El general secuestrado 12 años por las FARC: «En España las instituciones legitiman a ETA»
Luis Mendieta denuncia a THE OBJECTIVE que en Europa y América Latina «los terroristas llegan al poder y desde ahí legitiman sus actos de violencia»
Es la primera vez que habla para un medio de comunicación español. Lo hace desde Colombia y con una sinceridad descarnada. Se trata de Luis Mendieta (1957), el oficial de más alto rango que secuestró la guerrilla de las FARC. Fue raptado en noviembre de 1988 en la toma de la estación de Policía de Mitú, antes de que comenzaran los fallidos diálogos de paz de San Vicente del Caguán. No fue liberado hasta el 13 de junio de 2010, cuando el Ejército Nacional lo rescató en la conocida como Operación Camaleón. 12 años de cautiverio que resistió gracias a su fe, y que derivaron -con el tiempo- en un compromiso político contra el comunismo.
«La vivencia fue supremamente difícil, sometido a tratos crueles, inhumanos y degradantes», relata Mendieta a THE OBJECTIVE. Para que el lector se haga cargo de la dureza del cautiverio, abunda en detalles: «Nos colocaron cordeles en el cuello y nos hicieron caminar por la selva amarrados de las manos unos tras otros. Luego nos hacinaron en jaulas de concentración similares a las de Auschwitz, a menor escala pero de igual concepción. Así pasaron los meses y los años».
Su testimonio no sólo tiene valor humano, sino que es especialmente relevante a nivel político en estos momentos. Por varios motivos. El primero, que el Gobierno de Gustavo Petro ha emprendido conversaciones con miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -con presencia de la ONU y Noruega- para abrir un «proceso de paz» encaminado a la «paz total».
«Son varias las conversaciones que ha habido por parte de los distintos gobiernos con las FARC. En tiempos de Belisario Betancur les asignaron zonas en el Congreso de la República. Posteriormente, el presidente [Andrés] Pastrana les cedió 42.000 kilómetros y cinco municipios. Esos diálogos duraron más de tres años y no condujeron a nada. El tercer periodo fue con el presidente [Juan Manuel] Santos, en ese proceso de paz en el que a los terroristas se les concedieron todo tipo de privilegios, prerrogativas, e incluso parte de la institucionalidad de Colombia. Afortunadamente, muchos respetaron el proceso de paz, pero la disidencia pensó que podía seguir engañando al pueblo colombiano combinando la política y el negocio del narcotráfico. El Gobierno nacional le ha asestado golpes contundentes en época del presidente Iván Duque. Y en este momento están accediendo a negociar e iniciar un nuevo proceso de paz. Son decisiones políticas que toma el presidente Petro».
El actual presidente colombiano, por cierto, militó en su juventud en el Movimiento 19 de Abril (M-19), un grupo guerrillero que buscaba imponer sus ideas mediante las armas. «La izquierda, y el comunismo más concretamente, llegó al poder y está propiciando una gran cantidad de reformas», avisa. «Tomaron banderas que cautivan a jóvenes, pero esos jóvenes no saben lo que pasó años atrás. Ellos han cambiado la Historia con nuevas instituciones, como la Comisión de la Verdad o la Memoria Histórica. Todos los crímenes de guerra, de lesa humanidad, de las FARC contra la población civil y las instituciones no han quedado registrados. En Colombia, los violentos se encargan de escribir la historia y contarla a las generaciones futuras, sin tener en cuenta a las distintas víctimas que ellos dejaron».
«El mal transparente»
El grueso del discurso del general, en definitiva, va destinado a denunciar la legitimación que desde las instituciones se hace del terrorismo: «Infortunadamente, se está cambiando el lenguaje: los malos pasan a ser los buenos, y los buenos pasan a ser los malos. En Colombia se legitima a las organizaciones terroristas, que quedan en la dirección del Estado, mientras que quienes estuvieron en contra del terrorismo están ahora procesados. Petro llegó a la Presidencia, pero quienes intervinieron en la defensa del Palacio de Justicia [6 y 7 de noviembre de 1985] están detenidos por defender la democracia. El terrorismo internacional está legitimando sus acciones con el amparo de llegar a distintas dignidades en los Estados. Eso es el mal transparente».
Por lo expuesto, el paralelismo con España está servido, por la presencia de terroristas de ETA en las instituciones a través de EH Bildu, la coalición de extrema izquierda abertzale que goza de 21 representantes en el Parlamento Vasco, siete en el Parlamento de Navarra y cinco en el Congreso de los Diputados. Pero él mismo se encarga de cristalizarlo: «Existe ese paralelo (sic) entre Colombia y España. Tuve la oportunidad de trabajar en Madrid y asistí a eventos de víctimas de ETA. Es un problema de Iberoamérica y Europa: los terroristas llegan a los poderes y desde ahí legitiman el terrorismo, los actos de violencia y barbarie».
Por último, solicita al Gobierno de Pedro Sánchez, que ha expresado públicamente su apoyo al Gobierno de Gustavo Petro por sus políticas de izquierda, que «insista en ese proceso de paz que se va a iniciar con las disidencias y en el cual España va a estar presente». Pero teniendo presente una cosa: respeto a las víctimas del terrorismo. «Pido que se tenga en cuenta a las víctimas, y no sólo se concedan beneficios y privilegios a los terroristas. Se habla de las conversaciones de paz, pero no de las víctimas, que han sido sistemáticamente marginadas y olvidadas».
* Luis Mendieta participó el pasado 7 de septiembre en un acto organizado en Washington (Estados Unidos) por Foro Madrid, la alianza internacional impulsada por la Fundación Disenso y VOX, que versaba, precisamente sobre la legitimación del terrorismo desde las instituciones. Ha sido la fundación quien ha puesto en contacto al general con este medio.