El rey Ignacio y el caballero andante de la 'tabla' redonda
El cambio de ciclo político se observa a las claras en las empresas más enfrentadas al Gobierno, pero sobre todo en las que se han guarecido estos años al abrigo de Moncloa
La foto de familia del influyente lobby de la industria europea que no hace muchos días se reunió por separado en Madrid, primero con Pedro Sánchez y después con Alberto Núñez Feijóo, ha mostrado las dos caras equidistantes de esa conjunción entre el poder económico y político de la que emanan decisiones trascendentales para la vida de los ciudadanos. Ahí estaban los dos representantes más genuinos y que mejor encarnan los intereses del mundo corporativo no financiero en España. José María Álvarez-Pallete e Ignacio Sánchez Galán posaban situados a ambos lados de la llamada European Round Table (ERT) como polos opuestos en sus relaciones de amor y odio con el actual Gobierno de la nación; el primero tratando de soltar amarras con Moncloa y el segundo haciendo valer sus reales en lucha encarnizada con toda la ‘troupe’ palaciega; ministros y ministras incluidos.
Aún a fuerza de dejar por los suelos a los arúspices de José Félix Tezanos son las entrañas del mundo del dinero las que permiten calibrar con mayor certeza las verdaderas perspectivas electorales. Los prohombres de empresa han dejado de regar la ruleta de sus apuestas para echar el resto a favor de un nuevo ciclo parlamentario mediante una estrategia que adquiere especial relevancia observando a la vez los movimientos de entidades que han caminado a pecho descubierto durante toda la legislatura y los de aquellas otras que se han guarecido al abrigo del poder establecido. Al presidente de Iberdrola los imponderables del momento no parecen exigirle demasiados esfuerzos; distinto el caso del colega de Telefónica, obligado a nuevos méritos si quiere que la fuerza política le acompañe ante un cambio en el sentido de la marcha de nuestro país.
Es cierto que la empresa eléctrica ha protagonizado estos años un rally bursátil que ha convalidado las excelencias de una gestión concentrada bajo el ordeno y mando de su máximo responsable institucional y ejecutivo. Los éxitos que han acompañado el fulgurante ascenso internacional de Iberdrola han sido determinantes a la hora de catapultar la imagen de Galán, superando avatares judiciales a nivel doméstico que cualquier otro empresario menos reconocido por la comunidad financiera hubiera sido incapaz de resistir. En el supuesto de Álvarez-Pallete la situación es mucho más compleja y delicada dadas las limitaciones del modelo de negocio con que tropieza la heredera del antiguo monopolio y que han obligado al gestor de Telefónica a prendarse con los encantos que ejerce la autoridad competente.
La gran beneficiaria del escudo antiOpas
El sucesor de César Alierta ha sucumbido al poder de atracción de aquellos a los que Juan Luis Cebrián definió como los ‘visitadores de Moncloa’ en tiempos de Zapatero. Los mismos que ahora cohabitan al timón del Grupo Prisa y que son identificados con el mote de ‘los Migueles’, Barroso y Contreras, embajadores ilustres de esa versión masterizada de la vieja ‘beautiful people’ socialista que cuentan para la ocasión con su mecenas particular en la persona del inversor armenio y pagano de marras, Joseph Oughourlian. Con todos ellos ha hecho buenas migas Álvarez-Pallete en su afán por ubicar los problemas de Telefónica entre las prioridades de Pedro Sánchez, un logro de imponente factura teniendo en cuenta la displicencia con que el jefe del Ejecutivo ha venido tratando a todo hijo de vecino en el Ibex y aledaños.
«El presidente de Telefónica se ha entrevistado largo y tendido con Feijóo mientras otros pretendientes al trono de la operadora merodean por los aledaños de Génova»
A los siete años de su entronización al frente del imperio telefónico Pallete puede presumir con pleno derecho de ser el único entre sus grandes pares que no ha caído bajo las voraces fauces fiscales de la Hacienda Pública, a la que incluso ha doblegado en algún pleito de mayor cuantía, habiendo encontrado además entre los inspiradores del Boletín Oficial del Estado (BOE) algún hombro donde desahogar los lamentos de su azarosa relación con los inversores. La acción de Telefónica está más perdida que Benzemá después de conseguir el Balón de Oro, pero las vacas flacas no han sacudido el negocio mollar de la operadora tal y como ha ocurrido con el resto de las principales utilities españolas, crujidas todas ellas a impuestos, unas más que otras, por imperativos del guion socio populista que nos ha sido dado.
