El Rey acoge bajo su manto a los espías del CNI
Los agentes pasan por un pésimo momento y el único respaldo que han encontrado es el de Felipe VI
El rey Felipe VI pasa revista durante la Pascua militar. | Mike Chicorro
Mi amigo Javier Estades, permanentemente inquieto por los temas militares y de espionaje, me escribió desde Miami un mensaje el día 6 de enero: «Interesante el discurso del Rey en la Pascua Militar. ¡Atención a la mención al CNI! ¿Por qué si no es militar?».
Me sorprendieron sus palabras, yo no había escuchado el discurso y de entrada compartía su visión: el día de Reyes se celebra el acto castrense que abarca a las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil y al personal no militar del Ministerio de Defensa. El Centro Nacional de Inteligencia es un organismo civil en el que una parte de su personal son militares, aunque su dependencia haya sido casi siempre del Ministerio de Defensa.
He buscado datos y he hablado con diversas fuentes sobre el tema. Este año ha sido la tercera vez que el rey Felipe incluye en su manto de jefe supremo de las Fuerzas Armadas al servicio de inteligencia, con menciones del siguiente tipo: «Es una tradición (…) que me permite expresar personalmente nuestro afecto y admiración a las Fuerzas Armadas y a la Guardia Civil (…) reconocimiento que extiendo al personal civil que, junto al militar, sirve en el Ministerio de Defensa, el CNI…».
En 2021, la mención fue más liviana. Antes de esa fecha no figuraba en el repertorio de menciones, entre otras cosas, porque nunca habían figurado. El director mítico de La Casa, Emilio Alonso Manglano, tenía a gala no vestir jamás el uniforme del Ejército de Tierra, forma de dejar claro a todo el mundo que su servicio era estrictamente civil y las normas militares sagradas no valían en su servicio. Por ejemplo los ascensos por antigüedad, un tema casi intocable para los militares, que en el servicio vale menos que la cualificación y valía personal, lo que hace que un comandante pueda estar a las órdenes de un capitán.
Presidentes distantes, reyes cercanos
Nadie históricamente ha apreciado más al servicio secreto que la monarquía. Mientras los sucesivos presidentes de Gobierno les mostraban una cierta prevención y distancia, el rey Juan Carlos y el rey Felipe siempre les han respaldado y han despachado con mucho interés con sus directores. Es tan escasa la confianza que les profesan desde el palacio de La Moncloa, que el expresidente Felipe González le recomendó a su compañero de partido José Luis Rodríguez Zapatero antes de ocupar el cargo que no despachara nunca con el jefe del servicio si no estaba presente el Ministerio de Defensa. Aznar era poco dado a reunirse con el director del espionaje y se fiaba tan poco de él que tras los atentados del 11-M le apartó de la célula de crisis.
Con Sánchez las relaciones han caído aún más. No despacha con las directoras y ha tomado muchas decisiones que perjudican abiertamente a La Casa con la única intención de beneficiar a sus socios parlamentarios independentistas. Incluso le cortó la cabeza a Paz Esteban, la predecesora de Esperanza Casteleiro, porque se lo exigían Junts y ERC.
La situación complicada de estos años ha dejado claro que el personal del CNI necesitaba un cariño, sentirse integrados en algún sector, y el rey les ha ofrecido formar parte de ese manto de las fuerzas de seguridad uniformadas. Su mención tiene un significado profundo en estos momentos, cuando en el servicio secreto se vive una situación incómoda en la que los agentes se sienten en medio de todos los tifones.
Algunos son problemas internos, como la traición de dos compañeros nada más y nada menos que con uno de sus principales socios, la CIA. Otros son externos, como el deseo de Puigdemont y su gente de exponerlos públicamente en el Congreso para humillarlos por el trabajo que hicieron en su contra durante el proces. La conclusión es que los espías pasan por un mal momento y han encontrado la mano amiga del rey Felipe.
