Los guardias civiles exigen actualizar el plan antisuicidios tras dos casos en menos de un día
Este jueves dos agentes se quitaron la vida con su arma reglamentaria y, antes de hacerlo, una mato a tiros a sus dos hijas, de 9 y 11 años
Los guardias civiles urgen una actualización del ‘protocolo antisuicidios’ del Instituto Armado después de que este jueves, en menos de 24 horas, se registrasen los casos de dos agentes; y uno de ellos, antes quitarse la vida, acabase también a tiros con la vida de sus dos hijas en su vivienda del cuartel de Quintanar del Rey, en Cuenca. La Guardia Civil actualizó en 2018 su plan de prevención «ante conductas anómalas», en el que se recoge como medida principal la retirada de armamento oficial y particular del afectado, una vez se acredita un problema psicológico.
Este sistema «caduco», critican algunas asociaciones profesionales, no ha funcionado en los mencionados casos, pues los dos agentes tenían su permiso de armas vigente. Y, por otro lado, según ha podido saber este periódico, ambos funcionarios atravesaban problemas de índole personal relacionados con sus relaciones sentimentales: estaban en trámites de divorcio con sus respectivas exparejas.
Dejando a un lado estos hechos, las estadísticas del año pasado también evidenciaron la existencia de este problema entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. De acuerdo con los datos de asociaciones y sindicatos policiales, 2021 fue el año más ‘negro’ para los agentes: 17 policías y otros tantos guardias civiles se quitaron la vida. Cifras que suponen un incremento de los casos del 70% con respecto a 2020, cuando se registraron 20 suicidios.
Tabú
Ante este escenario, la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) insiste desde hace tiempo en una actualización de las medidas vigentes para agilizar el proceso de identificación de conductas suicidas en el Cuerpo. Entre ellas, está, sobre todo, la potenciación de los servicios de atención psicológica y, una cuestión fundamental, iniciativas que conciencien a una plantilla policial para la que el suicidio todavía sigue tiendo un tabú.
Desde la AUGC reclaman la externalización de los gabinetes psicológicos, de manera que los facultativos no pertenezcan a la escala de mando, y al mismo tiempo, que los agentes puedan tratarse con especialistas ajenos al Cuerpo. Un punto, insisten, que facilitaría que los agentes pudiesen tratarse sin miedos.
Armeros en todas las unidades
La dotación de armeros en todas las unidades del Instituto Armado es otra de las medidas que plantean. En muchos casos, los agentes se llevan las armas reglamentarias a sus viviendas. También piden que existan garantías de que las bajas psicológicas no repercutan en la vida profesional del guardia civil. En otras palabras, que no «manche» su expediente personal. En ocasiones, la idea de ser señalado en el trabajo supone una barrera para los agentes a la hora de recibir asistencia psicológica.
La falta de comprensión por parte de algunos mandos respecto a las situaciones profesionales de los guardias civiles también pueden desencadenar conductas preocupantes, indican desde la AUGC. «La dificultad para conciliar vida familiar y laboral por los turnos y el continuo movimiento de destinos son asuntos muy duros que los agentes deben afrontar. Nosotros somos los únicos funcionarios policiales que carecen de turnos fijos. La conciliación es realmente complicada», apuntan.
Dos casos en 24 horas
Este jueves, prácticamente de forma paralela, trascendían los casos de los dos agentes, y en ambos casos se habían quitado la vida con su arma reglamentaria. Respecto a este punto, desde las organizaciones también insisten en la necesidad de que se realicen periódicamente pruebas psicológicas a los agentes con el objetivo de identificar conductas suicidas o anómalas a tiempo.
Poco después de que trascendiese que una guardia civil, Paola F., de 42 años, había matado a tiros a sus dos hijas, de 9 y 11 años, en el cuartel de la Benemérita en la localidad de Quintanar del Rey (Cuenca), y se suicidase posteriormente, se ha conocido el caso de otro agente, de 33 años, que ha acabado con su vida en su domicilio, en una urbanización del municipio madrileño de Villanueva del Pardillo. Ambos, al parecer, tenían problemas con sus respectivas parejas.
En el caso de la agente, los hechos han ocurrido en una vivienda del pabellón del acuartelamiento y han sido los propios compañeros quienes han acudido hasta allí tras escuchar las detonaciones, según han informado desde de la Dirección General de la Guardia Civil. Fuentes próximas a la investigación han señalado a EFE, en cambio, que ha sido un compañero de servicio de la fallecida quien, alertado porque la agente no llegaba al puesto de trabajo, se ha desplazado a la vivienda para ver qué sucedía y allí la ha encontrado muerta por disparo de arma de fuego junto a los cuerpos de sus dos hijas.
En trámites de separación
Tras el hallazgo de los tres cuerpos, rápidamente, según relatan las fuentes consultadas por este periódico, los agentes han llamado a los servicios de emergencia. Hasta el lugar de los hechos se han desplazado un médico de urgencia y una ambulancia que, sin embargo, solo han podido confirmar el fallecimiento de la agente y las dos menores, de 9 y 11 años.
La agente, Paola. F. C., de 42 años, estaba en trámites de separación de su marido. Sin embargo, señalan fuentes de su entorno a THE OBJECTIVE, la presunta asesina tenía una buena relación con su expareja, no habían protagonizado ningún conflicto más allá del fin de su relación. Tampoco había tenido ninguna baja psicológica o comportamientos anómalos en su puesto de trabajo, apuntan desde la Guardia Civil.
Fuentes cercanas a la funcionaria han añadido que tenían constancia de que su intención era trasladarse con sus hijas a su municipio natal, Algeciras, motivo por el que estaba en trámites de negociación con su expareja, que no es guardia civil, informa Europa Press. En cualquier caso, ahora será la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil quien se encargue de investigar los hechos para esclarecer que llevó a este madre a acabar con la vida de las dos niñas.