Los presos denuncian las celdas-zulo de Valdemoro: «Me dieron un cubo para defecar»
Funcionarios del Defensor del Pueblo visitaron la prisión madrileña tras las informaciones aparecidas en THE OBJECTIVE
«Me dieron un cubo para hacer mis necesidades, pero me negué». Fue lo que respondió un preso del centro penitenciario de Valdemoro (Madrid), cuando fue preguntado por funcionarios del Defensor del Pueblo, en la visita sorpresa que realizaron el pasado lunes a la mencionada prisión, por su estancia en las denominadas ‘celdas castigo’. Dos habitáculos en el módulo de ingresos, de condiciones infrahumanas, que distintos sindicatos de prisiones denunciaron ante este organismo a finales del pasado año.
Durante la inspección, trabajadores del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNP), órgano dependiente del departamento dirigido por Ángel Gabilondo, visitaron el interior de las dos celdas en cuestión, la 1 y 2 del módulo ingresos, donde según fuentes penitenciarias se interna a presos sospechosos de portar sustancias estupefacientes tras regresar un permiso de salida o de una comunicación especial, más conocido como vis a vis, para el consumo en la cárcel o para su distribución en el mismo. Estas «celdas de evacuación» no tienen ventilación, inodoro, agua lavabo ni colchón, tal como desveló este periódico en un artículo hace tres semanas.
Poco después, los funcionarios se entrevistaron con los últimos tres presos que las habían ocupado, internos actualmente en los módulos 7, 8, 9 de la prisión. En los últimos años, un total de 25 reclusos habrían sido sancionados con el internamiento en las mencionadas celdas. Uno de ellos relató que, una vez internado, «los funcionarios le dieron un cubo para hacer sus necesidades», a lo que él se negó, tras lo que fue trasladado al hospital, según aseguran fuentes penitenciarias a este periódico.
La celda número uno no tiene servicio, pero la dos sí, aunque no al uso. Alberga una especie de rejilla para que las deposiciones se queden en la taza. Un sistema que sin embargo «no funcionó» ese día, tras lo que funcionarios le «indicaron que debía hacer sus necesidades en un cubo», relató el interno al Defensor del Pueblo. En el caso de otro preso, indican las mismas fuentes, se quejó ante los funcionarios de que tras su paso por las celdas «le habían quitado su medicación psiquiátrica». En general, las denuncias de los reos se centraron «el trato recibido» por parte de la prisión en los habitáculos.
Queja de los sindicatos
Desde la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip) se elevó una queja al Defensor del Pueblo en noviembre de 2021 para que investigase el uso de las celdas. Sin embargo, esta institución, que abrió un expediente sobre el asunto, culminó las pesquisas poco después de la denuncia. Una decisión motivada en un informe que le remitió la dirección de Valdemoro, al que ha tenido acceso este periódico, y en el que el director daba cuenta de las condiciones de las celdas, de todos los procedimientos existentes y de las órdenes que la dirección daba en cada caso particular, además del papel que jugaba siempre el juzgado de vigilancia penitenciaria.
Un documento en el que el Defensor del Pueblo no vio razones para continuar la investigación. A finales de junio, cuando este periódico desveló la existencia de esas celdas, Acaip censuró el cierre del caso y criticó que el departamento de Gabilondo «ni siquiera hiciese una visita a la prisión para comprobar el estado de estos habitáculos». Tres semanas después, esta institución ha inspeccionado las celdas, pero fuentes de la misma no revelan a este periódico si ha reabierto las pesquisas que cerró. Sitúa su visita en el trabajo «preventivo y sin previo aviso» que realiza para prevenir torturas en prisión.
Vejaciones
En cualquier caso, los funcionarios de Valdemoro consideran que la aplicación de esta medida a los reclusos supone una vulneración de los derechos fundamentales de los internos, puesto que su internamiento en las mencionadas celdas va aparejado a vejaciones, humillaciones y malos tratos a éstos. Las fuentes consultadas relatan episodios en los que internos han sufrido «ataques epilépticos» o han protagonizado agresiones contra los trabajadores penitenciarios a causa del internamiento en las celdas.
Para que se haga una idea, lo que ocurre en esta prisión es similar a lo que puede suceder en los controles de los aeropuertos si se identifica a una mula. Es decir, una persona que contrabandea con pequeñas cantidades de estupefacientes y puede albergarlas en el interior de su cuerpo. En este caso, la Policía Nacional es la autoridad competente y quien, a través de una orden judicial, ingresa a este posible contrabandista en celdas estancas que albergan algunos hospitales para verificar si porta sustancias ilegales; y en cualquier caso, si eso le puede causar un problema de salud.
En la prisión de Valdemoro, según relatan trabajadores a este periódico, si se advierte esta posibilidad, en primer lugar se traslada al preso a las celdas y, después, se comunica al juez de vigilancia penitenciaria. Además, denuncian que la directriz nunca se da al funcionario de forma escrita, sino que es «un jefe quien da la orden verbal» y pide que se apunte en «el libro de incidencias». «Seguimos sin órdenes claras de la dirección del centro, y sin un protocolo de actuación que otorgue seguridad jurídica en la forma de proceder de los empleados públicos, a pesar de se siguen usando estas celdas», critican.
Algo que no ocurre en otras prisiones, insisten. Según cuentan fuentes penitenciarias, «en otros centros se soluciona llamando al juez mientras el interno está de permiso». Entonces, el magistrado remite un oficio al interno para se someta a una prueba de rayos x, siempre que exista alguna sospecha. «De este modo, cuando el preso llega a la prisión, la Guardia Civil le está esperando y lo llevan al centro hospitalario para que le hagan radiografías. Si llega cuerpos extraños son los propios agentes quienes le custodian en hospital hasta que las expulsan», aseguran.
Celdas «ilegales»
Por otro lado, estas instalaciones, «carentes de ventilación por el sellado de la ventana, sin higiene alguna o sin alumbrado», no cumplen con varios preceptos de la Ley Orgánica General Penitenciaria, denuncian los sindicatos. Entre ellos, el artículo 19,2: «Tanto las dependencias destinadas al alojamiento nocturno de los recluidos como aquellas en que se desarrolle la vida en común deberán satisfacer las necesidades de la higiene y estar acondicionadas de manera que el volumen de espacio, ventilación, agua, alumbrado y calefacción se ajuste a las condiciones climáticas de la localidad». El 43,1, por otro lado, dice que la sanción de aislamiento «se cumplirá con informe del médico del establecimiento, quien vigilará diariamente al interno mientras permanezca en esa situación, informando al director sobre su estado de salud física y mental y, en su caso, sobre la necesidad de suspender o modificar la sanción impuesta».
Sobre esto último, los funcionarios de esta prisión sostienen que estas medidas sancionadoras se llevan a cabo sin que los reclusos sean vistos por los servicios médicos. Explican que quienes hace las radiografías a los reos, en caso de portar sustancias, son los técnicos. Y que pese a que esta prueba debe estar firmada por un médico, ocurre en ocasiones contadas puesto que el facultativo entiende que el interno no tiene un problema de salud, sino que se trata de un problema de seguridad. Razón por la cual, según explican estos funcionarios, la dirección de la prisión pide al recluso someterse a radiografías voluntarias.