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El Gobierno destina 112.000 euros a buscar alternativas que eviten matar a miles de cotorras

La Dirección General de Derechos de los Animales cree que la Ley permite erradicar estos animales sin sacrificarlos, con métodos como la vasectomía

El Gobierno destina 112.000 euros a buscar alternativas que eviten matar a miles de cotorras

Manifestación en Madrid para pedir la paralización del plan que termina con las cotorras. | Cézaro De Luca (Europa Press)

La Dirección General de Derechos de los Animales ha anunciado la contratación de un estudio sobre la población de cotorras en España, cuya intención final es buscar una alternativa al sacrificio de estos animales, como «la esterilización de huevos o la vasectomización de machos», para erradicarlos sin necesidad de matarlos y, de ese modo, acabar con su impacto negativo en la fauna y flora local. 

A este fin va a destinar 93.274,31 euros, una cifra que, una vez añadido el IVA, asciende a 112.861,92 euros, que justifica la contratación externa por «carecer esta Dirección General de los medios personales adecuados y suficientes para la realización del estudio científico planteado». 

Con este presupuesto, se busca la elaboración de un censo poblacional de las especies cotorra argentina, cotorra de Kramer y gorrión común en siete localidades; el estudio de la influencia de las poblaciones sobre su entorno y la aplicación de técnicas de control sobre la población de cotorra argentina que no incluyan métodos letales, algo que solo se llevará a cabo en la localidad madrileña de Móstoles.

Así lo explica el organismo, dependiente del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, en la memoria justificativa para la contratación de un servicio de estudio de campo sobre estas tres especies.

Afirma que tradicionalmente se ha producido «una extralimitación de lo establecido en el Real Decreto 630/2013», que regula las especies exóticas invasoras. El organismo interpreta que, dado que el Real Decreto 630/2013 habla de la «eliminación del medio natural» de estas especies a través de «medidas de gestión, control y posible erradicación», cabe la aplicación de métodos distintos al sacrificio, «permitiendo la variabilidad de mecanismos». 

Una interpretación que, según apunta en una conversación con THE OBJECTIVE Juan Carlos Ortiz, presidente de la Asociación Española de Veterinarios Municipales (AVEM), es errónea. «La normativa vigente establece que la inclusión de la especie en el catálogo conlleva la prohibición de la posesión. No puedes tener una especie catalogada como exótica invasora, así como el transporte, el comercio… La única opción válida que hay es el sacrificio», argumenta. 

Añade que, aunque en condiciones muy concretas se puede permitir mantener vivos algunos ejemplares para estudiarlos, siempre que los resultados sirvan para conocer mejor a la especie, «el objetivo no es mantener al animal vivo, sino que una vez finalizado el estudio, debe ser sacrificado». 

Por tanto, Ortiz considera que para que la propuesta de la Dirección General de Derechos de los Animales tuviera sentido, sería necesario cambiar la ley que regula el control de especies exóticas invasoras. 

El sufrimiento animal, en el centro de la cuestión 

Son numerosas las voces que han pedido a las autoridades que busquen alternativas para no tener que sacrificar a estas aves y evitar así el sufrimiento animal, pero Ortiz asegura que a pesar de que se ha estudiado en profundidad, no se ha encontrado mejor opción para acabar con estas especies invasoras. 

Además, insiste en que es también la opción que menos sufrimiento supone para las cotorras. «Lo que realmente es eficaz es la captura con carabina», apunta el experto, que asegura que, «aunque pueda parecer un poco falto de sensibilidad», es un método que se si se hace de manera correcta y lo llevan a cabo profesionales, «genera muy poco o nulo sufrimiento en los animales». «Desde un punto de vista de sufrimiento animal, yo entiendo que es uno de los métodos con que menos sufren», afirma. 

La Dirección General de Derechos de los Animales argumenta que «el sacrificio como único método de control dista mucho de poder admitirse si existen, como así ocurre, alternativas para conseguir el mismo resultado aplicando métodos compatibles con la consideración de animal como ser dotado de sensibilidad», amparándose en la reforma de la ley que establece la consideración de los animales como seres vivos dotados de sensibilidad. 

Sin embargo, el presidente de la AVEM asegura que hacer pasar a las cotorras por el proceso de esterilización supone también un alto riesgo de que haya sufrimiento. «Requiere una manipulación de los animales, porque no tienen dimorfismo sexual, tienes que ver si es macho o es hembra por laparoscopia, y luego hacer el acto quirúrgico», explica. «Luego hay un periodo postquirúrgico, que un animal no es como una persona que es consciente de su estado, el sufrimiento de los animales en este proceso y los muertos que se producen son un número importante y eso también se podría considerar una forma de maltrato animal», añade. 

A todo esto se suma, apunta Ortiz, que una vez esterilizados y con la normativa actual, los animales no se podrían liberar de nuevo, por lo que habría que mantenerlos en cautividad durante el resto de su vida, que en el caso de las cotorras puede ser de hasta 20 años. «Desde el punto de vista de veterinario y pensando en el bienestar de los animales, no lo veo». 

Por qué las cotorras son un peligro para la biodiversidad

Las cotorras se expandieron por España, especialmente en ciudades como Madrid y Barcelona, después de que fueran importadas como mascotas antes de ser declaradas como especie exótica invasora y, por tanto, prohibida su importación y posesión. 

«El caso de la cotorra argentina (Myiopsitta monachus) y de la cotorra de Kramer (Psittacula krameri) están siendo objeto de controversia por los efectos que su expansión no controlada tiene especialmente sobre la fauna local en ámbitos mayoritariamente urbanos, siendo paradigmática la afección, entre otros, sobre el gorrión común (Passer domesticus)», reconoce el organismo del Gobierno

Y es que solo para hacer los nidos, que pueden pesar más de cien kilos, están acabando con los brotes nuevos de toda la vegetación que hay a su alrededor, explica Ortiz. A esto se suma que compiten por la comida con los animales que ya vivían en los espacios que ahora ocupan. Y además, «desde el punto de vista sanitario, está comprobado que las sitácidas (la familia de aves que incluye a los loros, cotorras, cacatúas, etc.) pueden transmitir una enfermedad que es la sitacosis, que provoca una neumonía en las personas» y por tanto, «en el momento en el que hay animales enfermos en el medioambiente y con una carga microbiana muy importante, puede producirse una transmisión a las personas». 

Riesgos que reconoce la Dirección General de Derechos de los Animales, que añade que las cotorras traen un «riesgo de afección sobre elementos de la biodiversidad que pueden sufrir no solo la competencia por espacio y alimentos, sino incluso hibridaciones y empobrecimiento de la pureza genéticas de determinadas especies de interés».

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