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Leonor de Borbón Ortiz: un incierto futuro

¿Qué pensará esta adolescente? ¿Qué le preguntará a su padre sobre España? ¿Qué futuro le aguarda? Bien poco envidiable por otra parte, como le sucedió a su progenitor

Leonor de Borbón Ortiz: un incierto futuro

La princesa Leonor. | Gtres

El 31 de octubre de 2023 será una fecha histórica para la monarquía española y para una adolescente llamada Leonor de Borbón Ortiz (Madrid, 2005). Será entonces cuando en las Cortes Generales y acompañada de su padre, el rey Felipe VI, jurará la Constitución al haber alcanzado la mayoría de edad y proclamada solemnemente heredera de la Corona. Un acto formal pero bastante complicado, porque a esta atractiva joven, de cabellera rubia y ojos azules, se le abrirá un futuro político incierto, independientemente de la formación universitaria que se presupone recibirá desde entonces y seguramente parecida a la que obtuvo su padre con estudios de posgrado en el extranjero. El juramento se producirá en vísperas del final de la legislatura y de la celebración de unas elecciones generales que se anuncian bastante crispadas.

¿Realmente la infanta Leonor, Princesa de Asturias desde su nacimiento como primogénita del Rey, llegará un día a ser Reina de España siguiendo los pasos de su tatatarabuela Isabel II? Para cuando su padre fallezca o abdique, como hizo su abuelo, Juan Carlos I en 2014, abrumado por sus escándalos financieros y devaneos con Corinna Larsen, muchas cosas pueden haber ocurrido en nuestro país. Y no todas buenas precisamente para la institución monárquica, hoy en día bastante cuestionada por la reprobable conducta de su abuelo durante la última etapa de mandato.

La institución no está en estos momentos muy bien valorada en general por los españoles, quienes por otra parte nunca se han distinguido en general por ser muy monárquicos. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) dejó en 2014 de preguntar en sus encuestas sobre la monarquía. Y en 2005, con ocasión del referéndum sobre la nueva Constitución europea el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero consideró prudente no someter a referéndum y aplazar para una fecha indeterminada la modificación constitucional del artículo por el que en estos momentos prevalece el varón sobre la mujer en la sucesión de la Corona. Se dijo que no era momento puesto que estaba asegurada la sucesión con el entonces Príncipe de Asturias, Felipe, y que, además, éste sólo tenía dos hijas con la princesa Letizia. Todo lo que concerniera a la institución era mejor no abordarla de una manera abierta y plebiscitaria por temor a consecuencias imprevistas.

El reinado de Alfonso XIII terminó en 1931 con la proclamación tras unas elecciones de la Segunda República, derrocada por un golpe de Estado que derivó en una guerra civil de tres años y una dictadura de 36 años, la del general Francisco Franco. Éste, en 1969, cuando su muerte en 1975 se acercaba, anunció no la restauración sino la instauración de una monarquía anómala pues se saltó el legítimo derecho sucesorio de don Juan de Borbón, enemistado con él, y eligió como sucesor a título de rey a Juan Carlos, primogénito de don Juan, al que le otorgó arbitrariamente un nuevo título: príncipe de España. 

Aún se recuerda el vaticinio del líder comunista Santiago Carrillo, quien en su exilio parisino bautizó al futuro monarca como Juanito el Breve. Luego, como se sabe, éste sorprendió a todos y convirtió España a la muerte del dictador en una monarquía reconciliadora. Fue él junto con Adolfo Suárez el artífice de la Transición, tan criticada hoy en día por la izquierda a la izquierda del PSOE, y que condujo el país a la democracia y al ingreso tiempos después en la hoy llamada Unión Europea. No sin antes sufrir la intentona golpista de opereta de 1981. La conducta del ya Soberano fue implacable con los militares sublevados, aunque hay algunos puntos oscuros de aquella noche del 23 de febrero sobre su conducta como se insinúa en el ensayo de Javier Cercas, Anatomía de un instante (Mondadori, 2009).

