El Gobierno anuncia el fin del uso obligatorio de mascarillas en hospitales y farmacias
La eliminación se adopta tres años y medio después del inicio de la pandemia en un momento de estabilidad de los casos de covid
El adiós definitivo a las mascarillas ha llegado. El Gobierno ha decretado el fin del uso de las mascarillas en hospitales, centros de salud, farmacias, clínicas de fisioterapia y dentistas, únicos lugares donde seguía siendo obligatoria desde que el pasado 8 de febrero dejaron de usarse en el transporte público. A partir del próximo martes, fecha en la que se aprobará en el Consejo de Ministros, usar las mascarillas pasará a ser una recomendación.
De esta forma, España deja de ser uno de los pocos países de Europa que mantenían la obligatoriedad del uso de los tapabocas. En la vecina Portugal ya no se hace, en Italia tampoco y en Francia depende del hospital. Sanidad y las comunidades autónomas ha tomando esta decisión en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud de este viernes por unanimidad, por lo que el Real Decreto 65/2023, de 7 de febrero se modificará para que el tapabocas deje de ser obligatorio para pasar a ser una recomendación.
La eliminación se adopta tres años y medio después del inicio de la pandemia en un momento de estabilidad de los casos de covid-19, con una clara tendencia a la baja. Según el último informe, del viernes pasado, la incidencia acumulada a 14 días en mayores de 60 años es de 59 casos por 100.000 habitantes. Además, las camas ocupadas por pacientes COVID representan el 2,7% del total. Unas de las cifras más bajas de toda la pandemia.
Las cifras
En cuanto a la vacunación, un 92,6 % de la población mayor de 12 años cuenta con dosis completa. Ya se han administrado más de 110 millones de dosis y más del 75% de los mayores de 80 años han recibido la segunda dosis de recuerdo.
El propio ministro de Sanidad, José Miñones, adelantó hace unos días que la idea era que la retirada de las mascarillas en los lugares que aún son obligatorias -centros sanitarios, sociosanitarios y farmacias- se discutiera en un Interterritorial antes de que acabara junio. Y dejó claro que la decisión, que en todo caso compete al Consejo de Ministros tomarla, se haría «con rigor» y «seriedad» y basándose en el criterio de los expertos de la ponencia de alertas sobre si el fin de su imposición se hace «de forma prolongada, de forma definitiva o de forma escalonada». «Estamos más cerca de que sea un uso recomendado, más que obligatorio», vaticinó el ministro.
La convocatoria fue duramente criticada por el consejero madrileño en funciones, Enrique Ruiz Escudero, quien calificó de «auténtica temeridad» citar hasta doce consejeros en funciones a la espera de su relevo, algo que considera «totalmente fuera de lugar» y cuyo único objetivo es «electoralista». Desde la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), su presidente, Óscar Zurriaga, ha comentado que «hace tiempo que podrían haber sido retiradas en algunos ámbitos como las farmacias, donde su uso es cada vez menor e incomprensible para la ciudadanía». En este sentido también se ha pronunciado el virólogo y director emérito del Centro Nacional de Gripe en el Hospital Clínico de Valladolid, Raúl Ortiz de Lejarazu, que señala que «las mascarillas sirven cuando la tasa de infección de SARS-CoV2 en la población es muy alta. Cuando es baja, pierde sentido la medida».
Andalucía aboga por la mascarilla en residencias
Las reacciones políticas a esta decisión, que llega un mes y medio después de que la OMS decretara el fin de la pandemia, no han tardado en llegar. La consejera de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía, Catalina García, ha rechazado la medida y ha abogado por mantener el uso obligatorio de la mascarilla en centros sociosanitarios, como residencias, y en «ciertos servicios» sanitarios, además de pedir que «vuelva» en periodo de alta frecuentación.
En este sentido, ha precisado que la posición de Andalucía pasa por que «sí que debe de haber una adecuación a la situación epidemiológica actual», pero en los centros residenciales, «donde viven personas vulnerables» y donde durante la pandemia de la covid-19 hubo «muchos problemas», tendría que «seguir manteniéndose la mascarilla», «no los mayores, sino quienes los cuidan y quienes los visitan».
No obstante, el Círculo Empresarial de Atención a la Dependencia (CEAPs) aplaude la decisión adoptada hoy por el Ministerio de Sanidad y las Comunidades autónomas de retirar, por fin, la obligación de que los profesionales que trabajan en las residencias de personas mayores y centros de día, así como los familiares de los usuarios, utilicen mascarillas en el interior de los centros.
Para CEAPS, la decisión supone el fin de una «discriminación» hacia las 400.000 personas mayores que viven en centros residenciales en España, y que han visto cómo las mascarillas se iban retirando de todas las esferas de la vida menos de los centros. «Era algo que venían demandando desde hace tiempo los usuarios de los geriátricos y de los centros de día. Después de más de tres años desde que se inició la pandemia, necesitan volver a ver las caras y las sonrisas de quienes los atienden, de sus hijos, de sus nietos… Requieren volver poco a poco a la normalidad, de la misma manera que hemos hecho el resto de los ciudadanos», manifiesta la presidenta de CEAPs, Cinta Pascual.
La evidencia científica
Ante esta situación, la evidencia científica es clara: ha llegado el momento de poner fin a las políticas que obligan a llevar mascarilla en los centros sanitarios. Epidemiólogos sanitarios y expertos en enfermedades infecciosas de ocho instituciones internacionales han llegado a la conclusión de que ha llegado el momento de gestionar la covid-19 como otros virus respiratorios endémicos. Y así lo han manifestado en la revista Annals of Internal Medicine.
«En esta etapa de la pandemia, el uso de mascarillas es solo una herramienta para reducir la transmisión general y debería haber un cálculo que sopese los riesgos y los beneficios», se puede leer en la misiva, que agrega: «El contexto y las condiciones de la pandemia han cambiado. La política de salud pública basada en la evidencia también debe adaptarse». «Ha llegado el momento de manejar el SARS-CoV-2 como generalmente manejamos otros virus respiratorios endémicos en entornos de atención médica», concluyen.
Otra investigación, realizada por científicos del hospital Saint George de Londres y publicada en la prestigiosa revista médica Medscape Uk, sugiere que las políticas de uso de las mascarillas pueden no tener tanto efecto frente a variantes de rápida propagación, como ómicron. De esta forma, este estudio preliminar, aún no revisado por pares, encontró que una política de uso de mascarillas hizo poco para frenar la propagación de la variante ómicron. «Eso no significa que las mascarillas no tengan valor contra ómicron», ha dicho el Dr. Ben Patterson, uno de los investigadores que ha formado parte del estudio, «pero su beneficio en el mundo real es, en el mejor de los casos, modesto en un entorno de atención médica», ha asegurado.