La excepción de Griñán: cientos de presos reciben tratamiento frente al cáncer
Prisiones facilita tratamientos oncológicos con todas las garantías para el paciente. En 2021 se realizaron más de 500 sesiones de radioterapia a presos
La entrada en prisión de José Antonio Griñán está en el aire. Los forenses y la Fiscalía coinciden en pedir la suspensión por el cáncer que padece. No obstante, la última palabra la tendrá la Audiencia Provincial de Sevilla. De aceptar la solicitud, el caso del expresidente de la Junta de Andalucía supondría una excepción, ya que cientos de presos reciben tratamiento oncológico mientras están en la cárcel. Solo en 2021, último año con datos, la población reclusa protagonizó más de un millar de consultas y procesos terapéuticos.
La mayoría de estos procedimientos implicaron que el reo abandonara la cárcel durante el tiempo por el que se extendían las sesiones. A pesar de ello, Griñán, de 76 años, ha pedido no ingresar en prisión para tratarse de su cáncer de próstata, calificado de «alto riesgo», porque hacerlo se lo impediría.
Una tesis que secundan tanto el informe médico que emitió el pasado 3 de enero el Instituto de Medicina Legal de Sevilla como la Fiscalía, que este jueves se ha pronunciado en contra de que Griñán ingrese en prisión. El texto, al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, concluye «la no conveniencia de su ingreso en centro penitenciario». El Ministerio Fiscal alude al artículo 80.4 del Código Penal, que establece que los condenados pueden sortear la cárcel si sufren una patología grave. No obstante, solicita «informes más precisos».
Tratamientos oncológicos en prisión
El informe elaborado por el Instituto de Medicina Legal de Sevilla señala los posibles efectos secundarios en el tratamiento hormonal y de radioterapia al que se enfrenta Griñán, aunque todavía no lo ha iniciado. La forense también alude a las frecuentes revisiones a las que va a ser sometido, que «parecen poco compatibles con la dinámica carcelaria» y al derrumbe psíquico que implica esta dolencia, por lo que el ingreso en la cárcel «no ayuda» a afrontarla.
Las enfermedades oncológicas entre la población reclusa, sin embargo, son una realidad, tanto como fuera de los muros de prisión. Y su tratamiento, al igual que para quienes gozan de libertad, se realiza con las máximas garantías para el paciente. Los centros penitenciarios se coordinan con los centros hospitalarios públicos para establecer, paso a paso, todas las consultas, tratamientos y revisiones que debe recibir el enfermo de cáncer o de cualquier otra enfermedad grave, explican las fuentes consultadas por este diario.
Para ello, sostienen fuentes penitenciarias, las fuerzas de seguridad se encargan a diario de trasladar a los reclusos a los centros sanitarios donde tienen citas médicas. Si, de darse el caso, el interno en cuestión no puede ir sentado en el furgón policial por la patología que padece o necesita urgentemente ser trasladado a un hospital, la prisión solicita una ambulancia para el reo, en la que viaja custodiado, eso sí, por los agentes de Guardia Civil o Policía Nacional.
Según los últimos datos de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, a los que ha tenido acceso este periódico, en 2021, 91.860 presos tuvieron que salir de prisión para acudir a una consulta médica. Entre las especialidades que más destacan está cardiología (1.230 consultas), enfermedades infecciosas (1.272), cirugía (3.227), psiquiatría (17.873) traumatología (5.504) u oncología (576).
535 sesiones de radioterapia
Respecto a tratamientos específicos, se produjeron 6.901 salidas de internos a los centros de salud: 535 fueron para recibir sesiones de radioterapia; 1.913, para hemodiálisis, y 1.080 para rehabilitación, entre otros. En el caso de estos últimos, 69 citas se realizaron en las unidades de rehabilitación del centro penitenciario de Alicante II. Por otro lado, según la estadística penitenciaria, más de 2.400 reclusos con algún tipo de enfermedad tuvieron que ser hospitalizados ese año.
«Estar en prisión no te exime de ir a una consulta médica o recibir un tratamiento. Es exactamente igual que cuando alguien está en casa. En las prisiones, se cuentan por cientos los casos de internos que padecen una enfermedad oncológica», revelan fuentes penitenciarias. «Yo he visto morir a muchos de ellos en los módulos de enfermería, he visto su deterioro, cómo salían a consultas externas aunque no se podía hacer nada más…», cuenta Sergio García, delegado del CSIF.
Desde este sindicato critican que el expresidente andaluz José Antonio Griñán pueda librarse de entrar en prisión por padecer una enfermedad. A su juicio «crea un agravio con el resto de presos». «El caso de Griñán se traduce en que hay presos de primera y de segunda. Que si tienes dinero o un currículum político tienes más preferencia que el resto. La población reclusa al final se entera, no es tonta y sabe perfectamente lo que ocurre», denuncian desde el CSIF.