España y los españoles en su conjunto fueron sobre todo desde ese momento juancarlistas antes que monárquicos. Sin embargo, más tarde y especialmente en su época final de reinado el prestigio de Juan Carlos I cayó en picado. Tal vez injustamente para él, pero lo cierto es que los episodios de corrupción recibiendo dinero de la monarquía saudí como agradecimiento a la construcción del AVE a La Meca, el incumplimiento de sus deberes fiscales y sus amoríos con la conseguidora y aprovechada Corinna Larsen en los que se vio implicado lo colocan hoy en día como una figura ética y moralmente desacreditada. Es cierto que la Fiscalía Anticorrupción archivó el pasado marzo las tres causas abiertas contra él. Una porque el presunto ilícito se cometió cuando gozaba de la inmunidad de ser jefe de Estado y las demás por haber prescrito. Su marcha a Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidas), una gran torpeza forzada por el actual Gobierno, dañó más su figura. Cada día que pasa y con él en vida, la institución no se fortalece pese a los esfuerzos ímprobos de su hijo, Felipe VI, quien en 2020 decidió retirarle su asignación anual de 200.000 euros que le correspondía debido a sus irregularidades. Su breve visita reciente al país no ha favorecido mucho a que la opinión pública le tenga más simpatía. No parece entender que debe a sus compatriotas una profunda declaración de perdón más allá de un lo siento.

Se presuponía que cuando Felipe VI llegara a reinar no lo tendría nada fácil y que de algún modo se vería obligado a refrendar de algún modo su función. Los constitucionalistas monárquicos siempre han sostenido que la institución está refrendada con la Constitución de 1978. En cualquier caso, nadie presagiaba que las dificultades fueran a ser tantas y de tan diversa índole. Felipe VI ha tenido que afrontar el procesamiento y condena por corrupción de su cuñado, Iñaki Urdangarín, la ruptura con su hermana Cristina y la retirada del título a los dos de duques de Palma; la conducta irregular de su padre; la crisis de gobierno y formación de una coalición en la que uno de los socios es abiertamente antimonárquico; el colapso de la economía; la revuelta independentista catalana y por último la pandemia.

Los independentistas no perdonan su discurso de condena de los sucesos de septiembre y octubre de 2017. Desde entonces lo consideran persona no grata y boicotean todos los actos en los que participa en Cataluña. En ellos se ha visto involuntariamente implicada la joven Princesa de Asturias, quien es testigo forzado de no poder celebrar el acto de premios de la Fundación Princesa de Girona, que ella preside, en el lugar que corresponde por temor a protestas. El último tuvo que celebrarse no sólo lejos de Girona, sino en la periferia de Barcelona. Ni siquiera en algún lugar prestigiado del centro de la Ciudad Condal. Zarzuela tiene miedo de que la situación con los separatistas se encrespe todavía más y estos a su vez temen que la monarquía comience a conquistar simpatía en territorio catalán. Tampoco contribuye mucho el actual Gobierno, quien hace dos años vetó que el Rey asistiera a la entrega de despachos judiciales en Barcelona para evitar algaradas. Una situación en la que una adolescente y futura Reina de España se ve inmersa y que, como ocurrió en esta última edición, dirigió gran parte de su discurso en catalán. 

Los analistas de Zarzuela la juzgan como una joven discreta, prudente y un punto tímida, de carácter reservado como el del padre

¿Qué pensará esta adolescente? ¿Qué le preguntará a su padre sobre España? ¿Qué futuro le aguarda? Bien poco envidiable por otra parte, como le sucedió a su progenitor. Los analistas de Zarzuela la juzgan como una joven discreta, prudente y un punto tímida, de carácter reservado como el del padre antes que el de la madre, con afición por la música clásica como su abuela, facilidad para los idiomas y que le gusta estar con sus antiguos compañeros del colegio Rosales. Acaba de terminar el Primero de Bachillerato en el UWC Atlantic College, un internado internacional cerca de Cardiff (Gales) donde fue matriculada el año pasado por sus padres. Este año académico completará en ese mismo centro sus estudios secundarios. Zarzuela nada ha dicho de cómo le fue en Primero. Después vendrán sus estudios universitarios, un posgrado quizás en Estados Unidos, una formación en las instituciones europeas, así como su más que su presumible paso no demasiado extenso por los tres Ejércitos en calidad de futura jefa de las fuerzas armadas.  

Entretanto, su padre debe ser consciente de que pese a haber comenzado a dar los primeros pasos para la modernización de la institución se necesitará mucho más si desea que Leonor de Borbón Ortiz pueda sucederle y reinar en el futuro. Y lo primero redactar una Ley de la Corona, como hace un año se anunció que Gobierno y Zarzuela iban a negociar. Nada se ha dicho después de ese anuncio. Tal vez uno de los puntos que esa ley debería incluir sería poner fin a la inviolabilidad del jefe del Estado. Al menos en lo que respecta a faltas que conciernen a la vida privada de un monarca. Eso evitaría que no fueran castigadas irregularidades como las de su padre. No es fácil para él ni menos aún para esa adolescente, que en su discurso en la entrega de premios de la fundación catalana que ella preside dijo con bastante sinceridad: «Yo también me estoy formando».

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