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España

'Víctimas de lo trans': el libro que da voz a los arrepentidos por cambiarse de sexo

Quico Alsedo narra las historias de decenas de víctimas de «una ideología fanática que utiliza métodos totalitarios»

El periodista Quico Alsedo publica 'Víctimas de lo trans' (Deusto), que narra las historias de los arrepentidos del cambio de sexo. | Ilustración de Alejandra Svriz

Una nueva ideología fanática, una religión que prescinde del criterio médico y que utiliza métodos de presión totalitarios, está provocando graves daños físicos y psicológicos irreparables en personas cada vez más jóvenes; una que les ofrece la posibilidad de crearse a sí mismos, pues ser hombre o mujer dependería de sus sentimientos. Esa es la premisa de la que parte Víctimas de lo trans (Deusto), el último libro del periodista Quico Alsedo, que aglutina numerosos testimonios de trans arrepentidos de haberse hormonado y/o operado.

Es el caso de Susana Domínguez, con depresión y trastorno esquizofrénico, que decide cambiar de sexo con 15 años y ahora se arrepiente. Acaba convirtiéndose en el primer caso de reclamación de una persona trans contra el Estado. O el de Éric Bermejo, que se suicida tras empezar una transición que creyó necesaria para arreglar una vida rota. O de Amelia, violada en su propia cama, que se refugia en la idea de ser hombre con la esperanza de no sufrir más. Entre otros casos.

Alsedo, periodista de raza que pisa charcos y desafía tabúes, ha escrito un libro sobre la gran «paradoja» hodierna, que es la de que aquellos que «hacen el mal creyendo que están haciendo un bien», en referencia a los transgeneristas. Pero la paradoja también anida en cómo «alguien puede ser víctima de quien es víctima», pues los transexuales «han sido, y son en gran parte del mundo, víctimas». Esto es así porque, a juicio del autor, «la transexualidad es utilizada como un señuelo ideológico, y no en su realidad, para dividir y obtener un rédito político».

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«En la avalancha de información que hoy recibimos, en esta infodemia, muchas veces falta la realidad», denuncia el periodista, que ha pretendido dar voz a quienes no la tienen. «La gente que saco en el libro son personas reales, que sufren, pero que no tienen habitualmente un lugar en el que hablar, así que me parecía importante hacer llegar su mensaje», relata Alsedo a THE OBJECTIVE.

Marcos Ondarra y Quico Alsedo conversan en la redacción de THE OBJECTIVE.| Carmen Suárez

«Transfobofobia»

Este periodista denuncia la «hipocondría moral» en la que vivimos sumidos: «Quienes vivimos en Occidente pensamos que tenemos culpa de los males del mundo». También ha acuñado el término «transfobofobia», que es el miedo paralizante que algunos –no él– sienten a que les cuelgue esa etiqueta.

«Ese lobby ideológico lo ha explotado [el miedo] muy bien pivotando en mucha gente bienintencionada que piensa que apoyar posturas extremistas y acientíficas va a liberar a los transexuales y hacer un mundo más justo», denuncia. Pero nada más lejos de la realidad: «Lo que sucede es lo contrario, que si vas demasiado lejos puedes estar haciendo creer a personas con trastornos, adolescentes muchos de ellos, y por eso más vulnerables, que su sexo no es el que es».

Niñas y varones

Así lo evidencian las decenas de testimonios que alberga Víctimas de lo trans, algunos de ellos adolescentes de 13, 14 o 15 años que se convencen (o son convencidos) de que su sexo no es el que es, y sienten la necesidad de cambiar su cuerpo con bloqueadores de la pubertad u operaciones irreversibles.

La mayoría son mujeres, niñas concretamente, que es con quien se ceba este fenómeno conocido como contagio social. Quizá, arguye el autor, porque «tenemos una sociedad muy volcada en la imagen, y el cuerpo de la mujer está en el disparadero». Se da la paradoja, sin embargo, de que la mayoría de quienes se han servido de la ley trans impulsada por Irene Montero son varones (el 61,5%). Esto es, a juicio de Asedo, porque «hay muchos cambios de sexo registral instrumentales».

El contenido político del libro es evidente. Y no solo por el momento escogido para su lanzamiento, este miércoles, un año después de entrar en vigor la norma. Así lo admite su autor: «Toda esta distorsión está impulsada por un paquete ideológico muy determinado. Yo planteo en el libro que ese paquete se alimenta de otro que tiene enfrente, y por tanto es un alegato en favor de la moderación».

El ejemplo de otros países europeos como Reino Unido, Suecia o Finlandia, que fueron pioneros en este tipo de legislaciones pero que ya han reculado, alimenta el optimismo de Quico Alsedo. «Se ha legislado para maniatar a psicólogos y médicos, se ha apartado a la ciencia del proceso, pero la sociedad española y la occidental tenemos mecanismos para volver hacia atrás cuando nos pasamos de la raya».

3 comentarios
  1. ficomp2c

    Tiene mucho delito aprovecharse de los más vulnerables sacando de contexto problemas de personalidad e identidad que tienen mas que ver con la saludd mental integral que exclusivamente con el sexo, por muy importante que este sea en la evolución personal, y que nada tienen que ver con las ideologies.
    Las personas que busca solución a sus sufrimientos no deben ser carne de charlatanes oportunistas vende paraiso, como carroñeros afilando las garras de gurus seudocientíficos, que los toman como conejillos de indias sin retorno.

  2. Feliu

    Los adolescentes viven, tal vez, con mayor consecuencia la «deconstrucción» malintencionada de muchos ideólogos que prefieren «utilizar víctimas» para llegar a su utopía social.
    Hay que decir que la ingente cantidad de información que hay en las redes sociales, paradójicamente, son causa de una desinformación generalizada.
    Todos estos adolescentes pierden la noción de realidad y caen víctimas de esta ideologías irracionales, que les promete un futuro ideal.
    La sociedad sigue viendo como «justa reivindicación» proclamas tendenciosas aderezadas con igualitarismos de fácil convencer, pero de infames resultudas. Pero la gente lo sigue ignorando.
    Y, mientras, muchos de nuestros adolescentes caen en una trampa de la que difícilmente saldrán a lo largo de su vida.

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