Primeros síntomas de división interna en Vox tras la abrupta salida de Macarena Olona
Voces críticas dentro de la formación creen que la dirección nacional podría haber sido más «indulgente» con su líder andaluza y haberle permitido volver a Madrid
Hasta el momento Vox había contado con dos circunstancias que posibilitaban la cohesión interna del partido: la ausencia de poder autonómico y la inercia ascendente que experimentaba en las encuestas. Esas dos circunstancias se han alterado en los últimos meses, con la entrada en el Gobierno de Castilla y León y con el retroceso en los sondeos desde que Alberto Núñez Feijóo preside el Partido Popular. El caldo de cultivo para que los resultados cosechados en Andalucía generaran tensiones internas.
Así ha sido. Las primeras discrepancias serias surgidas en el seno de la formación que preside Santiago Abascal se han producido a raíz de la abrupta salida de Macarena Olona, que abandonó la política alegando motivos de salud. Hay voces internas críticas con la forma en la que se gestionó la marcha de la exdirigente: entienden que podría haber compatibilizado su labor como portavoz en el Parlamento andaluz con el puesto en el Senado que dejó libre Coco Robatto, para así seguir teniendo exposición nacional. Esa había sido siempre la ambición de la abogada de Estado en excedencia: hacer cursus honorum en Madrid.
Tal y como adelantó THE OBJECTIVE, Olona intentó por todos los medios volver a la capital antes de anunciar su renuncia, para la que alegó unos problemas de salud que no especificó. Entre sus excompañeros ninguno quiere abordar ese asunto, aunque desde el entorno de la exdiputada aseguran que ya achacó estos problemas durante la campaña, y que por eso perdió «casi diez kilos» en el transcurso de la misma. Lo pasó mal. Lloró la noche electoral y al día siguiente, cuando se vio obligada a sonreír ante los medios de comunicación y anunciar que se quedaba en Andalucía. Directrices de la madrileña calle de Bambú que ella no compartía.
Del mismo modo, son muchos los miembros de Vox -algunos con cierto predicamento- que no comparten la decisión de la cúpula nacional de impedir a Olona su vuelta a la política nacional. Esta estuvo motivada por la mala imagen que desprendería el recular meses después de haberse volcado en defender la implicación de su candidata con Andalucía, pero también porque el creciente protagonismo de ésta en el Congreso, así como su espíritu indómito, molestaba a ciertos prebostes del partido.
Fuentes internas admiten que se podía haber sido más «indulgente» con ella por el «sacrificio» que hizo al aceptar ser cabeza de lista por Andalucía, pero resaltan que la renuncia llegó en buenos términos gracias, en última instancia, a la buena relación que aún mantenía con el presidente. «Para la que se podía haber liado, se han minimizado los daños», abunda esta misma fuente.
No en vano, Macarena Olona se marchó el pasado mes de julio con una instantánea en la que se fundía en un abrazo con Santiago Abascal, y sus únicas declaraciones públicas, concedidas a El Español, han ido encaminadas a esquivar la polémica: «Mi lealtad con los españoles incluye mi silencio sobre cuestiones internas de Vox», declaró. No obstante, desde Bambú aún hay quienes temen que la abogada del Estado en excedencia decida dar detalles sobre su salida en un futuro.
Nuevo curso para cerrar heridas
Públicamente, desde Vox dan por amortizada la polémica y se muestran ilusionados con el nuevo curso político, fundamental para la formación por el ciclo electoral que se celebra en 2023. Este arrancará con dos actos en los que los de Abascal aspiran a cerrar filas y marcar el rumbo del partido en lo sucesivo: el festival Viva 22 que se celebrará en Ifema los próximos 8 y 9 de octubre -y en el que presentarán su documento España decide-y la Segunda Cumbre Iberoamericana que ECR-Eurolat (Conservadores y Reformistas Europeos) celebrará los dos días siguientes en Madrid. Éstos, en vísperas del Día de la Hispanidad.
Tal y como viene informando este medio, la postura de Vox en lo sucesivo pasará por una mayor beligerancia contra el Partido Popular para diferenciarse de ellos en lo ideológico (creen que uno de los errores de la campaña andaluza fue el ser percibidos como una mera muleta de los populares) y postularse como la única alternativa al actual Gobierno de PSOE y Unidas Podemos. De ahí sus ataques a Alberto Núñez Feijóo de esta semana.
Esta «alternativa» se construirá sobre un discurso más social, incidiendo en los problemas que acucian a los barrios obreros (como pueden ser la inmigración y la seguridad), y apostando por un intervencionismo económico similar al que enarbola Marine Le Pen, orillando al sector liberal del partido. La lepenización del partido es una respuesta al momento más convulso que atraviesan los de Abascal desde su irrupción fulgurante en la política nacional, y que ha provocado que por primera vez se alcen ciertas voces críticas, que ya han sido contenidas. Un nuevo curso para cerrar heridas.