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Insultos y acusaciones de pucherazo enturbian el congreso del PCE tras el estreno de Díaz

El congreso del PCE que debe reelegir a Enrique Santiago, hombre cercano a la ministra de Trabajo, acaba en acusaciones de pucherazos y falsificación del censo

Insultos y acusaciones de pucherazo enturbian el congreso del PCE tras el estreno de Díaz

El Congreso del Partido Comunista de España (PCE), que se ha celebrado este sábado en Madrid, ha acabado en «tragedia», según relatan fuentes conocedoras del cónclave. La prensa no podía entrar al congreso, pero sí lo hicieron algunos comunicadores afines a las varias corrientes del PCE, que revelaron el conflicto vivido dentro del auditorio Marcelino Camacho de CCOO Madrid.

Según las fuentes consultadas, el grupo de contrincantes del actual secretario general Enrique Santiago ha denunciado pucherazos e irregularidades. Santiago fue el único líder de los partidos de Unidas Podemos que acudió el sábado en el estreno de Sumar con Yolanda Díaz al mando. Para algunos Santiago es el «fontanero» de la política gallega.

Congreso del PCE

Ni 24 horas ha durado la paz en el espacio de Unidas Podemos tras la apuesta de concordia lanzada por Yolanda Díaz en Madrid. En el Matadero, la política gallega ha pedido «paciencia» a los suyos para construir un proyecto que rehuía de la política de la confrontación, el «no por el no» y las batallas internas. El día siguiente, los delegados regionales del PCE han acabado a gritos y empujones en el XXI Congreso del partido.

Hubo «choques» y «tensión» entre los representantes de las delegaciones del PCE en el Congreso que servía para confirmar el liderazgo de Santiago, hombre de confianza de Díaz. «Se están pegando fisicamente, no solo dialécticamente», explicaban personas conocedoras de lo que ocurría dentro de la sala. El problema atañe, según pudo saber THE OBJECTIVE, a las «credenciales» de los representantes del PCE de Andalucía.

Presentación de Sumar el día antes del Congreso del PCE

Falsificación del censo

En Andalucía hicieron una votación y recuento telemático para establecer sus representantes para el Congreso. Este sistema ya sirvió para laminar la corriente crítica. Pero los críticos con Santiago denuncian, además, que los ganadores enviaron a Madrid a otros representantes respecto a los que habían ganado esa votación interna.

«Están acusando a Santiago de trampear el Congreso; se están repartiendo bofetones», explica una fuentes conocedoras de los pormenores del cónclave rojo. «Falsearon el censo en Andalucía», comenta una persona que está siguiendo de cerca del congreso. «La aventura de Yolanda empieza con buen pie», ironizan otras fuentes cercanas al sindicato.

Otras fuentes confirman los temores de un sector del PCE de pucherazo interno. Amanda Meyer, la delegada andaluza que Irene Montero fulminó de su ministerio responde a Enrique Santiago. Y ella es la dirigente llamada a mantener el orden en la sala. Sin embargo, varias delegaciones prefirieron salir de la sede de Comisiones para escenificar su protesta. Se trata de las de Galicia, Castilla y León, Asturias, Aragón y Madrid, según El Común, un medio afín al PCE que se decanta por la corriente crítica a Santiago.

Poca concordia y muchos insultos

Este diario ya adelantó que el XXI Congreso del PCE iba a ser más complicado que nunca para el secretario general. Santiago goza de una ventaja estratégica, pero el sector crítico se ha ido reforzando a lo largo de los últimos meses, y aspiraba a plantarle cara al dirigente. Ahora, además, con las sospechas de amaños en la votación para la jefatura de la formación, todo se complica. También para Yolanda Díaz, llamada a poner orden en el espacio de Unidas Podemos, y que todavía mantiene el carnet del PCE.

La relación de Díaz con Santiago es cada vez más estrecha, según relatan varias fuentes del espacio morado. Santiago ejerció en estos años de escudero de Pablo Iglesias e Irene Montero, pero ahora muchos creen que está «jugando en dos mesas» para acercarse a Díaz sin romper los puentes con los morados. El proyecto de renovación de Díaz, protegida y fomentada por el PCE, su secretario general y sus cuadros, arranca de momento con poca cordialidad y empujones, gritos y, según algunos, hasta bofetadas.

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