El juez califica de terrorismo islámico el ataque de Algeciras, pero Interior lo niega
La Audiencia Nacional dice que el detenido está vinculado al «salafismo yihadista» mientras el departamento de Marlaska insiste en que padece un trastorno mental
La investigación policial sobre la naturaleza del atentado mortal perpetrado por Yasin Kanza en una iglesia de Algeciras ha dejado a su paso distintas hipótesis. La predominante es que el joven, de 26 años y origen marroquí, se radicalizó hacia posiciones yihadistas de forma exprés y, movido por la ira, acabó con la vida de quienes profesaban una religión distinta a la suya, «la auténtica», según advirtió el agresor a distintas personas que estaban en el templo antes de acometer el asesinato al grito de «Alá es grande», empuñando un machete de grandes dimensiones.
Kanza sería, según estas pesquisas, un yihadista autoadoctrinado. Lo que se denomina como lobo solitario, un individuo que actuó al margen de la organización terrorista, pero respondiendo a la doctrina islámica. El material informático que los agentes incautaron en la vivienda okupada de la localidad gaditana en la que residía junto a dos compañeros muestra, tras el análisis informático, que el detenido consumía material de la yihad a través de internet y de otros formatos. Según revelan fuentes policiales, habría podido radicalizarse en foros online de Ceuta. Los investigadores aseguran que, en cuestión de dos meses, el individuo incluso empezó a abroncar públicamente a las mujeres que no llevaban velo o lo llevaban mal puesto.
La tesis del terrorismo islámico fue acogida desde el principio por la Fiscalía y la Audiencia Nacional. Ambos calificaron los hechos como un delito de asesinato con fines terroristas y este viernes, en un auto, Joaquín Galdea, el titular del Juzgado Central de Instrucción número 6, encargado del caso, lo ha ratificado, vinculando al detenido con el «salafismo yihadista», la corriente más radical del Islam. Además, el magistrado ha aceptado la petición policial de extender 48 horas más el arresto de Yasin Kanza, algo que solo se contempla en la ley para casos de terrorismo.
La versión de Interior
Frente a lo sostenido por la Audiencia Nacional, el Ministerio del Interior guarda cautela. Las fuentes consultadas evitan vincular el atentado con un ataque islamista y reafirman que el investigado no responde al perfil de yihadista. «Actuó solo y no estaba bajo el radar de radicalización de la Policía, ni de las fuerzas de seguridad de países aliados», señaló Fernando Grande-Marlaska. Lo que mantienen desde este departamento es que efectivamente se trató de un acto terrorista, pero todavía es pronto para definir la naturaleza. Además, insisten en que Kanza tenía un trastorno mental.
No solo Interior disiente por ahora con el juez que investiga los hechos, el Gobierno también ha evitado catalogar como acto yihadista el atentado del pasado miércoles. La prueba de ello está en que el funeral del párroco asesinado ha transcurrido sin representación gubernamental, ya que ni el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ni ningún ministro se ha dejado ver por la iglesia. Tampoco ha acudido el representante del Gobierno en la comunidad andaluza, Pedro Fernández.
El departamento de Grande-Marlaska también ha negado que el presunto terrorista estuviese siendo vigilado por brigadas de información o de otro tipo días antes de que acabase con la vida del sacristán de la Iglesia de Nuestra Señora de La Palma e hiriese de gravedad a otro párroco. En su ficha policial, según fuentes de Interior, solo consta una detención a mediados de junio de 2022 por estar en situación irregular. Razón por la que estaba pendiente de expulsión.
Pendiente de expulsión
El expediente del presunto terrorista no se ejecutó «de manera inmediata», precisan fuentes de Interior, porque «al tratarse de un procedimiento administrativo» debía garantizarse «con todas las garantías». El retraso en el proceso de devolución, en el caso del arrestado, que también fue expulsado de Gibraltar en 2019 tras atravesar el Estrecho en moto acuática, no es único. Los datos reflejan que son muy pocos los casos de personas en situación irregular que finalmente son deportados a su país de origen. Las cifras a las que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, a partir de distintas respuestas parlamentarias del Gobierno, muestran que en 2022 el Ministerio del Interior solo ejecutó en torno a un 5% de los expedientes de expulsión.
Las fuentes consultadas por este periódico afirman que, el pasado año, de casi 50.000 ciudadanos procedentes del continente africano que entraron de forma ilegal en España, el departamento dirigido por Fernando Grande-Marlaska solo deportó a aproximadamente 2.500. En otras palabras, ejecutó uno de cada 25 expedientes de expulsión. En el caso de Marruecos, el retorno de inmigrantes no alcanzó el 6% del total, es decir, unos 360 de los 6.000 que llegaron a territorio nacional en 2022, según datos de Interior.
Los hechos
Los hechos que conmocionaron el pasado miércoles a la ciudad de Algeciras se produjeron poco antes de las 20.00 horas, cuando Yasin Kanza entró en la iglesia de San Isidro armado con un machete. Acto seguido, mientras gritaba «Muerte a los cristianos» y «Alá es grande» atacó al cura, Antonio Rodríguez, dejándolo gravemente herido. Posteriormente, accedió a otro templo, el de Nuestra Señora de La Palma, en la que, tras causar diversos destrozos a diversas cruces e imágenes religiosas, atacó al sacristán, Diego Valencia.
La víctima logró salir de la iglesia, pero fue alcanzando por el agresor en una plaza cercana, donde le causó heridas mortales, ante la mirada de numerosos vecinos, creando una situación de alarma. Instantes después, el individuo intentó entrar a una tercera iglesia, pero antes de ello fue neutralizado y detenido por agentes de la Policía Nacional.
Antes de cometer el ataque, Yasin Kanza había estado en torno a las 18:00 de esa misma tarde en la iglesia de San Isidro. El detenido entró al interior del templo y comenzó a discutir con distintos feligreses, entre ellos unas catequistas, por profesar y difundir una religión distinta al Islam. Enajenado, se marchó del lugar y una hora después, vestido de blanco —aunque portaba una sudadera encima—, armado con un machete de grandes dimensiones en una mano y con el Corán en otra, volvió al mismo lugar para atentar contra el religioso, que ese momento estaba celebrando una misa en la capilla.