THE OBJECTIVE
El buzón secreto

El CNI impidió que Lukoil y Gazprom, con el apoyo del Rey emérito, compraran Repsol

Con el conflicto de Ucrania, es una suerte para Repsol que Juan Carlos y Corinna no consiguieran su objetivo

El CNI impidió que Lukoil y Gazprom, con el apoyo del Rey emérito, compraran Repsol

Vladimir Putin y Juan Carlos I en el año 2006. | GTres

La que se podría haber montado si Repsol perteneciera hoy a Lukoil o, aún peor, a Gazprom. Una empresa privada rusa y una empresa pública rusa, en realidad dos patas de la misma mesa: la que pretendía aumentar su control sobre el mercado del petróleo y el gas del mundo. Las dos, digan lo que digan, al servicio de los intereses de Putin. No se ejecutó por los informes contrarios del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y a pesar de la insistente presión que ejerció el rey Juan Carlos a favor de los intereses de Moscú.

Corría el año 2008, en España estaban Juan Carlos en la Zarzuela, Rodríguez Zapatero en La Moncloa y Saiz en la Avenida del Padre Huidobro (la sede del servicio secreto en Madrid). En Rusia estaban Lukoil, que cotiza en bolsa, la compañía petrolera más grande del país, y Gazprom, la niña mimada, controlada por el Estado y líder absoluto en la producción de gas natural.

Ambas mostraron en los despachos adecuados su deseo de adquirir la petrolera española Repsol, información que no tardó en llegar a los centros de poder e información de Madrid. Eran momentos económicamente revueltos y la División de Economía del CNI estaba muy activa y muy pendiente de actuar, especialmente cuando se ponía en juego la soberanía del país, necesitada de empresas potentes en sectores energéticos.

Lazos con la mafia

Se posicionaron abiertamente en contra de que Repsol permitiera la entrada en su accionariado de la rusa Lukoil, por muy privada que fuera. Aducían no solo la necesidad de disponer de una poderosa empresa petrolífera española, sino que varios altos ejecutivos de la multinacional rusa mantenían estrechos lazos con dirigentes de la mafia de su país asentados en España. Conexiones que les había ratificado una fuente de primer orden, el antiguo agente del KGB Alexander Litvinenko, antes de morir en 2006 envenenado cruelmente con polonio en Londres. Además, señalaron los riesgos de dejar la empresa petrolífera en manos de un enemigo estratégico, cuando era la única empresa española capaz de aportar recursos energéticos al país. Añadían otras consideraciones como que Rusia controlaría el mercado español y ganaría influencia en el Magreb.

El papel del Rey

El papel del Rey fue sorprendente, nada que ver con su rol habitual de defender los intereses españoles apoyando los negocios de las grandes empresas. Esta vez desbarró y mucho. Supo que primero Gazprom y luego Lukoil estaban intentando adquirir al menos el 20 por ciento de la compañía en manos de Sacyr, deseoso de desprenderse de ese paquete accionarial. Con Vladimir Putin controlando con mano férrea Rusia, un bien informado monarca conoció la reacción contraria del servicio de inteligencia dirigido por Alberto Saiz. También supo que los ministros del ramo mostraban su radical oposición a que la empresa perdiera su españolidad, y que Zapatero, en un papel más diplomático, se había opuesto a que una estatal como Gazprom interviniera en la operación, pero dejó la puerta abierta a Lukoil como empresa privada. Maquillajes aparte, su oposición a la opción rusa era total.

Juan Carlos presionó a Zapatero a favor de la operación. Le pidió que no pusiera trabas y lo hizo con su habitual insistencia, sus llamadas continuas por teléfono. El CNI interpretó que se movía por sus buenas relaciones con Putin, acrecentadas por los contactos directos, de menor nivel, de Corinna. Aunque no se engañaron: el motivo principal de su interés era agradar a su novia, que ganara mucho dinero, porque cuando estaba ella de por medio no atendía a razones. Hasta la embajada de Estados Unidos mostró extrañeza cuando se enteró del papel del rey a favor de la empresa de Putin. La operación no salió, pero Juan Carlos había cometido por primera vez el grave error de no defender escrupulosamente los clarísimos intereses españoles. Debía haber predominado su papel como jefe del Estado. Si el apoyo del rey hubiera dado resultado y Lukoil se hubiera hecho con el control de Repsol, hoy con el conflicto en Ucrania habríamos tenido un verdadero problema.

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