchez tiene las manos atadas de cara a posibles ceses.
Ribera es a todos los efectos una superministra. Goza de enormes poderes en el Consejo de Gobierno, tal y como ha demostrado en anteriores negociaciones internas de cara a asuntos que de su departamento. Y con ella trabaja tal vez el equipo de los más poderoso y numeroso de todo el Ejecutivo. Tiene dos secretarios de Estado, dos directores de gabinete, cuatro directores de comunicación. Aun así, hay quien sostiene que también son muchas las defecciones que ha sufrido en estos años.
Contactos en Estados Unidos
Lo cierto es que en el PSOE es conocida la buena relación entre Sánchez y Ribera. Se trataría de una amistad que nació durante la travesía en el desierto del presidente del Gobierno, cuando fue defenestrado del PSOE y concurrió para las primarias que finalmente ganó a Susana Díaz. En ese delicado momento, Sánchez obtuvo el apoyo de Ribera, que según algunos mantiene importantes contactos en Estados Unidos, concretamente en el entorno de los Demócratas.
Esa llegada de Ribera a Estados Unidos es uno de los factores que la mantienen a flote, sostienen algunas fuentes. Sea por su conocimiento del pasado del presidente o por el interés estratégico de éste en acercarse a la administración de Washington, Ribera no está en discusión. Al menos en el Gobierno, porque en el sector energético cono cada vez son más sus críticos. Incluso «entre directivos y miembros destacados de empresas que pertenecen o se mueven en la órbita del propio PSOE», señalan las fuentes consultadas.