La operadora ha sido también uno de los principales beneficiarios del escudo antiOpas inicialmente adoptado en 2020 por mor de la pandemia con un horizonte de dos años y que acaba de ser prorrogado, obviamente por decreto, hasta finales de 2024. Una medida de corte proteccionista propia de los tiempos vigentes, donde las obligaciones se conjugan con las prohibiciones en una mezcla explosiva para el proceso de liberalización a nivel global. La circulación de capitales en España se ha visto claramente obturada por esta política restrictiva que obliga a cualquier inversor a rendir pleitesía y pasar por el aro del Gobierno, al mismo tiempo que coarta las expectativas de negocio de los propios emisores nacionales con sus eventuales socios extranjeros.
El audaz desafío contra las ‘Maama tech’
La reacción en los mercados no se ha hecho esperar, porque lo que parecía una norma al gusto de la parroquia empresarial se ha convertido en un mensaje de desánimo al servicio de los intereses intervencionista del Estado. Ya se ha visto que algunos han tomado directamente las de Villadiego como Ferrovial, pero muchos otros, la propia Iberdrola sin ir más lejos, llevan tiempo levantando la persiana de sus programas de desarrollo estratégico en busca de destinos allende las fronteras y alejados del riesgo político que aqueja a España. Para Telefónica el blindaje institucional aporta, en cambio, un refuerzo de primera necesidad dado el peligro inmanente que supone su esmirriada cotización en bolsa ante la amenaza latente de un proceso de consolidación en el atomizado sector europeo de las telecomunicaciones.
En un ejercicio de no poca audacia, Pallete se ha colocado al frente de la manifestación que reclama la implicación de las ‘Maama tech’ (Meta, Alphabet, Amazon, Microsoft y Apple) para que se rasquen el bolsillo y ayuden a financiar las multimillonarias inversiones en redes. Un desafío en el que están implicadas todas las principales operadoras continentales pero que analizado con frialdad constituye una lucha desigual, una batalla de David contra Goliat porque los cinco gigantes americanos, seis se añade Netflix, son veinte veces más grandes que los cinco primeros grupos europeos de telecomunicaciones, de modo que el llamado ‘reparto equitativo’ de los costes de infraestructuras exige una determinación que se antoja inviable para los timoratos y melifluos tecnócratas de Bruselas.
No parece que la Comisión Europea se atreva a desenvainar la espada contra los dragones de siete cabezas que echan fuego desde Estados Unidos, pero comoquiera que los reguladores necesitarán sacudirse el polvo de las sandalias en prevención de males futuros es más previsible que Europa relaje la camisa de fuerza de sus débiles national champions que con tanto clamor vienen insistiendo en demandar una regulación más favorable. Lo que ahora está sobre la mesa de la comisaria de Competencia, Margaret Vestager, es una revisión de las normas que actualmente dificultan los procesos de concentración en el Viejo Continente, un remedio que puede resultar peor que la enfermedad si algún avezado competidor pone sus ojos en Telefónica.
Paso del rubicón por el ‘Centenariazo’
La vulnerabilidad de la empresa española ante una ofensiva procedente del exterior y promovida por intereses comunitarios es un fantasma latente que preocupa en los ambientes liberales del Partido Popular, reacios como son a cualquier tipo de medida proteccionista. Bajo este argumento han empezado a merodear por la sede de Génova los primeros pretendientes que aspiran a desbancar de su poltrona a Álvarez-Pallete. El juego de las sillas ha comenzado dentro del Ibex y en lo que concierne a Telefónica se intensificará a medida que suba el termómetro político que apunta a un trasvase de poder en el Parlamento de la Nación.
«En las últimas semanas hombres claves del entorno de Pallete, como Rosauro Varo y Javier de Paz, vienen oficiando de anfitriones en cenáculos con altos dignatarios del Partido Popular»
El presidente de la que en su día fue catalogada como primera multinacional española, ahora flirteando en el décimo puesto del Ibex, ha empezado a poner la carne en el asador después de entrevistarse largo y tendido con el propio Feijóo aprovechando la citada reunión con la European Round Table. Al mismo tiempo su grupo de allegados, con Rosauro Varo y Javier de Paz a la cabeza, están actuando en las últimas semanas como anfitriones de cenáculos privados con los más ilustres dignatarios del partido, desde el expresidente José María Aznar hasta el titular de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, uno de los barones que dispone de mayor ascendente en el jefe nacional de los populares.
El objetivo inmediato del séquito cortesano que acompaña a Pallete consiste ahora en que el bueno de José María supere su particular rubicón y se mantenga en el cargo, como mínimo, hasta culminar la celebración de los solemnes fastos del Centenario que la operadora cumple en abril de 2024 y que deben servir para encumbrar al presidente ante propios y extraños. A partir de tan memorable evento será más difícil que el futuro Gobierno fuerce un relevo sin quedar en evidencia ante los grandes fondos e inversores internacionales que completan y se dan cita en el capital. Telefónica, a pesar de todos los pesares, es una empresa santificada en los altares corporativos del país y sabido es que en el cielo nunca corre la sangre. Malo sería que todos en la compañía se pongan ahora a mover el árbol para que luego venga otro a recoger las nueces.